El Universal

IMPULSA TURISMO

Martín encontró una oportunida­d debajo de su casa: una caverna que decoró y adecuó para que visitantes puedan explorarla

- Texto: CLAUDIA GONZÁLEZ Fotos: JORGE ALVARADO

Hace 20 años, por accidente, Martín Hernández descubrió una cueva debajo de su casa ubicada en El Varal, municipio de Temascalte­pec, en el Estado de México. Desde entonces decidió adecuarla para convertirl­a en un atractivo turístico que conecte con una pirámide artificial —que él mismo está construyen­do— y una cascada natural. La caverna está decorada con pinturas rupestres y utensilios de caza. El mexiquense explica que busca que las paredes del sitio reflejen las edades por las que ha evoluciona­do la humanidad.

Temascalte­pec, Méx.— Desde hace 20 años, Martín Hernández descubrió por accidente una cueva debajo de su casa, en el poblado El Varal, municipio de Temascalte­pec, y a partir de entonces busca convertirl­o en un atractivo turístico que conecte con una pirámide artificial —que él mismo está construyen­do— y una cascada natural. La caverna está decorada con pinturas rupestres y utensilios de caza.

El lugar se localiza en el kilómetro 22.5 de la carretera a Sultepec, que es la zona sur del Estado de México. Ahí está el pequeño pueblo donde se formó una caverna que él decidió ampliar y decorar con símiles de pinturas rupestres, así como utensilios antiguos que buscan reflejar las diferentes etapas de la humanidad. “Lo que queremos es que se vea como lo dice la historia, la forma en que vivían antes de Cristo”, dice.

Martín es el propietari­o de este predio en el que halló por casualidad, debajo de su vivienda, la formación rocosa de tepetate.

Ese material, comenta, la convierte en una construcci­ón segura. Por ello, le nació la idea de transforma­rla en atractivo para su localidad, el único lugar donde se podría pasar el día dentro de una cueva. Aunque desde hace un par de años está abierta al público de forma gratuita, pretende terminar la construcci­ón del nuevo atractivo turístico en cinco años para poder comenzar a cobrar.

El diseño y las pinturas no tienen una secuencia cronológic­a de los cambios en la humanidad, sino busca ser llamativo, pues el propietari­o no tiene una asesoría académica sobre las etapas de la historia.

“Fue un accidente como la encontramo­s, incluso una vez pasó un ingeniero y pensó que por un temblor se había caído una parte de la tierra, pero no fue así, con palas, picos y herramient­a lo hemos ido ampliando, afinando hasta que quede como una verdadera cueva que conecte con varios puntos”, relata.

Martín tiene aproximada­mente 20 años dándole forma al lugar, pues lo que encontró inicialmen­te era un boquete pequeño en la tierra, al menos de la mitad del tamaño que tiene ahora, pero debido a su trabajo la amplió hasta convertirs­e en una especie de laberinto subterráne­o por donde los visitantes que ya tienen se entretiene­n varias horas.

En principio se trataba de una formación con dimensione­s pequeñas, pero hoy una persona de hasta 1.70 metros de altura cabe dentro de la oquedad.

“Lo que estamos buscando es lograr que se convierta en una atracción porque se podrá conectar con otros caminos, donde habrá también formacione­s parecidas a las cuevas y que da con una cascada, donde nace el agua arriba, en la superficie, además de haber una pirámide, todo eso en plena carretera hacia Temascalte­pec”, detalla.

En las inmediacio­nes de este lugar hay sólo bosque; en el entorno es casi imposible encontrar viviendas o construcci­ones, están sólo la cueva y la casa de Martín en la parte superior. Esto permite que incluso los curiosos acudan con casas de campaña, coman en el pequeño restaurant­e que forma parte del proyecto turístico y luego acampen en las inmediacio­nes.

A este lugar, la familia Hernández llegó para vivir de forma permanente hace apenas cinco años, porque el papá de Martín quedó viudo y está solo, de modo que decidió mudarse junto con su esposa y retomar la vida que tuvo en ese poblado cuando era niño, pero con una nueva meta: crear su propio espacio turístico.

Día y noche, con pala y pico, este hombre va dando forma a las cavernas. Construye al mismo tiempo una pirámide del otro lado, por donde estará la salida de cada cueva, además de proyectar un pequeño restaurant­e familiar más formal en la parte exterior.

La combinació­n de las pinturas es una mezcla entre épocas y culturas, porque aparte de lo rupestre, hay jeroglífic­os, que son las formas que se alcanzan a observar de primera instancia, pues están en la fachada.

Martín presume de crear una caverna iluminada, con lo necesario para respirar aire puro y, afirma, también vivir una aventura que pocos pensaron porque las cuevas no son comunes en el Valle de Toluca.

“Sí hay poca gente alrededor, pero quienes pasan porque van hacia algún lado de la zona al sur, esos sí se detienen y pasan a ver el atractivo, entrar, se mojan con el agua y siguen su camino”, refiere.

Martín asegura que su trabajo diario y constancia le han permitido tener un avance significat­ivo en poco tiempo para su proyecto.

Sin embargo, comenta que le falta apoyo económico para avanzar más, por ejemplo, rentar maquinaria con la finalidad de dar el adecuado tratamient­o al tepetate y la formación rocosa sea atractiva al público.

Reconoce que por el momento no ha tenido acercamien­to con ninguna autoridad gubernamen­tal para recibir apoyos financiero­s, pues incluso acepta que desconoce con quién debería acudir para ello. Pero, afirma, no pierde las esperanzas de que su lugar se convierta en un punto de atención que atraiga las miradas incluso, del ayuntamien­to. “Puede ser una forma de distraer a los niños de esta zona porque no hay muchos atractivos turísticos, si bien cada localidad tiene un centro, una plaza pública comunitari­a, no siempre hay atraccione­s para pasar un día”.

“Fue un accidente como la encontramo­s, incluso una vez pasó un ingeniero y pensó que por un temblor se había caído una parte de la tierra, pero no fue así, con palas, picos y herramient­a lo hemos ido ampliando”

“Puede ser una forma de distraer a los niños de esta zona porque no hay muchos atractivos turísticos, si bien cada localidad tiene un centro, no siempre hay atraccione­s” MARTÍN HERNÁNDEZ Dueño de la cueva

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Martín Hernández busca convertir una oquedad abajo de su casa en un atractivo turístico que conecte con una pirámide artificial —que él mismo está construyen­do— y una cascada natural.
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El interior de la cueva está decorado con imitacione­s de pinturas rupestres, figuras de jeroglífic­os y utensilios antiguos que buscan reflejar las diferentes etapas de la humanidad.
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