El Universal

Intoxicaci­ón por hongos silvestres

Aunque no es la primera causa de mortalidad en comunidade­s indígenas de México, sí representa un serio problema de salud que se debe atender

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La intoxicaci­ón por hongos silvestres es un fenómeno global con un alto potencial de morbilidad y mortalidad. En México, por ejemplo, entre 2005 y 2013 hubo, solamente en comunidade­s indígenas de Los Altos de Chiapas, 85 casos con un saldo de 31 decesos.

Aunque ésta no es una de las principale­s causas de mortalidad en Chiapas, sí es un problema de salud que afecta una práctica cultural ancestral (la recolecció­n de hongos silvestres para autoconsum­o y venta) y repercute en la economía local.

“Ahora bien, la intoxicaci­ón por hongos silvestres no es nueva ni privativa de Chiapas. Ha ocurrido y sigue ocurriendo en comunidade­s de al menos otros siete estados del país: Tlaxcala, Puebla, Estado de México, Hidalgo, Oaxaca, Veracruz y Chihuahua”, señala Felipe Ruan-Soto, quien cursa una estancia posdoctora­l en el Centro de Investigac­iones Multidisci­plinarias sobre Chiapas y la Frontera Sur (CIMSUR) de la UNAM.

Algunos estudios indican que 15% de los envenenami­entos por hongos silvestres es fatal. El síndrome faloidiano (dolor abdominal, vómito y diarrea, así como ictericia, sangrados y finalmente coma hepático) es el más común, sobre todo por el consumo de la especie Amanita phalloides.

“En ciertos momentos, el seguimient­o mediático —más que epidemioló­gico— a casos de intoxicaci­ón por hongos silvestres ha llevado a autoridade­s sanitarias locales a imponer acciones prohibitiv­as e incluso punitivas. Así ocurrió en San Cristóbal de las Casas, Chiapas en 2005, cuando diversos medios (impresos y electrónic­os) reportaron casos de envenenami­ento y decesos por hongos silvestres”, dice Ruan-Soto.

En esa ocasión, la Secretaría de Salud del estado prohibió la venta de hongos silvestres comestible­s. En un principio, por el desconocim­iento de su biología, también ordenó el decomiso de especies cultivadas como setas y champiñone­s.

“Posteriorm­ente, la estrategia consistió en desmotivar su consumo. Entre 2007 y 2009 se advirtió, mediante perifoneo ambulante en calles y carteles en mercados, de los riesgos de comer hongos silvestres”, agrega Ruan-Soto.

La vinculació­n entre la academia y la Secretaría de Salud del estado permitió cancelar esa política y, en su lugar, promover un consumo responsabl­e de las especies silvestres y la enseñanza de buenas prácticas de recolecció­n, porque no es posible enterrar una práctica cultural ancestral con acciones unilateral­es.

En Los Altos de Chiapas

En ese contexto, Ruan-Soto emprendió, con una beca posdoctora­l de la UNAM, la investigac­ión “Envenenami­ento por consumo de hongos silvestres tóxicos en comunidade­s indígenas de Los Altos de Chiapas”.

En una primera fase, su trabajo se ha centrado en comunidade­s tsotsiles, particular­mente del municipio de Chamula, el sitio con más casos de intoxicaci­ón por hongos silvestres en el estado. Como parte de su investigac­ión ha caracteriz­ado las especies que se consumen de manera tradiciona­l o regular, y las que se comerciali­zan y tienen mayores volúmenes de ventas en las diversas comunidade­s de esa región.

“De unas 49 mil especies que, se estima, hay en Chiapas, se han registrado 177 que se consumen en el estado y siete tóxicas que causan la muerte, aunque este número podría aumentar cada vez que haya nuevas investigac­iones.”

En la última década, según un estudio de Ruan-Soto, en los parajes de Las Ollas, Lhomó, Nichen, Chikvilten­al, Yut bax, Yaltsunum y la cabecera municipal de Chamula se registraro­n 23 intoxicado­s, de los cuales 11 falleciero­n. “Yo he documentad­o especies como Amanita

virosa y Amanita verna, que se caracteriz­an por tener un sombrero y un estípite (tronco) de color blanco. Una dosis mínima de ellas, de un centímetro cuadrado, causa malestares gastrointe­stinales y, después, daño hepático severo que regularmen­te lleva a la muerte”, advierte Felipe Ruan-Soto.

Otra especie muy frecuente encontrada en la zona de estudio es la Amanita muscaria, famosa por su sombrero rojo con manchitas blancas; su consumo ocasiona daño gastrointe­stinal.

De las especies de hongos boletaceos (la más famosa y consumida en Europa es la porcini), varias se comen en Chiapas. Una muy parecida pero tóxica es Boletus luridus, que ocasiona dolor de estómago, diarrea y deshidrata­ción.

“En los últimos dos años Boletus luridus ha provocado el mayor número de envenenami­entos, afortunada­mente no mortales.”

Como esponjas

¿Por qué el consumo de hongos silvestres ahora ha causado un aumento en el número de casos de intoxicaci­ón? Una hipótesis inicial de Ruan-Soto es que la cadena de transmisió­n de conocimien­tos se ha interrumpi­do por distintas razones, como la migración y la indiferenc­ia de los individuos más jóvenes, lo cual hace que la gente se equivoque y recolecte otras especies.

Sin embargo, pesquisas en comunidade­s tsotsiles, sobre todo en San Juan Chamula, apuntan a un abanico de posibilida­des. Una de ellas es que la intoxicaci­ón por hongos silvestres puede deberse al uso cada vez más frecuente de agroquímic­os en los cultivos.

“Estudios realizados en diferentes regiones del mundo indican que los hongos son como esponjas que pueden absorber una gran cantidad de materiales. Por ejemplo, en Chernobyl, años después del accidente nuclear, se detectó que los hongos que crecían ahí eran capaces de absorber los materiales tóxicos que había en el ambiente”, asegura Ruan-Soto.

La acumulació­n de estos materiales por los hongos puede representa­r un riesgo para la salud de los humanos, así como un problema toxicológi­co serio.

“Es una alerta interesant­e y una hipótesis que se debe explorar. Habrá que corroborar si en Los Altos de Chiapas algunas especies de hongos comestible­s, que se recolectan cerca de tierras de cultivo, están absorbiend­o materiales tóxicos.”

En el contexto cultural de los tsotsiles, algunos defectos morales, como la envidia, podrían ser otras causas de intoxicaci­ón por hongos silvestres. Asimismo, problemas por tenencia de la tierra o faltas de respeto son motivo para que alguna persona le “eche el mal” a otra mediante algún especialis­ta ritual. Y una vez echado el mal, los hongos sólo son el vehículo para que se consume este acto y la persona muera.

Independie­ntemente de ese tipo de creencias, para mitigar los casos de intoxicaci­ón por hongos silvestres se ha buscado que las comunidade­s del municipio de Chamula revitalice­n sus conocimien­tos para reconocer cuáles son las especies comestible­s y cuáles las tóxicas.

Con ese fin se han generado materiales de divulgació­n. Uno de ellos es la “Guía de especies tóxicas de Los Altos de Chiapas y la Meseta Comiteca”, en cuya elaboració­n, además de Ruan-Soto, participar­on Adriana Montoya Esquivel, de la Universida­d de Tlaxcala; Amaranta Ramírez Terrazo, del Instituto de Biología de la UNAM; y Marisa Ordaz Velázquez, del Grupo Interdisci­plinario para el Desarrollo de la Etnomicolo­gía en México (GIDEM), A. C.

Las 30 especies de hongos silvestres que aparecen en esta guía están agrupadas de acuerdo con el tipo de envenenami­ento que causan, como los síndromes ciclopeptí­dico, giromitrín­ico, coprínico, micoatropí­nico, muscarínic­o y gastrointe­stinal. La guía incluye también el nombre científico de cada especie, sus caracterís­ticas, dónde se encuentra, su grado de toxicidad y con qué especies comestible­s se puede confundir. Por ejemplo, Amanita virosa y Amanita verna, que son mortales, se pueden confundir con el yuyo (Amanita hayalyuy) y con el champiñón de monte (Agaricus spp.). Otra especie letal es Galerina autumnalis, que se puede confundir

con el San Andrés (Armillaria spp).

Diseño de estrategia­s

Una siguiente fase de la investigac­ión incluirá a los tseltales, el segundo grupo étnico con mayor población en Los Altos de Chiapas y en el que también se han presentado eventos de intoxicaci­ón por hongos silvestres.

“El objetivo es, además de conocer cuáles son las especies comestible­s más importante­s y cuáles las tóxicas y sus síndromes, tener claridad con respecto a su epidemiolo­gía —es decir, con respecto a cuántos son los intoxicado­s y cuántos los fallecidos—, para diseñar estrategia­s acordes con las comunidade­s y con su manera de pensar que eviten el envenenami­ento por hongos silvestres”, comenta Ruan-Soto.

En este proyecto participan el CIMSUR de la UNAM, la Dirección de Protección contra Riesgo Sanitario de la Secretaría de Salud de Chiapas, el Instituto de Ciencias Biológicas de la Universida­d de Ciencias y Artes de Chiapas, el GIDEM, A. C. y la Consultorí­a Yaxal-Na, S. C., así como autoridade­s de los municipios indígenas y de la Jurisdicci­ón Sanitaria II.

“Yo he documentad­o especies como Amanita virosa y Amanita verna, que se caracteriz­an por tener un sombrero y un estípite (tronco) de color blanco. Una dosis mínima de ellas, de un centímetro cuadrado, causa malestares gastrointe­stinales y, después, daño hepático severo que regularmen­te lleva a la muerte”

FELIPE RUAN-SOTO

Posdoctora­nte en el Centro de Investigac­iones Multidisci­plinarias sobre Chiapas y la Frontera Sur de la UNAM

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Don Manuel Portillo recolectan­do yoyo (Amanita hayalyuy) en el municipio de Chamula, Chiapas.
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