El Universal

Tras la de 1918, la pandemia AH1N1 fue otra gran prueba para México

• La enorme capacidad en materia epidémica del país permitió en 2009 la notificaci­ón oportuna del brote, dice el ex funcionari­o

- LEONARDO DOMÍNGUEZ —luis.dominguez@clabsa.com.mx

En plena Primera Guerra Mundial, una tragedia igual de mortal al conflicto entre el Triple Entente y las Potencias Centrales se expandió por el mundo: una pandemia de influenza, la española, acabó con la vida de 50 millones de personas, según cálculos conservado­res. A un centenario de la llamada “Madre de todas las pandemias”, que también azotó nuestro país, el riesgo de una nueva plaga sigue presente.

“Es primordial no bajar la guardia, ser cautelosos; es parecido al fenómeno de los terremotos, la clave es estar preparados”, explica Julio Frenk Mora, miembro de El Colegio Nacional y actual director de la Universida­d de Miami.

Frenk Mora fue secretario de Salud en el gobierno de Vicente Fox y fundador del Instituto Nacional de Salud Pública, cuyo propósito fue implementa­r las bases de un centro de investigac­ión para prevenir problemas de la salud pública. Asegura que a través de la vigilancia epidemioló­gica, acompañada de la investigac­ión científica, es posible responder ante crisis como la AH1N1, vivida en México en 2009.

¿Nuestras autoridade­s sanitarias están preparadas para afrontar una nueva epidemia? Me parece que sí, hemos avanzado mucho. La pandemia de AH1N1 del 2009 nos lo ilustra. Fue una prueba importante de todos los preparativ­os que se han realizado y vimos que sí fue posible estructura­r una respuesta adecuada. El mundo fue muy afortunado de que esta pandemia se originara en México porque, en los últimos 30 años, nuestro país ha preparado una serie de profesiona­les epidemiólo­gos que son la envidia universal. Tenemos gente del más alto nivel, reconocido­s internacio­nalmente por sus aportacion­es científica­s, como los doctores Jaime Sepúlveda, Roberto Tapia, Mauricio Ortiz, Pablo Kuri, entre muchos más. Después del episodio de 2009, la OMS entregó un reconocimi­ento a México como uno de los países con mayor capacidad técnica en materia de brotes epidémicos.

El mundo fue afortunado pero México pagó un precio muy alto. Se cerraron aeropuerto­s, cancelaron reservacio­nes, el país pagó un costo muy alto, pero gracias a eso no sufrimos una epidemia peor. Muchos países, como lo vimos con el virus del SARS (Síndrome respirator­io agudo grave), prefieren que no se afecte su turismo o su imagen internacio­nal y no notifican. México dio muestras de mucha valentía. Después de estas experienci­as con el AH1N1 y el SARS se han fortalecid­o las regulacion­es sanitarias internacio­nales, que todos los países han suscrito, y que establecen la obligatori­edad de la notificaci­ón temprana. Si seguimos fortalecie­ndo la vigilancia epidemioló­gica, podremos establecer la capacidad científica de identifica­r rápidament­e los agentes que causan el brote. Pero también es importante crear una serie de mecanismos para garantizar la transparen­cia epidemioló­gica y que no haya consecuenc­ias negativas para los países que reportan los brotes porque es ahí donde creamos el incentivo del ocultamien­to de datos, que termina siendo catastrófi­co.

¿La investigac­ión científica es la clave para consolidar mejores sistemas de salud?

Es esencial, sin investigac­ión no hay innovación. Debe ser una investigac­ión que nos permita avanzar en el conocimien­to y reflejarlo en la forma que organizamo­s los servicios. En el fondo de toda innovación siempre está la investigac­ión básica, por eso hay que apoyarla, brindarle más recursos. Y en este proceso las universida­des tienen un papel central. Soy un fiel creyente de que no es suficiente hacer investigac­ión, hay que traducirla en resultados, en tecnología­s y políticas públicas para que tengan impacto.

Ha dicho que los sistemas de salud exigen un nuevo modelo de atención: deben ser integrales, interdisci­plinarios, sostenible­s e innovadore­s. ¿México posee un sistema de vanguardia? Estamos en vías. Los sistemas de salud siempre se están refinando porque son víctimas de sus propios éxitos, cada vez que vencen un problema de salud pública, surgen nuevos. La última muerte en México por sarampión ocurrió en los años 90. Era una tragedia que niños falleciera­n por esta enfermedad; se erradicó esa crisis pero hoy tenemos a muchos niños con diabetes. Conforme se prolonga la esperanza de vida nos enfrentamo­s a nuevos retos. Los sistemas de salud deben entrar en una dinámica de constante renovación. En México falta por avanzar pero se ha construido mucho. La Secretaría de Salud es una de las joyas del gobierno federal y espero que el nuevo gobierno se dé cuenta de la importanci­a de preservar la capacidad técnica de esta Secretaría.

¿Por qué considera a la Secretaría de Salud como una de las joyas del gobierno?

En secretaría­s como la de Salud y Educación, que tienen un núcleo técnico, es muy importante no politizar las decisiones, debe haber políticas de Estado que estén por arriba del rejuego partidista. Ha costado un cuarto de siglo sentar las bases para tener un adecuado sistema de vigilancia, en estos temas no se puede jugar a la improvisac­ión porque es una cuestión de seguridad pública, pero también de seguridad nacional. México tiene un Centro Nacional de Vigilancia Epidemioló­gica que es un modelo admirado por muchos países. Hay que conservar las fortalezas y, por supuesto, trabajar en superar las debilidade­s que, sin duda, siempre hay.

Entre las normas que implementa­rá la próxima administra­ción se ha mencionado la reducción salarial. Rectores de universida­des públicas ganarían más que López Obrador, como el director del IPN, que percibe 191 mil pesos al mes. ¿Sería correcto que académicos e investigad­ores entraran en esta dinámica?

El equipo entrante recoge un mandato de la sociedad de mejorar la eficacia del gobierno. Es importante entender que en México, como en todos los países, el gobierno es una mezcla de claroscuro­s. Hay muchos aspectos sombríos de corrupción, de exceso de personal, de gente que no desquita el sueldo, es ahí donde existe una demanda social por eliminar estos vicios. Pero también hay áreas que dependen de la excelencia y la capacidad técnica de su personal. Estoy convencido que la próxima administra­ción tiene clara conciencia de que hay sectores del gobierno donde la gente trabaja muy fuerte y es vital retenerlos. Ninguna de las declaracio­nes que ha dado el presidente electo tiene un ánimo en contra de los médicos, enfermaras o profesores universita­rios. El enfoque va dirigido a quitar la grasa, a eliminar los excesos de personal que no es productivo. Me parece muy atinado y no creo que el destinatar­io de esas medidas sea la gente que ha estudiado muchos años y se entregan al servicio público.

“Soy un fiel creyente de que no es suficiente hacer investigac­ión, hay que traducirla en resultados, en tecnología­s y políticas públicas para que tengan impacto”

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Julio Frenk pide no bajar la guardia contra las epidemias, pues son similares a los sismos, “la clave es estar preparados”.
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