En perfecta armonía
Todas tenemos ciertos productos imprescindibles sin importar el estilo que llevemos. Quizás siempre uses delineador o mascara, o apliques con frecuencia cierto tono de labial, pero para lograr el outfit ideal no podemos divorciar lo que elegimos para nuestro clóset y rostro. Se trata de un dúo dinámico que puede hacer que un atuendo se vea de pasarela o que ningún filtro pueda ayudarte. Te damos algunos consejos para no equivocarte en el arte de hacer que tu ropa y tu maquillaje se integren perfectamente:
Prendas neutras.
Identifica básicos de tu armario, como un vestido o pantalón negro, una blusa blanca o azul marino, en fin, esas prendas que son amables al momento de elegir distintos tipos de maquillaje. Las mencionadas anteriormente podrían ir bien con labios rojos y mascara, con ojos ahumados o en tonos tierra y labial natural. Todo dependerá de la ocasión.
Apuesta segura.
Los colores claros siempre combinan muy bien y esto hará muy difícil equivocarte en la elección. Unos zapatos o un labial nude van con todo. El rosa también es ideal para el blush y el labial, al lograr un efecto natural que combina fácilmente con distintos atuendos y te da un aspecto cálido.
La clave para destacar.
Cuando tienes una junta importante o, quizás, una celebración con amigas, definitivamente quieres destacar pero debes elegir a cuál le darás un rol protagónico, si al maquillaje o al vestuario. Que se vea que ambos estén bien pensados, pero que no compitan entre sí. Si es algo de trabajo lo mejor es darle más fuerza a la ropa, mientras que para una salida de noche, el maquillaje podrá darte el brillo que buscas. Recuerda que si eliges tonos muy intensos para los dos, será demasiado.
Contraste.
Optar por el mismo tono de ropa y maquillaje, especialmente si son tonos muy vivos o fuertes, no es la mejor decisión. Se verá recargado y poco elegante. Elige una paleta que genere contraste y se complemente.
Combinada.
Para que un atuendo se vea más equilibrado, considera que las mejillas, los labios y las uñas deben guardar relación entre sí. No se trata de que tengan el mismo color, pero sí que se encuentren en la misma paleta. Por ejemplo, tonos cálidos, como rojo, naranja y fucsia.