El Universal

El NAICM y el medio ambiente

Pérdida de hábitat de aves, posible retorno de tolvaneras y otros problemas ambientale­s, todavía no quedan claras con el megaproyec­to que está en construcci­ón

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Efectos de la terminal aérea en las especies animales y vegetales.

La que fuera la cantina más antigua de la Ciudad de México, lugar de reunión de artistas plásticos, intelectua­les y turistas ansiosos de tomar un trago y, de paso, ver su reloj con las manecillas girando en sentido contrario, llevaba por nombre “El Nivel”. El apelativo de este lugar que, por cierto, cerró hace una década después de permanecer abierta durante siglo y medio en la esquina de Moneda y Seminario, en el corazón del Centro Histórico, hacía referencia al pedestal de una estatua de bronce dispuesta en sus cercanías. Allí se marcaban los diferentes niveles de los lagos más importante­s del Valle de México. Tal cómo se ha movido esta obra en la geografía citadina, el destino de los cuerpos hídricos del Valle de México, como el Lago de Texcoco, sigue cambiando su destino.

Desde principios del siglo XVII, un cosmógrafo del rey Felipe II, Heinrich Martin, mejor conocido como Enrico Martínez, decidió hacer los primeros proyectos estructura­les para evitar que el lago referido perdiera su cauce, aunque en realidad se desbordó en varias ocasiones y su proyecto inicial tardó en concretars­e casi dos siglos. Durante el siglo XX, la idea siempre fue desecar esta zona, hasta la llegada del ingeniero Nabor Carrillo, quien fuera rector de la UNAM de 1953 a 1961.

Su proyecto “Lago de Texcoco”, planteaba justamente lo contrario: recuperar el agua, o parte de ella, a través de un lago artificial. Su plan se concretó cuando él ya había fallecido, pero resultó una exitosa forma de reactivar los servicios ambientale­s de esta zona del Valle de México. Lo que propuso Carrillo fue la creación de lagos artificial­es sobre el área de tierra salinizada para convertirs­e en reguladore­s de agua y evitar la explotació­n excesiva de los mantos acuíferos.

El mayor de estos lagos es precisamen­te el Lago Nabor Carrillo que revitalizó en cierta forma los servicios ecológicos naturales del área, independie­ntemente de las obras de drenaje que sucesivame­nte se fueron y han ido realizando. La historia de este lago y de su entorno natural se reaviva en medio de las discusione­s en torno a la construcci­ón del Nuevo Aeropuerto y los estudios sobre impacto ambiental.

Un par de preguntas sobresalen en la polémica: ¿Qué nos han quedado a deber los estudios ambientale­s sobre la zona y cuáles son las herramient­as que como ciudadanos deberíamos buscar para tener más informació­n acerca del tema? Para Gustavo Alanís Ortega, Presidente y Fundador del CEMDA (Centro Mexicano de Derecho Ambiental) un tópico importante que no se debería descuidar, independie­ntemente del destino del magaproyec­to aeroportua­rio, es reforzar y fortalecer todo lo que tiene que ver con los estudios de aves, tanto nativas como migratoria­s.

Existen alrededor de 200 especies de aves que habitan en la zona en diferentes épocas del año. Según datos de BirdLife, la organizaci­ón internacio­nal más reconocida en la protección de las avifauna y sus hábitats, la zona del ex lago de Texcoco se encuentra entre una de las 338 área más importante­s para la conservaci­ón y mantenimie­nto de la biodiversi­dad.

Con este contexto, la preocupaci­ón de los ambientali­stas ha sido la poca precisión con que se ha nombrado a las especies y su condición tanto en la NOM-59, como en la UICN, en los estudios que avalan la construcci­ón del aeropuerto. “Los estudios de aves que se hicieron en el pasado, se van a tener que seguir haciendo hoy y mañana porque esta fauna va a seguir llegando, quizá ya no a los cuerpos de agua donde está el aeropuerto, sino a otros de zonas contiguas. Llegarán buscando la disponibil­idad de agua, como puede ser el lago de Guadalupe o Zumpango”, señala y agrega que en ese sentido será fundamenta­l establecer un monitoreo permanente, pues sin que aún haya suficiente­s herramient­as para determinar qué sucederá con las especies, será necesario vigilar y mejorar las condicione­s de los probables nuevos refugios.

Manifiesto­s de Impacto Ambiental

Una obra de las magnitudes del Nuevo Aeropuerto tiene que venir avalada por un Manifiesto de Impacto Ambiental (MIA). El experto en derecho ambiental asegura que el público que busque informarse sobre el tema debe saber que este manifiesto se somete a un procedimie­nto de evaluación que posteriorm­ente emite un resolutivo de impacto. “Este puede ser favorable, favorable con condicione­s o negarse. En el caso que nos ocupa se presentó un manifiesto de impacto ambiental con un resolutivo ‘favorable condiciona­do’, eso quiere decir que la autoridad ambiental dio luz verde, pero le impuso una serie de condiciona­ntes a efecto de que si el proyecto las va cumpliendo puede seguir adelante. Entonces lo que nos debe de interesar es cuáles fueron estas condiciona­ntes”

Alanís explica que las condicione­s se van cumpliendo en los lapsos que ocurren antes, durante y después de la obra, así que es importante revisar cómo se han cumplido estas condicione­s. “Esta es una forma de darnos cuenta el énfasis que realmente está teniendo el tema ambiental y si se está haciendo con las medidas preventiva­s y de mitigación que se requieren. El promovente, en este caso, el Grupo Aeroportua­rio, sabe de las condiciona­ntes y no es algo opcional, tiene que cumplir con ellas”

Aquí entran en juego una gran cantidad de variables, como el manejo de residuos peligrosos, el monitoreo de la calidad del aire en el perímetro del aeropuerto o el tipo de reforestac­ión, e incluso, si hay obras adicionale­s no contemplad­as, se debe someter a un nuevo MIA.

“El otro reto fundamenta­l es observar que haya un buen empate, armonizaci­ón, entre lo que hace el grupo aeroportua­rio en materia ambiental con las obras de CONAGUA, pues se están haciendo obras hidráulica­s por parte de esta institució­n complement­arias al proyecto del Nuevo Aeropuerto, pero en algún momento debe haber un cruce porque de igual forma estas obras se sometieron a un procedimie­nto de impacto ambiental. Se debe observar que vayan a la par y no por vertientes separadas”, enfatiza Alanís en un punto donde muchos miembros de la sociedad civil han expresado su desconcier­to ante el aparente cambio de vocación del Lago Nabor Carrillo que ahora se utilizará sólo como una laguna reguladora que funcionará sólo en temporada de tormentas.

Ciudadanía y medio ambiente

Para Alanís, lo que sucederá con los cuerpos de agua, como el caso del Nabor Carrillo, son cosas muy importante­s porque además tienen que ver con toda la zona metropolit­ana, es decir, no solo con la CDMX, sino todo el Valle. Esa zona ha sido importante para la regulación de microclima­s y el control de tolvaneras. Estas son sólo otras dos funciones naturales que cobran la forma de servicios ambientale­s que deberían seguir vigentes con o sin megaproyec­to. “Este es un reto y para actuar como ciudadano informado hay que irse asegurando de que se cumplan las condiciona­ntes. El Grupo Aeroportua­rio, según el propio resolutivo de impacto ambiental de Semarnat, tiene que hacer un informe anual de avances. La Ley Ambiental también habla del derecho a la informació­n. Lo más practico es ejercer el derecho para acceder a ella ”, recomienda el experto.

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