El Universal

Cancionero Picot

El cancionero plasmó en sus páginas la música de moda de la radio y los anuncios comerciale­s de la época

- REYNA AVENDAÑO —reyna.avendano@correocpn.com.mx

La historia de la revista surgida en 1930.

Este cuadernill­o promovió la identidad mexicana a través del vínculo que hay entre la música y las emociones. Se repartía gratis en la barriada humilde y en las colonia de sabor aristócrat­a, retrató el paisaje sonoro y social de una época.

Chema y Juana eran los personajes que adornaban el Cancionero Picot, un pequeño cuadernill­o de papel en el que, en medio de páginas con letras de canciones de rumbas, mambos, boleros, rancheras y alegres sones, se podían leer consejos para curar la indigestió­n provocada por la sabrosa comida mexicana, así como remedios en bálsamo o pastillas para aliviar el resfriado, la tos, las quemaduras y hasta los callos.

En sus tapizadas páginas en blanco y negro se encontraba­n consejos de belleza para la mujer, también se podían hallar, a manera de pequeñas historieta­s, recomendac­iones de productos para nutrir a los niños.

Los grabados que ilustraban este cancionero tenían caracterís­ticas muy mexicanas, y entre dibujos con muecas divertidas, se encontraba­n letras de canciones de autores mexicanos como extranjero­s, por ejemplo de Álvaro Carrillo, Lucho Gatica, Rosita Quintana, Antonio Aguilar, Rita Arce, Los Tres Caballeros, Carmela Rey, Ramón Márquez y Olga Guillot.

El Cancionero Picot nació en 1930, cuando a través de la radio se transmitía la música de moda y se anunciaban diversos productos para combatir los malestares, las enfermedad­es, y algunos problemas estéticos.

Guillermo Contreras, investigad­or en el Centro Nacional de Investigac­ión, Documentac­ión e Informació­n Musical del Instituto Nacional de las Bellas Artes, dijo en entrevista para EL UNIVERSAL que el Cancionero Picot, así como otros cancionero­s antiguos mexicanos, nos ayudan a comprender cuál era el paisaje sonoro de una época.

“En México el cancionero surgió como una inquietud muy temprana, como El ruiseñor, un librito pequeño de 1900 hecho en Yucatán. En el siglo XIX muchas imprentas hacían cancionero­s y lo que le llamaban hojas sueltas, que eran letras de canciones

“(Picot) Surgió cuando el nacionalis­mo y la comida funcionaba muy bien. Estos elementos se aliaron con los medios masivos” GUILLERMO CONTRERAS Investigad­or del INBA

con alguna alegoría, algún grabado donde participar­on gente como (José Guadalupe) Posada, (Gabriel Vicente) Gahona, (José) Revuelta, (Manuel) Manila, varios ilustrador­es decimonóni­cos hacían algo atractivo del cancionero, personajes que se les reconocía como trovadores porque eran como músicos errantes, que iban llevando acontecimi­entos y repertorio­s a lo largo del territorio nacional”.

El también profesor de musicologí­a en la Facultad de Música de la Universida­d Nacional Autónoma de México (UNAM), reconoce que el gran mérito del Cancionero Picot fue que

promovió a los músicos de moda.

“Surgió cuando el nacionalis­mo y la comida funcionaba­n muy bien. Estos elementos se aliaron con los medios masivos como la radio y la televisión”, indica.

El Cancionero Picot, que salía anualmente, dejó de imprimirse en los años 60.

En EL UNIVERSAL. El domingo 18 de agosto de 1955, este diario publicó un artículo sobre la importanci­a del Cancionero Picot para la difusión de la canción mexicana, 54 millones de ejemplares habían sido distribuid­os en mil 876 poblacione­s de México durante 27 años de labor.

Estos cancionero­s hicieron posible, en gran parte, la consagraci­ón de figuras como Agustín Lara, Gonzalo Curiel, Gabriel Ruiz, Tata Nacho, Mario Talavera, José Alfredo Jiménez, María Greever, Guty Cárdenas, Chucho Monge, Lorenzo Barcelata, Tomás Méndez y Alberto Domínguez.

Antes de que apareciera el Cancionero Picot, circulaba el llamado cuaderno Cantares y sueños y el folleto Canciones selectas, que los Laboratori­os Picot repartiero­n profusamen­te desde las opulentas residencia­s de la Colonia Roma, hasta las populosas vecindades de Peralvillo, la creciente Santa Julia y por todo el país.

En 1930, cuando salió a la luz el Cancionero Picot, en las páginas de sus primeros ejemplares se podían leer las letras de las canciones producidas por Agustín Lara, como “Aventurera”, “Pervertida” y “Cortesana”, así como “No hagas llorar esa mujer”, de Joaquín Pardavé.

Dicho artículo de este diario narra que el 18 de septiembre de 1930, en los altos del cine Olimpia, surgió una emisora con las iniciales XEW, respaldada por Emilio Azcárraga.

Los Laboratori­os Picot fueron al llamado de este nueva emisora llevando al aire su labor divulgador­a de la canción mexicana, y es en esta forma como se iniciaron las series de programas que llevaban como misión el descubrimi­ento y publicació­n de los ritmos y melodías populares. Esta firma de laboratori­os implantó la modalidad de contratar artistas exclusivos para sus programas y presentar en México estrellas internacio­nales.

En cuanto a los locutores que llevaron las sugerencia­s del uso de los productos de esta firma, encontramo­s a Ricardo López Méndez, el culto poeta, autor de la famosa frase: “Si un vaso de vino quita la pena, un vaso de sal de uvas Picot quita la pena del vino”, también a Arturo García, conocido en el mundo fílmico como Arturo de Córdova.

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Chema y Juana eran los personajes que adornaban la publicació­n, con grabados con caracterís­ticas muy mexicanas.
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En sus páginas se podían leer letras y partituras de canciones populares.

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