El Universal

RELATO DE TLATELOLCO

• Fotógrafo de EL UNIVERSAL presenció huida de jóvenes • Agentes confiscaro­n negativos, imágenes de la balacera

- PERLA MIRANDA —justiciays­ociedad@eluniversa­l.com.mx www.eluniversa­l.com.mx Busque el artículo completo

Fotógrafo de EL UNIVERSAL narra qué pasó ese día.

El olor a orines y excremento regresa a la memoria del fotógrafo Jesús Fonseca apenas al poner un pie en la explanada de la Plaza de las Tres Culturas. Ha pasado medio siglo de aquella tarde del 2 de octubre de 1968 y la imagen que el hombre de 91 años preserva es la de cientos de zapatos abandonado­s que cubren el piso de aquel lugar sitiado en Tlatelolco.

Está conmovido y con la piel erizada, externa, a tal extremo que pide que “esto no se repita nunca en México”.

El 2 de octubre sería un día tranquilo para el entonces reportero gráfico de EL UNIVERSAL, la mañana transcurre como otros días, ir a dar clases en la Ibero y después marcarle a su jefe Daniel Soto a la redacción del diario para preguntar: “¿Hay alguna novedad?”.

—No hay nada, sólo una marcha desde Tlatelolco al Politécnic­o, si quieres date una vuelta.

“Llego a la Plaza de las Tres Culturas a las 15:20 horas. Desde arriba del edificio Chihuahua, me sorprende que en primera fila estén sentados en su gran mayoría mujeres y niños. Me impresioné, quise tenerlos más cerca y bajé para tomar retratos, pero me entretuve en la esquina y luego se desató todo”.

Al pie del edificio escucha a un hombre que viste un traje a cuadros y comenta con reporteros que el régimen de Gustavo Díaz Ordaz va a caer, están armados y hay ametrallad­oras en varios edificios de la unidad habitacion­al.

“Veo que uno de mis compañeros se dirige a su coche y voy detrás suyo para preguntarl­e si prevé que se pondrá duro el asunto, el compañero dice que está todo arreglado, los estudiante­s se irán a paro nacional y él se va al periódico a redactar su nota.

“Subimos al auto y al llegar a la Glorieta de Cuitláhuac vemos pasar uno tras otro a más de 10 carros militares con gente armada, con rumbo a la Villa de Guadalupe. Los seguimos, llegando a la Glorieta de Peralvillo, se regresan pegaditos a los edificios de Tlatelolco y se escuchan disparos separados.

“Adrenalina, curiosidad e incredulid­ad se conjugan, regresamos al mitin estudianti­l, y nos quedamos parados en el edificio del ISSSTE, se escuchan más detonacion­es. Se soltó una balacera meca, no pudimos pasar porque se escuchaban disparos por todos lados.

“Cubierto en un zaguán, veo unas luces que salen de abajo hacia arriba, son de bengala, se confunden, parece que los vecinos están celebrando a algún santo, pero es absurdo entre la balacera”.

Chucho mira su reloj, son las 18:13 horas y casi al mismo tiempo ve sobrevolar a un helicópter­o por encima del edificio Chihuahua, que suelta una luz de bengala. “Para entonces la balacera es fuerte, no nos movemos hasta que hay una tregua de no sé cuántos minutos.

“Con pasos lentos, llego hasta la parte trasera del edificio Chihuahua, ahí un miembro del batallón Olimpia me lleva a mí y a Nidia Marín, reportera de este periódico, a un sanitario para que se resguarden. Antes de entrar, alcanzo a fotografia­r a un soldado que recibe un tiro. Traía la cámara, no usé flash porque escuché balazos y vi cómo un soldado se dobló, no alcance a verlo tirado.

“En el sanitario encuentro a Rafael De la Cruz, periodista de Puerto Vallarta, y a Ignacio Navarro, reportero de la Revista Tiempo. Luego llega un señor que vive en el Chihuahua, él nos hace olvidar la tensión provocada por las balas. Queda inmortaliz­ado el recuerdo al capturar la imagen desde una ventana al salir del baño.

“Veo que en una de las fosas prehispáni­cas, frente a un espejo de agua, hay personas detenidas. Junto a ellos hay muchos zapatos, huele a caca, cuando entramos al edificio de la secretaría veo en el elevador manchas de sangre”.

Jesús cuenta el porqué la gente pierde sus zapatos cuando corre. “Es por el miedo, me explicaron que los dedos de los pies se encogen entre dos y tres centímetro­s y al correr los zapatos se zafan”.

“Salgo de Tlatelolco pasadas las 2:00 horas, acompañado por Jorge Avilés, caminamos por Reforma. Llegamos al periódico antes de las 3:00 y Armando Rivas Torres, entonces director de EL UNIVERSAL, ordena parar prensas, al reportero le pide escribir la nota y a Jesús lo manda a revelar las fotos.

“Luego él se entera que agentes de la Dirección Federal de Seguridad (DFS) llegaron al diario y pidieron que se les entregaran los rollos de la cobertura”. Fue hasta 2008 que personal del Archivo Fotográfic­o de EL UNIVERSAL encontró 400 imágenes inéditas, que resguardó en un escondite el también fotógrafo Federico Tenorio. A 50 años de impunidad para un crimen de Estado es el alegato que Francisco Eduardo de La Vega de Ávila presenta ante la CEAV para afirmar que “el 68 no es un Baúl de Anécdotas de Abuelita para que los viejitos se entretenga­n”, es la principal deuda que tienen las institucio­nes de la República con todos los mexicanos.

“Sólo una respuesta de Estado puede acabar con 50 años de impunidad; el cambio debe imponer el derecho a la verdad, la aplicación de la justicia y la reparación a las víctimas sobrevivie­ntes”, asevera.

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El ex reportero gráfico de EL UNIVERSAL, Jesús Fonseca, muestra el libro en el que aparecen sus fotografía­s sobre el movimiento. 1968. Un archivo inédito,
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ARCHIVO INÉDITO EL UNIVERSAL Jesús Fonseca y reporteros, ocultos en un sanitario durante la balacera en la Plaza de las Tres Culturas.
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