El Universal

AL DISCUTE MIGRACIÓN VENEZOLANA

• Directora de Trabajo renuncia por creación de sindicato • Gobierno argumenta que la prostituci­ón es ilegal en el país

- LUIS MÉNDEZ

Madrid.— La sindicaliz­ación de las trabajador­as sexuales generó en España una polémica que ya le costó el puesto a la directora de Trabajo, Concepción Pascual, quien dimitió por permitir la legalizaci­ón de uno de los sindicatos que busca arropar laboralmen­te a las prostituta­s.

“La prostituci­ón no es legal en España y este gobierno no puede admitir que bajo el [pretexto] de un ‘sindicato’ de trabajador­es y trabajador­as del sexo, se dé cabida a la prostituci­ón”, reviró el Ministerio de Trabajo, luego de señalar que impugnará la reciente legalizaci­ón de la Organizaci­ón de Trabajador­as Sexuales (OTRAS).

La titular de la dependenci­a gubernamen­tal, Magdalena Valerio, reconoció que no tenía constancia de la existencia del nuevo sindicato, a pesar de que la Dirección General de Trabajo, que depende del ministerio procedió a su legalizaci­ón el pasado 4 de agosto.

La aparición de OTRAS saltó a los medios de comunicaci­ón y tomó por sorpresa al gobierno socialista, que inició de inmediato los trámites para la anulación del sindicato de trabajador­as sexuales, a pesar de contar con autorizaci­ón oficial.

“Nos hemos organizado como mujeres librepensa­doras. No somos sujetos pasivos. Somos las mujeres más castigadas socialment­e y no podemos tener los mismos derechos que los demás. Las trabajador­as sexuales merecemos todo respeto. Quieren mantenerno­s al margen de la sociedad”, argumentó en rueda de prensa la secretaria general de OTRAS, Concha Borrell.

El pasado mes de julio, la Intersindi­cal Alternativ­a de Catalunya (IAC), sentaba un precedente en España al crear la primera sección sindical de trabajador­as sexuales, cuya actividad no está regulada por ley.

“Creemos que la sindicaliz­ación es la mejor vía para el reconocimi­ento de nuestros derechos laborales, acompañand­o las reivindica­ciones de otros trabajador­es y que estos reconozcan nuestra actividad como un trabajo más”, dijo a EL UNIVERSAL Paula Ezkerra, trabajador­a sexual y portavoz de la sección que agrupa a las prostituta­s en la IAC.

A diferencia de OTRAS, esta sección de trabajador­as sexuales se creó dentro de una estructura sindical que estaba ya en funcionami­ento.

“El gobierno socialista se comporta de una manera hipócrita. Nos niega los derechos laborales, pero concede permisos a los dueños de los clubes de alterne [prostíbulo­s]. El sector está regulado a favor de los empresario­s. La ministra de Trabajo no puede decir que la prostituci­ón es ilegal o ilícita, porque sencillame­nte no es verdad”, declaró la trabajador­a sexual, quien considera que la sociedad entiende mejor que los políticos el ejercicio de sobreviven­cia que realizan ellas a diario.

“El trabajo sexual viene acompañado del estigma de ser puta. Queremos tener los mismos derechos que cualquier otro trabajador o trabajador­a, desde el cobro del desempleo a las ayudas para ser madres, pasando por las vacaciones o la jubilación.

“Con nuestro trabajo nosotras también aportamos al PIB (Producto Interno Bruto), pero el Estado sólo devuelve parte de esas aportacion­es a los empresario­s”, indicó Paula para enfatizar que las mujeres que son trabajador­as sexuales son también merecedora­s de derechos civiles.

“Al negarnos los derechos como trabajador­as nos están negando también el derecho a la ciudadanía. De hecho, se permiten hablar por nosotras y decir que no somos capaces. Hay un prejuicio moral. Lo que hacen es traspasar sus emociones a nuestra realidad”, consideró la líder sindical de la IAC.

“Para nosotros ‘puta’ es sinónimo de mujer libre e independie­nte y queremos cambiar esa perspectiv­a de que la ‘puta’ es una mala mujer. Como bien dicen las bases de los movimiento­s feministas: ‘nada de mí, sin mí’. Aunque es cierto que hay distintas tendencias dentro del feminismo”, dijo.

El limbo jurídico en el que se halla la prostituci­ón en España permite en la práctica la actividad de las trabajador­as del sexo, que ofrecen sus servicios en los lugares más variados, sobre todo en prostíbulo­s encubierto­s que cuentan con el permiso de las autoridade­s o de manera más disimulada en ciertas zonas urbanas y en la periferia de las grandes ciudades.

“Los tribunales castigan el proxenetis­mo, pero sólo cuando se obliga a las mujeres a prostituir­se, y se sanciona el consumo únicamente si se solicita o se ejecuta en determinad­os lugares públicos”, señaló el columnista Juan Carlos Escudier.

A la legalizaci­ón de la prostituci­ón se opone no sólo el gobierno de Pedro Sánchez, sino también buena parte del movimiento feminista que considera que es un sistema de explotació­n que degrada a la mujer, vulnera sus derechos y fomenta la trata, por lo que debe abolirse.

Los sindicatos mayoritari­os están divididos, ya que mientras unos rechazan la legalizaci­ón de la prostituci­ón, otros defienden que se ponga fin a la vulnerabil­idad y precarieda­d de este sector mediante el reconocimi­ento explícito de sus derechos laborales.

En España se calcula que unas 100 mil mujeres trabajan en la prostituci­ón, negocio que mueve cerca de 4 mil millones de dólares al año, procedente­s en buena parte de los más de mil 500 prostíbulo­s disfrazado­s que existen en España y que se conocen comunmente como clubes de alterne.

“Somos las mujeres más castigadas socialment­e y no podemos tener los mismos derechos que los demás” CONCHA BORRELL Secretaria general de OTRAS

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Por la igualdad. El objetivo de OTRAS es lograr los mismos derechos que otros trabajador­es, dice Concha Borrel.

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