Mi pirámide de estilo
Es normal admirar a alguien. De hecho, me parece de lo más natural. Por ejemplo, dicen que las parejas que se admiran mutuamente son más felices y, por ende, tienden a que su relación dure por más tiempo. Pero, de admirar a ser “fanático” de alguien hay una brecha importante que, llevada al extremo, no es tan sana. En mi caso, yo admiro a muchas personas, pero no me considero fanática de nadie.
Cuando pensaba en los fundamentos de esta columna, el párrafo anterior fue mi primera gran conclusión que puede aplicar para cualquier área pero, en este caso, la ligaré al tema del estilo. Me parece que así como la pintura, el diseño, la música y otras corrientes se inspiran en el arte, lo mismo sucede cuando encontramos a nuestras fuentes de inspiración a la hora de vestir. El estilo personal se convierte en una pirámide de Legos, en donde cada bloque representa a una persona, una cosa, un animal, un lugar, una situación o un olor.
Pensemos en la pirámide de Maslow, la cual habla de la existencia de una jerarquía de las necesidades humanas. En la base se encuentran las más básicas, como respirar, comer y descansar. En el siguiente nivel, las de seguridad, de empleo, recursos, e inclusive salud... y así va escalando la pirámide hasta llegar a la autorrealización pasando por las relaciones que tenemos hasta el autorreconocimiento, la confianza y el respeto. Todos aquellos peldaños son importantes. Y, aunque aquí es algo más profundo, el estilo se puede construir de la misma manera, y también evoluciona con el tiempo, con nuestra historia personal, y muta dependiendo de nuestras motivaciones y circunstancias.
Haciendo un examen de conciencia personal, me puse a pensar en quiénes conforman mi pirámide de estilo hoy en día, y ¡vaya que ha cambiado en las últimas décadas! Mi padre, por ejemplo, ha sido una constante en la evolución de mi estilo personal a través de los años: primero poniéndome todo lo que él odiaba, después tratando de imitar su forma de vestir, y hoy —en un tema más consistente— llevando la fuerza de su esencia en lo que uso día a día.
También me di cuenta que mi novio, Roberto, es una influencia importante de mi manera de vestir. Y sí lo admiro en el plano profesional pero también me encuentro inspirada por su estilo de vestir. Es chistoso como dos hombres me inspiran tanto, siendo yo “tan femenina”.
Aunque también hay otras personalidades reconocidas. Es como si metiera a Madonna, David Bowie, Selena, Mick Jagger, la princesa Diana, Riri, Alexa Chung, Sara Jessica Parker, Iris Apfel, Kate Moss, Rooney Mara y Carine Roitfeld en una licuadora. Y, dependiendo del día, le pongo un poquito más o un poquito menos de algo. Pero, al final, todos los días soy yo, porque sé lo que quiero, lo que me gusta y con lo que me siento cómoda. Con cariño,
Gina