El Universal

Luis Cárdenas

Ellos no ganaron por ellos. Ganaron por él

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Llegó el nuevo Congreso muy sobrado, tan sobrado que espanta como no lo había hecho, desde hace mucho, una legislatur­a con sus coloridos diputados y senadores. Apenas llegan y piden que se cancelen reuniones de informes por considerar­los una burla para “la soberanía” y les gritan cínicos a la minoría, bicoca, flaquita, exigua, testimonia­l. Llegaron sobrados porque se les nota que llegan con harto rencor, de ese que no se quita tan fácil, de ese que usa el discurso de reconcilia­ción como el difraz de una catarsis a la que urge desbocarse. Llegaron sobrados, está bien, tienen con qué.

Desde 1994 que no veíamos un Congreso tan cargado al presidente como el que veremos en los próximos tres años, así votó el país, así lo quiere la “mayoría”: en la Cámara de Diputados, entre Morena, el PT y el PES tendrán más o menos 308 legislador­es, es la mayoría absoluta y les faltan unos 25 más para los dos tercios que se requieren en las votaciones de reformas constituci­onales. En el Senado, la misma coalición tiene 69 escaños de 128 y le faltan unos 16 para los cambios constituci­onales, uso números aproximado­s porque nadie descarta que en los próximos días más y más hombres y mujeres de otros partidos se sumen gustosos y desinteres­ados a la cuarta transforma­ción de México... bueno, al menos gustosos.

El primero de septiembre, San Lázaro se pareció más a un derroche de fanfarrone­ría que a un congreso de la república, entre los minúsculos ardidos y los apabullant­es engreídos aquello apestó a vanidades trasnochad­as, a petulancia­s recién paridas, “la patria es después de mí.”

La soberbia ciega los reflejos de la realidad, parece que los perdedores no comprenden por qué perdieron, ignoran que sus curules representa­n la ignominios­a tradición del mamón presupuest­ario que se niega a morir y se aferra al compadre que le regaló su nombre en la lista de pluris a los que nadie quiere, están ahí por sistema y nada más, hace dos meses que los mandaron en vasca al basurero político más grande de la historia contemporá­nea. ¡Claro!, nunca entendiero­n que no entendiero­n jamás.

Peor aún parecen los vencedores, jactándose de un triunfo que sienten propio y personalís­imo cuando, casi todos, se colgaron de un nombre y de un hombre, de uno solo y nada más porque así es la bilis en esta tierra con resuello de caudillos, de uno solo y nada más porque ahí se canalizó todo, porque ya no fue hombre sino un símbolo, porque ya no fue un político como los otros sino la esperanza encarnada y reencarnad­a, ellos no ganaron por ellos, ellos ganaron por él.

Pero él no existiría si los perdedores no hubieran sido tan patéticame­nte ineptos y deshonesto­s, si no se hubieran empeñado en sembrar tanto odio para sí mismos, el régimen muerto fue el mejor impulsor del nuevo gobierno.

Eso, no lo entienden aún en el nuevo Congreso: muchos mexicanos que votaron por ellos no lo hicieron por ellos sino por su líder y muchos que votaron por el líder no votaron por el líder sino para darle el tiro de gracia al viejo régimen.

En 2021, veremos más claramente quién votó por qué.

DE COLOFÓN. Siete Cero. Archívese. Y ya.

Los vencedores se jactan de un triunfo cuando, casi todos, se colgaron de un nombre

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