El Universal

Herencia de la milpa

El cacahuacin­tle es uno de los maíces más apreciados en el centro de México para comer como elote y para preparar pozole

- ALEJANDRO DUNGLA alejandro.dungla@clabsa.com.mx Fotos: MARCELO CHAVIRA

De julio a octubre, coincidien­do con la temporada de lluvias en el centro del país, se extiende la temporada de elote de maíz cacahuacin­tle, una de las 64 razas de maíz que hay en México, apreciada por su grano grande, harinoso y dulce que protagoniz­a diversas preparacio­nes como tamales y pozole.

Aunque existen algunos cultivos de riego, el maíz cacahuacin­tle en su mayoría es cultivado por temporal, es decir, depende de las lluviaspar­a su crecimient­o y maduración.

“Nos dedicamos a la producción de maíz cacahuacin­tle que, en verde, lo usamos para elote y, en seco, la mayoría se va para un poblado vecino que se llama Santa María Nativitas. Ellos son los que lo procesan para venderlo a todo el país”, explica Óscar Vallejo, productor agrícola de Santiago Tlacotepec, Estado de México, muy cerca de las faldas del Nevado de Toluca.

Los elotes, favoritos para preparar panes, sopas o para consumirse hervidos o asados con limón y chile, no son más que la etapa “en verde” del maíz, es decir, son maíces tiernos que no han madurado lo suficiente para ser cosechados como grano para preparar tortillas.

“Dejar madurar el maíz o cortarlo en elote depende de la necesidad del productor o la demanda que haya. No hay selección; se vende por la necesidad que tenga el productor.

“La siembra normalment­e es de febrero a mayo, depende de cada productor. Son cuestiones personales, por costumbre o por cuestiones económicas”, dice Óscar.

“El día de la Candelaria (2 de febrero) es la bendición de las semillas. Todos los campesinos llevamos nuestras semillas de chícharo, haba, frijol, maíz, avena y todo lo que sembramos de forraje. Las ponemos en una charola, se adornan con sus florecitas y se lleva a misa para que el padre las bendiga. Por supuesto los tamales no deben faltar”, explica Alejandro Morán, también agricultor de cacahuacin­tle en la misma población mexiquense.

En este poblado, a 2800 metros sobre el nivel del mar, los productore­s aseguran que, debido a esas condicione­s geográfica­s y al suelo de origen volcánico, el maíz cacahuacin­tle se da mejor, más rico y más dulce.

Faena de todo el año

Cultivar maíz no es una tarea sencilla. Se requiere del conocimien­to de la tierra, de la planta y del clima, saberes preservado­s por los campesinos desde milenios atrás, cuando se comenzó la selección de los granos del teocintle, planta ancestral antecesora del maíz moderno.

Dependiend­o del lugar, los campesinos tienen que invertir aproximada­mente de 14 mil a 25 mil pesos por hectárea plantada de maíz ca-

cahuacintl­e para comenzar las labores de arado de la tierra, sembrado, cuidado de la planta y de control de plagas. Después de eso, dependen de “el de arriba” para que lleguen las lluvias y para que las plagas no hagan estragos en su cosecha. Es una tarea difícil y mal pagada, debido a que muchos de ellos no cuentan con ningún apoyo gubernamen­tal ni asesoría técnica.

“Cuando la cosecha está buena se producen 3 ½ toneladas de elotes por hectárea, es un rendimient­o bueno para nosotros ya que no tenemos semillas mejoradas ni tecnología. No tenemos tampoco ningún apoyo del gobierno, acá nos han olvidado”, señala Filemón Solano, campesino de 72 años de la región que ha dedicado toda su vida al campo.

“Nos lo llevamos [el maíz] en verde pero ya no queremos ir porque, en primera, la Central de Abasto [de Toluca] nos cobra 500 pesos por camión por entrar a vender y allá nos pagan de a $1.50 la pieza, el de primera; y a 60 centavos, el mediano, pero ellos lo venden a cinco pesos. Si mi camioneta lleva 10 mil elotes y acabo de venderlos me sale pero, si no, tengo que regresar al día siguiente y pagar la cuota nuevamente. Una hectárea apenas nos puede dar 20 mil pesos, menos la inversión, nos quedan seis mil pesos por hectárea. El precio lo ponen los coyotes ahí en la plaza, ahí a como paguen, y uno tiene que vender por necesidad”, asegura Filemón.

A pesar de las dificultad­es que el cultivo de esta variedad de maíz nativo representa para los campesinos, ellos quieren a su tierra.

“Va a haber una producción muy baja este año debido a la sequía de principios de año, porque no ha llovido mucho. He viajado por varias partes de México, he visto otras tierras, pero yo la mía no la cambiaría por nada, a mi me gusta cultivar mi maicito”, dice Filemón.

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Los granos del auténtico maíz cacahuacin­tle son grandes, blancos, dulces y harinosos.
 ??  ?? Productore­s de maíz cacahuacin­tle de Santiago Tlacotepec, Estado de México.
Productore­s de maíz cacahuacin­tle de Santiago Tlacotepec, Estado de México.
 ??  ?? Don Filemón Solano al pie de la milpa.
Don Filemón Solano al pie de la milpa.

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