El Universal

JOYAS PERDIDAS DE BRASIL

Una de las mayores tragedias culturales para la humanidad provocó enojo social con un gobierno que recortó presupuest­os

- REDACCIÓN —cultura@eluniversa­l.com.mx Con • informació­n de O Globo y Agencias

SÓLO METEORITOS SE SALVAN EN INCENDIO DE MUSEO.

Río de Janeiro.— Las palabras del museógrafo Marco Aurelio Caldas tras ingresar ayer al Museo Nacional de Brasil expresan la magnitud de la tragedia: “Se acabó todo”.

Con excepción de varios meteoritos, y a reserva de una evaluación más detallada, el incendio que se produjo la noche del domingo en el recinto que este 2018 cumplió 200 años, destruyó casi toda la colección de 20 millones de objetos, entre los que había piezas grecorroma­nas y egipcias; “Luzia”, el cráneo humano más antiguo hallado en América; y uno de los más grandes acervos de las etnias del Amazonas.

El humo salía el lunes del Museo, mientras que afuera manifestan­tes expresaban indignació­n por la falta de recursos para preservar el patrimonio cultural, lo que causó la destrucció­n de buena parte de los archivos más ricos de Latinoamér­ica, piezas históricas y documentos.

En febrero, el director de la institució­n, Alexander Kellner, alertó: “Sólo tenemos fondos para medidas paliativas de prevención”. Aunque ayer dijo que habría que evaluar la magnitud de los daños, el vicedirect­or, Luiz Fernando Dias Duarte, insinuó que podría ser catastrófi­co, con la mayoría de los objetos en el edificio principal destruidos, a excepción de algunos meteoritos. Varios medios hablaban de 90% de pérdidas en los tres pisos del edificio que alguna vez fue un palacio de la familia real.

Historia de recortes. El director Alexander Kellner aseveró que el incendio fue consecuenc­ia de años de negligenci­a de diferentes gobiernos.

“Es intensamen­te triste y un reflejo del abandono que sufren actualment­e las institucio­nes culturales en Brasil”, expresó vía correo electrónic­o el curador mexicano Pablo León de la Barra, quien fue director de la Casa França Brasil en Río de Janeiro.

Los hechos generaron indignació­n y críticas por la deteriorad­a infraestru­ctura y los déficits presupuest­arios, mientras los brasileños se preparan para votar en las elecciones nacionales de octubre.

Varios funcionari­os han dicho que se sabía que el edificio estaba en un estado de grave deterioro y que había un riesgo significat­ivo de incendios.

El museo había sufrido de falta de fondos durante años, lo que impidió que se hicieran renovacion­es y obligó a que algunas exhibicion­es fueran cerradas. El diario Folha de Sao Paulo reportó en mayo, mientras el museo se preparaba para celebrar su bicentenar­io, que el presupuest­o anual había disminuido de 130 mil dólares en 2013 a 84 mil dólares el año pasado (un millón 600 mil pesos).

Otra señal de que el recinto estaba en aprietos fue cuando una plaga de termitas, el año pasado, provocó el cierre de una habitación que contenía un esqueleto de dinosaurio de 12 metros de altura. Entonces, los funcionari­os recurriero­n a la financiaci­ón colectiva para juntar el dinero y poder reabrir la sala.

El vicedirect­or contó que los funcionari­os buscaron fondos para una renovación en 2013, al mismo tiempo que Brasil gastaba millones de dólares para construir estadios para la Copa Mundial de 2014: “Del dinero gastado en cada uno de esos estadios, un cuarto hubiera sido suficiente para hacer que este museo fuera seguro y resplandec­iente” y aseveró que la responsabi­lidad de la destrucció­n del museo recae directamen­te sobre las autoridade­s federales.

Dias Duarte recordó que los empleados del museo habían recibido hace poco una capacitaci­ón por parte de los bomberos sobre cómo evitar y reaccionar a un incendio en el edificio: “Era una preocupaci­ón constante”, contó y agregó que él desconecta­ba todos los aparatos eléctricos de su oficina antes de irse por el riesgo de incendios. En el enorme sitio donde se encuentra el museo había señales evidentes de deterioro, como que la valla estaba en ruinas, las piedras tenían grietas y los jardines parecían descuidado­s.

Roberto Leher, rector de la Universida­d Federal de Río de Janeiro —de la cual forma parte el museo— explicó a los reporteros que el edificio necesitaba una remodelaci­ón en sus sistemas eléctricos y de agua y un nuevo plan de prevención de incendios: “Todos sabíamos que el edificio se encontraba en un estado vulnerable”.

Roberto Robadey, portavoz del departamen­to de Bomberos, dijo que se tardaron en comenzar a combatir las llamas porque los dos hidrantes más cercanos al museo no funcionaba­n y hubo que enviar camiones a traer agua de un lago cercano.

Cuestionad­o por un reportero sobre por qué un desastre de este tipo no ocurre en institucio­nes culturales de otros países, el director del museo, respondió: “Pregúntate eso. Es una buena pregunta, háztela”.

Acerca de las causas del incendio, el diario Folha de Sao Paulo dijo que se cree que pudo ser por la caída de un pequeño globo aerostátic­o en el techo del edificio o por un cortocircu­ito desatado en la sala de audiovisua­les.

Recesión y corrupción. El país más grande de Latinoamér­ica ha batallado para salir de su peor recesión en décadas. El estado de Río de Janeiro ha sido de los más afectados en los últimos años debido a la combinació­n de la caída de los precios mundiales del petróleo —una de sus principale­s fuentes de ingresos—, la mala gestión y la corrupción.

El gobierno de Brasil anunció anoche que comenzó el proceso de reconstruc­ción del recinto; esto se dio a conocer en una rueda de prensa con los ministros de Educación, Rossieli Soares, y de Cultura, Sergio Sá Leitao. Soares afirmó que la reconstruc­ción comenzará con la inmediata entrega de 10 millones de reales (unos 2.4 millones de dólares) “para garantizar la estructura física y la seguridad, incluso estructura­l” del edificio, debido a que Defensa Civil decretó la intervenci­ón del inmueble tras una inspección en la que se concluyó que, pese a que la fachada y las paredes externas siguen en pie, los muros internos y los pisos pueden desplomars­e.

La siguiente fase de reconstruc­ción tendrá una inversión de 1.2 millones de dólares para financiar un proyecto ejecutivo, con apoyo de la UNESCO. La tercera fase será para montar un nuevo acervo para el museo; el presidente Michel Temer anunció que, para esta tercera fase, convenció a entidades financiera­s públicas y privadas a que aporten recursos a un fondo y adquirir la nueva colección.

Río de Janeiro.— Más de 20 millones de piezas eran las que resguardab­a el Museo Nacional de Río de Janeiro que fue arrasado por las llamas la noche del domingo. Se considera que 90% de su acervo se ha perdido, convirtién­dose en una de las tragedias culturales más importante­s de Brasil y el mundo.

Entre los tesoros que se consumiero­n se encuentra el fósil humano más antiguo descubiert­o en Brasil, mejor conocido como “Luzia”, de 11 mil años de antigüedad, el cual fue hallado en la región de la Gruta da Lapinha, en Minas Gerais.

De la colección de paleontolo­gía, que llegaba a más de los 56 mil ejemplares, se perdieron partes de un esqueleto de tiranosaur­io que se disolviero­n en agua, y otras especies hoy extintas, como perezosos gigantes y tigres dientes de sable. Con ellos se quemó también la primera réplica de gran porte hecha en Brasil: el esqueleto de un maxakalisa­urus, dinosaurio herbívoro que llegó a pesar nueve toneladas y alcanzar una longitud de 13 metros. Sólo esta pieza ocupaba una sala entera del museo y era uno de los principale­s atractivos para el público.

Otra pérdida fue la de la rarísima Colección Arqueológi­ca Balbino de Freitas, una de las primeras del país sudamerica­no en reunir artefactos indígenas retirados de la región de Torres, en Río Grande do Sul. La pieza más destacada aquí era un cesto parcialmen­te conservado y revestido internamen­te con resina.

De la colección Gente de las Américas se perdieron varias momias precolombi­nas, como una encontrada en el desierto de Atacama, en Chile, que fue fechada entre 4.700 y 3.400.

El museo brasileño también poseía el mayor acervo de cultura egipcia de América Latina en el que destacaba el féretro y la momia de la cantante-sacerdotis­a Sha-amunen-su, que databa de aproximada­mente del 750 a.C.

También quedaron calcinadas esculturas de la Antigua Grecia, vasijas y cálices etruscos, así como varios frescos que habían sido sepultados por la erupción del volcán Vesubio en el año 79 de nuestra era, los cuales se habían recuperado en las excavacion­es realizadas en las ciudades de Pompeya y Herculano.

De la colección del museo Gente nativa del mundo se consumiero­n varios artefactos de pueblos indígenas brasileños, como los tikuna, tukano, paresi, nambikuara, kadiwéu; además de objetos de pueblos africanos, polinesios, melanesios y neozelande­ses.

También se perdieron piezas de las salas Ecos de la realeza, que eran de la emperatriz María Leopoldina, pues uno de sus aposentos, donde murió, fue transforma­do en una sala del museo.

Entre la colección había obras de América Latina, sin embargo, en su sitio no se indicaba si alguna de éstas era de origen mexicano.

Biodiversi­dad y libros. Otra gran pérdida fue su gran material bibliográf­ico, en su mayoría especializ­ado en ciencias naturales. Este llegaba al medio millón de ejemplares, de los cuales mil 560 eran piezas únicas, como un ejemplar de historia natural, fechado en 1481.

Con el incendio se perdieron también “archivos irremplaza­bles de la biodiversi­dad”, dijo Philippe Grandcolas, especialis­ta francés en la evolución de los insectos.

Grandcolas, director de investigac­ión del Centro Nacional para la Investigac­ión Científica, lidera un laboratori­o sobre la evolución y la biodiversi­dad del Museo Nacional de Historia (MNHN) de París, y desde allí comentó que “el museo de historia natural tenía una importanci­a histórica, pues poseía muchas muestras antiguas que se habían recopilado desde hacía años. Entre ellas, había una de las más bellas coleccione­s de vertebrado­s fósiles de Sudamérica. Era uno de los museos más sobresalie­ntes de Sudamérica. No sólo era un lindo museo, sino que era uno de los archivos de la biodiversi­dad y de los artefactos humanos de esta región del mundo”.

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 ??  ?? Vista aérea del Museo Nacional de Brasil, en Río de Janeiro, tras el incendio. Pese a que las paredes externas están de pie, los muros internos y pisos puedes desplomars­e, según la inspección de Defensa Civil.
Vista aérea del Museo Nacional de Brasil, en Río de Janeiro, tras el incendio. Pese a que las paredes externas están de pie, los muros internos y pisos puedes desplomars­e, según la inspección de Defensa Civil.
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Un meteorito quedó en su lugar de exhibición.
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Trabajador­es del museo participar­on del rescate de piezas que no fueron consumidas por el fuego.

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