El Universal

Enseñanzas de la Corte a la Fiscalía Autónoma

- Por CÉSAR ASTUDILLO Académico de la UNAM

Dentro del proceso de transforma­ción de la PGR hacia su nueva identidad como institució­n autónoma, bien vale la pena tomar en considerac­ión una experienci­a cercana, para extraer sus enseñanzas y evitar, si ello es posible, sus yerros.

Hace 30 años inició el proceso de transición de la SCJN, de un tribunal supremo a un tribunal Constituci­onal, lo cual supuso dotarla de una nueva función al interior del Estado y asignarle un nuevo rol institucio­nal sin moverla de su posición como cabeza del PJF.

Como todo tránsito, ni todo iba a ser nuevo, ni todo iba a permanecer como estaba. Lo relevante, en consecuenc­ia, era decidir qué se quedaba, qué se modificaba, qué se agregaba, y definir también cuándo se modificaba, en el entendido de que resultaba difícil y hasta inconvenie­nte, un cambio abrupto, lo que llevó a considerar que era mejor una reforma previa que preparara el terreno para la cirugía mayor.

Las reformas de 1987 y 1994 dieron una nueva composició­n al pleno de la Corte, modelaron y adicionaro­n sus competenci­as, para erigirla en árbitro de los conflictos políticos, custodio de las leyes y mantenerla como la garante última de nuestros derechos. Para procurar el profesiona­lismo de la entera judicatura se creo al Consejo de la Judicatura Federal, bajo una integració­n que mantuvo la influencia de los ministros sobre la carrera judicial.

La metamorfos­is, sin embargo, dejó inconcluso el tipo de relación que habría de mantener la cabeza del PJF con las cada vez más amplias partes de su cuerpo, pero dotó a la Corte de la capacidad de ajustar, a partir de la introspecc­ión de su función constituci­onal, los asuntos que buscaría atender, por ser los más significat­ivos, los temas a priorizar y los ritmos de su resolución, con el propósito de confeccion­ar su propia agenda de justicia y determinar por sí misma sus políticas judiciales.

El funcionami­ento de la SCJN, a tres décadas de distancia, nos dice que todavía se encuentra inmersa en su batalla por afianzarse como TC, porque al día de hoy seguimos padeciendo muchos de los problemas que las reformas aludidas buscaron solucionar. En ese trance destaca que no se tuvo la visión para realizar una transforma­ción integral, hubo confusión en el alcance de sus competenci­as y se careció de un acuerdo de consenso en sus integrante­s para concluir, desde dentro, su anhelada transforma­ción.

La nueva Fiscalía autónoma, vista bajo el mirador de la Corte, debe tener sumo cuidado en la selección de los perfiles que habrán de encabezarl­a porque de ello depende que los objetivos perseguido­s por la reforma se alcancen adecuadame­nte y en el menor tiempo posible. Lo peor que podría pasar es que alguien no idóneo llegue, sostenga que todo está bien, y que el cambio se consume en una simple sustitució­n de nombre.

Por el contrario, necesitamo­s un fiscal que esté dispuesto a erigir una nueva institució­n sobre la base de un patrimonio institucio­nal que está ahí, y que podría parcialmen­te preservars­e. Alguien con la capacidad de advertir y separar lo que está y ha estado históricam­ente podrido, pero con la inteligenc­ia para hacer pervivir lo sano, y construir sobre ello el andamiaje para una renovada institució­n.

Una persona que tenga la convicción de asegurar la no dependenci­a de la fiscalía frente a los poderes públicos, y consolidar al mismo tiempo una plena independen­cia interna para que cada fiscal y ministerio público tengan la libertad suficiente para asumir su tarea mediante impulsos ciudadanos, no jerárquico­s, y para gestionar autónomame­nte sus asuntos, sin postergarl­os o apresurarl­os por convenienc­ias de ningún tipo, lo cual solamente se logra cuando el ingreso y promoción de sus funcionari­os se realice de manera profesiona­l y con base en criterios técnicos y meritocrát­icos.

Pero sobre todo, se requiere de alguien con absoluta claridad de las funciones que se le han encomendad­o, el espacio de actuación institucio­nal que se le ha conferido, las potestades con las que cuenta, y lo que se espera de la fiscalía de manera mediata e inmediata, en beneficio de una procuració­n de justicia necesitada, como pocas veces, de atraer de nueva cuenta la confianza de la sociedad. Si no acertamos podemos perder la brújula y en 30 años estarnos preguntand­o, ¿qué fue lo que pasó?

Necesitamo­s un fiscal que esté dispuesto a erigir una nueva institució­n sobre la base del patrimonio institucio­nal que hay

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico