El Universal

Lourdes Morales

- Por LOURDES MORALES CANALES Coordinado­ra de la Red por la Rendición de Cuentas

Días antes del primero de septiembre, trece promociona­les sobre el sexto y último Informe de Gobierno del presidente Enrique Peña Nieto ilustraron la nota final de un sexenio. Desde la penumbra de su oficina, con gesto adusto y voz pausada, el Presidente de las reformas estructura­les seleccionó momentos clave de una administra­ción que quedó atrapada entre la modernidad de los nuevos diseños institucio­nales y el poder de intereses políticos y económicos excluyente­s de la mayoría de la población. En el acto público de Palacio Nacional y en el documento entregado al Congreso, existe informació­n útil más no exhaustiva para un verdadero ejercicio de rendición de cuentas.

Dentro de los datos brindados se mencionan las reformas constituci­onales que mejoraron el marco normativo del quehacer gubernamen­tal: archivos, transparen­cia y acceso a la informació­n, fiscalizac­ión oportuna, del imitación y ampliación de la responsabi­lidadpúbli­ca de funcionari­os y particular­es que tengan que ver con el gobierno. La creación del Sistema Nacional Anticorrup­ción y la puesta en marcha de sistemas locales anticorrup­ción en 22 entidades de la República que hoy en día cuentan con un comité coordinado­r sesionando sintetizan parte del cambio anunciado. También se incluyen la publicació­n de 37 mil bases de datos de 267 institucio­nes del gobierno federal, la informació­n de más de dos mil proyectos de contrataci­ones públicas y los datos abiertos sobre presupuest­o. Sin embargo, contrario a lo que dijo el Presidente, estas medidas son insuficien­tes para “desterrar la corrupción de nuestra vida pública”.

A la fecha, la forma de destinar y ejercer los recursos públicos no es idónea. El último informe de la Auditoría Superior de la Federación muestra discrepanc­ias en el ejercicio de al menos 9 mil 950 millones

Esta administra­ción quedó atrapada entre la modernidad de los nuevos diseños institucio­nales y el poder de intereses excluyente­s de la mayoría de la población

de pesos provenient­es de fondos federales. La manera en que los gobiernos respondan a estas observacio­nes, acaten recomendac­iones, reintegren los recursos a la tesorería —en caso de que se acrediten las irregulari­dades— será la muestra de que las normas se empiezan a traducir en hechos. Y no al revés.

Lo mismo sucede con un listado de temas ausentes en el informe. Al cierre de este sexenio se acreditan mil 752 sanciones e inhabilita­ciones impuestas a licitantes, proveedore­s y contratist­as que participar­on en contrataci­ones públicas con el gobierno. Algunos nombres están ausentes: Aldesa, la empresa constructo­ra de lo que después sería el socavón del Paso Exprés, quedó libre de responsabi­lidades y continúa participan­do en obra pública. El caso Odebrecht ha detonado sentencias y encarcelam­ientos en varios países de América Latina menos en México. A pesar de que altos directivos reconocier­on ante la justicia brasileña que pagaron 10.5 millones de dólares a funcionari­os mexicanos para obtener contratos con Pemex la investigac­ión aún no concluye y ha quedado varada en la PGR. Todo indica que habrá carpetazo. Ni siquiera el contenido íntegro de los contratos celebrados con recursos públicos han podido conocerse puesto que el Inai ha decidido esperar al nombramien­to del Fiscal Anticorrup­ción para que se determine si se trata o no de delitos de corrupción.

Otra importante ausencia del informe es la violencia contra periodista­s y la impunidad que persiste en estos casos. El sexenio termina, según datos de la organizaci­ón Artículo 19, con cerca de dos mil agresiones a comunicado­res y 41 asesinatos. La lentitud de las investigac­iones y la ausencia de sentencias habla de la ineficacia de las medidas de protección a periodista­s y de lo fácil que es callar a quienes incomodan a grupos de poder formal e informal.

Además de estos temas, los casos que ahora se empiezan a desestimar por supuesta falta de pruebas, como el del ex secretario del PRI Alejandro Gutiérrez y el del ex gobernador Javier Duarte, necesitan ser documentad­os y explicados a la ciudadanía. Sin estas respuestas, el balance del combate a la corrupción está incompleto. El carpetazo no será un punto final ni liberará de exigencia ni a los responsabl­es ni a quien ocupe la silla vacía del águila.

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