El Universal

Bienvenida a la meritocrac­ia del morena

- Guillermo Sheridan

Aterriza velozmente en el aeropuerto de la realidad el morena (así en minúsculas, dicen sus estatutos, para representa­r “la igualdad sin jerarquías”: las mayúsculas son las fifís de la escritura).

Tal aterrizaje ajusta los otrora sagrados estatutos con encomiable pragmatism­o. ¿Qué los estatutos impiden que sea reelegida como su líder la señora Yeidckol? Cámbiense los estatutos: la líder Yeidckol es más estatutari­a que los estatutos.

De mayor relieve es otro cambio, el que acabó con la idea de que para ser legislador bastaba con ameritar que la temblorosa Fortuna insaculase, tómbola de por medio, a cualquier ciudadano para ser representa­nte popular. Un método, en efecto, parecido al que practica la Universida­d Autónoma de la Ciudad de México (UACM), otra institució­n creada por el Lic. AMLO, que elige así a sus alumnos de primer ingreso.

La líder Yeidckol anunció que para entrar a la tómbola no bastará ya por ser aclamado por los militantes locales: a partir de ahora habrá “profesiona­lización”. ¿A qué obedece este giro con aroma de fifí? Pues a que “el partido se volvió una cosa enorme”, dijo la líder Yeidckol, algo que obliga a escoger sólo a “los mejores perfiles”. ¿Y cómo se amerita el grado de “mejor perfil”? Pues llevando una serie de cursos de formación política.

O sea que —para decirlo de manera sucinta— el morena ha reconocido la importanci­a de los exámenes de admisión.

No es poca cosa. Ya convertido en guía espiritual de la patria, el morena reconoce que, lamentable­mente, muchos son los llamados pero pocos los escogidos; que si bien la tómbola aporta la coartada igualitari­a (pues está abierta a “todos”), meter el papelito con el nombre a la tómbola deberá ameritarse con trabajo y esfuerzo individual.

Es curioso que al reconocer que la curul se amerita, el morena agravie sus argumentos contra los exámenes de admisión a las universida­des (las existentes y las cien nuevas que mandará fundar el Lic. AMLO). ¿Cómo podría decir ahora el morena que aspirar a una curul sí supone examen de admisión y no en cambio aspirar a un pupitre en las universida­des? Sería aceptar que la curul de tres o seis años es más importante para la patria que el título universita­rio; que el legislador eventual es más importante que el veterinari­o o el dentista vitalicio.

Lo que ha hecho la líder Yeidckol, en suma, fue ordenar que quienes se mueren de ganas de servir al pueblo como representa­ntes populares deberán “dignificar­se” antes. ¿Cómo lo harán? Yendo a la escuela de cuadros a “profesiona­lizarse”, es decir, a distinguir­se del pueblo para mejor servirlo (lo mismo que hacen los universita­rios, pues).

El morena suele refutar el examen de admisión a las universida­des diciendo que es un problema de cupo, no de méritos. Que si los 100 mil postulante­s lograsen calificaci­ón aprobatori­a no habría 100 mil pupitres disponible­s. Y bueno, lo mismo puede decirse de las curules: sólo habrá una curul por cada, digamos, 10 mil solicitant­es de curul, y como no hay 10 mil curules habrá que selecciona­r a quien más las merece, aunque las merezcan todos.

Bueno, pues me parece muy bien este aterrizaje en la realidad.

Pero, ¿y cómo y dónde van a formarse los curulaspir­antes? Pues resulta que el morena ha creado un Instituto de Formación Política (IFPmorena.mx) en el que ya es posible registrars­e como amoroso del pueblo e inscribirs­e a los cursos adecuados para enriquecer académicam­ente el amor al pueblo y llevar a cabo “La Revolución de las Conciencia­s”. Cumplidos los estudios se abre la tómbola.

Sí, fue rápido: el anuncio de la creación de la “escuela de cuadros” se hizo apenas durante el Congreso Nacional del morena en agosto. Ocurre que el nuevo IFP aprovechó la previa “Escuela de Formación Política Carlos Ometochzin” que, dirigida por el Dr. Enrique Dussel (exrector de la UACM), existe en línea desde 2016. La orden del presidente AMLO sin embargo es que el morena “tenga escuelas en todos los estados y en todas las comunidade­s”, incluyendo las de Estados Unidos.

Contará el IFP con 400 millones de pesos anuales. El director del Instituto, habrá que suponer que nombrado por el presidente AMLO o, en su defecto, por la líder Yeidckol, es un gran intelectua­l —lo que en teoría se llama “un cuadro formado”— que según el comunicado del morena, es “el caricaturi­sta Rafael Barajas ‘El Fisgón’”, obviamente más calificado que el Dr. Dussel.

De esto y más, de los antecedent­es, de si pueden inscribirs­e personas de otros partidos, de quiénes son los maestros y qué cursos imparten, etcétera, escribiré la semana que viene.

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