El Universal

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En aras de comprobar la combinació­n entre confort y eficiencia de combustibl­e, llevamos al nuevo Mazda2 Sedán a un largo recorrido hacia Guerrero.

- DIEGO GUILBERT —diego.guilbert@clabsa.com.mx

El Mazda2 Sedán no es ninguna novedad en muchos aspectos. Su presentaci­ón fue hace poco más de un mes y, aún cuando hubiera sido ayer, este no es un auto desconocid­o para el público mexicano. Su forma y estructura la conocimos cuando se vendió bajo otro nombre (de otra marca), gracias a la alianza entre Toyota y Mazda que permitió a los creadores del Prius vender por unos años la versión sedán del popular Mazda2 que es ensamblado en Salamanca, Guanajuato.

Los arreglos entre directivos de ambas compañías japonesas propiciaro­n que, desde julio, Mazda pudiera aprovechar su propio desarrollo y así atacar al segmento de mejores ventas a nivel nacional: los sedanes subcompact­os.

La espera para conocer la reinterpre­tación de su propio auto fue larga, pues la compañía anunció que vendería este auto mientras presentaba el nuevo Mazda6 y, para entonces, apenas estábamos en abril. Sin embargo, desde ese momento se comunicó a qué precios y en qué versiones se vendería lo que a mediados de año conocimos como Mazda2 Sedán.

En dicha presentaci­ón, Miguel Barbeyto, presidente de Mazda de México, señaló que la diferencia­ción entre lo ofrecido por Toyota (Yaris R) y la apuesta de ellos (Mazda2 Sedán) sería evidente, pues la distinción entre el nivel de equipamien­to de cada uno sería muy clara.

El directivo de la marca no mintió y, contrario a la idea de que los autos de este segmento deben ser meramente racionales, el nuevo Mazda2 Sedán es un refrendo a lo que la compañía nos ha acostumbra­do: un auto con diseño atractivo (y armónico con el resto de su catálogo) y equipamien­to de interiores por encima de la competenci­a sin reflejarse en precio final.

Para probar la idea que Mazda persigue al ofrecer un auto de tales caracterís­ticas, ideamos un roadtrip que conjugó largas distancias (para probar sus consumos), carreteras complicada­s (para evaluar su manejo) y un atractivo destino (para premiar el largo recorrido). Todo con la hipótesis de que lo lujoso no necesariam­ente debe estar peleado con lo económico.

Un recorrido de altura. Ixtapa, Guerrero, fue el destino elegido para llevar a este pequeño escarlata a nuestra aventura. Llegar al Hotel “Cala de Mar” era la misión encomendad­a por Mazda y, luego de manejarlo por más de un mes, el auto en cuestión sería llevado a su examen final.

La ruta sugerida por parte de conocidos y el equipo de Mazda constaba de casi mil 300 kilómetros entre ida y vuelta. El trayecto comprende el recorrido de la carretera México-Toluca para llegar al municipio de Atlacomulc­o en el Estado de México y, una vez alcanzado ese punto, dirigirse hacia Uruapan. Ya ahí, uno debe seguir en dirección a Lázaro Cárdenas y seguir las indicacion­es para arribar a la zona de Ixtapa-Zihuatanej­o, en el estado de Guerrero.

No obstante, mi ignorancia y la ciega fe que un millennial (como yo) tiene en los navegadore­s satelitale­s, hicieron que, a unos metros de llegar a la primera caseta, tomara un desvío que cambiaría por completo la ruta.

Sin darme cuenta y confiando en que la sugerencia de la ruta rápida que indicaban tanto Google Maps y Waze era la mejor, me fui por “la libre” de manera accidental.

Este camino efectivame­nte es más corto y permite librarse del pago de casetas. Sin embargo, su construcci­ón y trazado requiere de un manejo más cauteloso pues está plagado de curvas cerradas y rodea las montañas que conectan al Estado de México y Guerrero.

Teóricamen­te, este es el escenario ideal para probar un coche, pues no hay nada mejor que un trayecto que exija al auto y al conductor para medir las capacidade­s de ambos.

No obstante, las lluvias y el abandono en el

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representa el tipo de auto mejor vendido en nuestro país.
 ??  ?? Después de años de comerciali­zación bajo el nombre de Yaris R, Mazda aprovecha este desarrollo fabricado en Salamanca para venderlo bajo su administra­ción.
Después de años de comerciali­zación bajo el nombre de Yaris R, Mazda aprovecha este desarrollo fabricado en Salamanca para venderlo bajo su administra­ción.

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