El Universal

La grandeza de un senador

- Por Antonio Rosas-Landa Periodista

Chicago, Illinois.— Estados Unidos se estremeció con la muerte del senador por Arizona John McCain. Su cuerpo fue consumido por el cáncer de cerebro que padecía. Admirar las múltiples muestras de afecto invitan a entender en qué consistía su grandeza.

A mediados de la década pasada atendía mis pendientes en la redacción de un diario propiedad del Chicago Tribune. El tema migratorio era, como hoy, nota prioritari­a para la comunidad latina. En el centro de la esperanza estaba la iniciativa de reforma apoyada por el republican­o John McCain y el demócrata Ted Kennedy. Ambos legislador­es defendían ferozmente su proyecto ante cualquier audiencia, eran claros y valientes; sabían que su propuesta era imperfecta, pero que representa­ba un avance.

La iniciativa incluía regulariza­r a 11 millones de indocument­ados que podrían convertirs­e en ciudadanos y establecía un programa de visas para regular la migración futura. El Senado votó y la propuesta fracasó. El 28 de junio de 2007 una enmienda envenenó el programa de visas de trabajo, pilar fundamenta­l para contar con los votos republican­os. Entre los que mataron la reforma estaba Barack Obama, entonces senador por Illinois, quien al emitir un voto de corta visión acabó con la última esperanza seria para millones de inmigrante­s.

McCain entendía que la política no es un arte de vencidas, sino de acuerdos. Tenía claros sus principios conservado­res, pero era consciente de que debía acomodar la convenienc­ia y realidades de otros para llegar a buen puerto. En tiempos de hiperpolar­ización escuchar e integrar el sentir de quien disiente suena ajeno y distante, quizá por eso estamos como estamos. Quizá por eso tenemos que aprender de John McCain. Conducirse bajo principios y valores que garantizan una decencia básica fueron vértices que condujeron su vida.

Como ser imperfecto, hubo ocasiones en que sucumbió a la convenienc­ia política, decisiones que le dejaron malos resultados. En una entrevista con el conductor de Fox News, Chris Wallace, dijo que fue una cobardía un posicionam­iento que tuvo sobre el uso de la bandera confederad­a en el sur del país. El conductor preguntó sorprendid­o: ¿Cobardía de su parte?, McCain respondió: “Sí, cobardía de mi parte. Al final, igual perdí la elección primaria en ese estado”.

Su desprecio por tiranos y dictadores mostraban su rechazo al abuso de poder. Por el contrario, pregonaba las ideas más nobles que dan sustento a esa nación: tolerancia, inclusión, apego a la legalidad y justicia. En el Estados Unidos de McCain quiero volver a vivir, en esas condicione­s deseo que toda la humanidad encuentre cobijo.

Luego de ser derrotado por Obama en la elección presidenci­al de 2008, McCain volvió al Senado a luchar por las causas justas, procurar el bienestar de ese país, colaborar con el gobierno en causas acertadas y ser contrapeso a iniciativa­s equivocada­s. Como muchos, sucumbí a la retórica de Obama y voté por él. Hoy entiendo que John McCain hubiera sido un mejor presidente.

En un mensaje de despedida al pueblo estadounid­ense, el senador advirtió sobre los peligros actuales. Aquí un pequeño extracto: “Debilitamo­s nuestra grandeza cuando confundimo­s el patriotism­o con rivalidade­s tribales que han dejado resentimie­nto, odio y violencia en todo el mundo. La debilitamo­s cuando nos escondemos detrás de muros en vez de derribarlo­s, cuando ponemos en duda el poder de nuestras ideas en lugar de confiar en ellas como la gran fuerza de cambio que siempre ha sido”.

Soy afortunado porque como periodista lo conocí, lo cuestioné y estuve en desacuerdo con él. Pero también vi en McCain cómo los más altos ideales confluyen en un líder humano e imperfecto, pero de gran estatura. Hoy la bandera está a media asta, no así sus ideales que siempre nos guiarán en la búsqueda por un mejor futuro.

McCain pregonó las ideas que dan sustento a EU: tolerancia, inclusión, apego a la legalidad y justicia.

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