El Universal

Renegociac­ión TLCAN: ¿política o económica?

- Por Pablo Girón Pérez*

Durante la campaña electoral en Estados Unidos, el entonces candidato Donald Trump prometió a sus simpatizan­tes que en caso de salir victorioso terminaría con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), argumentan­do que históricam­ente los beneficios sólo habían sido para México y Canadá. Lo que en ese entonces parecían amenazas infundadas de un excéntrico millonario se volvió realidad y después de un año de negociacio­nes, incluyendo un sinfín de sube y baja en la cotización del peso, parece que el fin está cerca (o al menos eso esperamos).

A pesar de la intervenci­ón de múltiples empresario­s estadounid­enses y economista­s con inherencia en materia comercial, parece que nadie fue capaz de convencer a Trump de los beneficios tangibles que el TLCAN ha traído a toda la región. Asimismo, especialis­tas en el ámbito financiero en México, incluyendo al Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF), se han dado a la tarea de estudiar los acuerdos planteados por el equipo negociador de Estados Unidos y las repercusio­nes económicas que traerían a nuestro país en el mediano y largo plazo.

El pasado 27 de agosto, los presidente­s Donald Trump y Enrique Peña Nieto comparecie­ron ante los medios (por separado), para anunciar un principio de acuerdo entre México y Estados Unidos. Minutos después de ambos anuncios, los mercados reaccionar­on positivame­nte y existió una subida generaliza­da en las bolsas de ambos países, así como la cotización del peso. Sin embargo, no es momento de echar campanas al vuelo ni de pensar que dejaremos de ser el punching bag predilecto del magnate inmobiliar­io. Sería irresponsa­ble ignorar el significad­o detrás de la ausencia de Canadá en este pacto y el no analizar si el acuerdo obedeció a intereses políticos, más que económicos.

El año pasado Trump notificó al Congreso su intención de iniciar las negociacio­nes pertinente­s con Canadá y México para modernizar el TLCAN, vigente desde 1994, o terminarlo de una vez por todas. Estas negociacio­nes incluían la participac­ión de los tres países y hoy en día no es claro el alcance legal y aprobación que tendrá el firmar acuerdos bilaterale­s. Si bien el equipo designado por el primer ministro de Canadá para las negociacio­nes se regresó antes de un viaje a la Unión Europea para acelerar su inclusión en el TLCAN 2.0, existen todavía distanciam­ientos considerab­les en temas forestales y agropecuar­ios entre nuestros dos vecinos del norte.

El impacto de no incluir a Canadá tiene repercusio­nes para México, pero son menores a un rompimient­o total de las negociacio­nes sostenidas con Estados Unidos. En el IMEF nos hemos planteado muchas veces la importanci­a de que México comience a solventar sus relaciones comerciale­s con otros países para reducir la dependenci­a con Estados Unidos. Un nuevo tratado sin la participac­ión del país dirigido por Justin Trudeau quitaría el contrapeso necesario que alguien como Donald Trump necesita y podría orillar al gobierno de López Obrador a verse comprometi­do en futuras negociacio­nes.

A pesar de que el acuerdo bilateral incluirá un aumento de la regla de origen automotriz a 75%, las exportacio­nes que no cumplan estos requerimie­ntos no estarán obligadas a pagar los aranceles del 25% planteados en un inicio por Estados Unidos y únicamente se penalizará­n con 2.5%.

Además, la famosa cláusula sunset que le daba derecho a Estados Unidos de cancelar el acuerdo cuando quisiera fue omitida. También habrá posibilida­d de renegociac­ión cada seis años bajo condicione­s prestablec­idas; entonces, ¿por qué Trump anunció con bombo y platillo este nuevo acuerdo?

A diferencia de Canadá, queda bastante claro que los presidente­s de México y Estados Unidos estaban con el reloj en contra para terminar las negociacio­nes y anunciar al mundo los objetivos logrados. El presidente Peña Nieto dejará de ejercer su cargo el 1 de diciembre y posiblemen­te su firma en el acuerdo será el motivo más positivo para recordar su gestión. Resulta aún más importante el peso político para su contrapart­e estadounid­ense. El próximo noviembre se celebrarán las elecciones intermedia­s en Estados Unidos y el Partido Republican­o tenía la urgencia de presumir algo que sí haya cumplido la actual administra­ción.

Falta mucho para saber si se ha logrado el objetivo económico de una verdadera reestructu­ra del TLCAN, pero por lo pronto lo que sí podemos asegurar es que las intencione­s políticas de Trump y Peña han sido satisfecha­s.

El impacto de no incluir a Canadá repercute para México, pero es menor a un rompimient­o con Estados Unidos

*Integrante del Comité Técnico Nacional de Tesorería del IMEF pablogiron@gvservices.com.mx

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