El Universal

ODEBRECHT, EN CRISIS

Con su imagen afectada por la corrupción, la mayor constructo­ra de AL sólo consigue obras dentro de su país

- Texto: O GLOBO

Manchada por la corrupción, la firma constructo­ra no consigue nuevos contratos fuera de Brasil.

Sao Paulo

En la recepción del noveno piso de la sede del Grupo Odebrecht, en Sao Paulo, el tiempo parece haberse detenido. La fecha más reciente de las revistas es de inicios de 2015 y aún retratan el dinamismo de la época, desde grandes proyectos en Caracas a la hidroeléct­rica de Laúca, en Angola, pasando por el recorrido ecológico trazado a orillas del río Guayllabam­ba, en Ecuador, que incluye la Central Hidroeléct­rica de Manduriacu. Las preocupaci­ones giraban en torno a la sustentabi­lidad del medio ambiente.

En los tres años siguientes, la mayor constructo­ra de América Latina pasó del cielo al infierno por las investigac­iones de la Operación Lava Jato. Su principal ejecutivo cayó preso; reconoció haber pagado sobornos a cambio de negocios en 12 países, incluyendo 10 de Latinoamér­ica; firmó un acuerdo por el cual deberá desembolsa­r unos 996 millones de dólares —786 millones de ellos en Brasil—, en 23 años. La firma pidió perdón, pero aún no ha sido perdonada.

Según el último balance del grupo, hasta fines de 2017 había cerrado acuerdos con República Dominicana, Ecuador, Panamá y Guatemala, además de convenios con las autoridade­s estadounid­enses, suizas y brasileñas. Hay pactos preliminar­es y colaboraci­ones en curso también en Perú, México y Angola. Pero a la empresa aún se le impide ser contratada por el sector público en Perú, México y Ecuador.

En Argentina, Odebrecht sigue sin poder prestar nuevos servicios al sector público y la negociació­n está trabada. Faltan leyes que regulen la lenidad y hay temor de sobra entre políticos y contratist­as locales, recelosos de lanzar al país a un caldero anticorrup­ción, semejante a lo que ocurre en Brasil y que arrastra a políticos de varios partidos.

La cartera de proyectos de Odebrecht, que se desplomó de 33 mil 700 millones de dólares en junio de 2014 a 14 mil 400 millones de dólares en septiembre de 2017, recién ahora comienza a recomponer­se. Tras más de un año sin nuevas obras, el grupo anunció tres contratos en Brasil, dos de los cuales son en el sector público. Fue contratada para ampliar la capacidad termoeléct­rica de Santa Cruz, en Río de Janeiro (unos 151 millones de dólares), construir el sistema integrado de transporte de Belén, en Pará (alrededor de 137 millones de dólares), y realizar los estudios necesarios para la construcci­ón de un puerto marino privado al norte de Espírito Santo, con una inversión prevista de más de 550 millonesde dólares. Todos los nuevos proyectos están en Brasil.

En el exterior, Odebrecht dice que está disputando obras presupuest­adas en 70 mil millonesde dólares, pero el único proyecto divulgado es la construcci­ón de una hidroeléct­rica por 3 mil millones de dólares en Tanzania, donde la empresa no fue afectada por el escándalo.

En Estados Unidos —donde fueron definidas bases para un acuerdo de lenidad con la Justicia—, Odebrecht sigue con cuatro obras que estaban en curso: tres en el sector vial y una en el aeropuerto de Miami, cuya construcci­ón lleva la marca de la constructo­ra brasileña. Pero en marzo pasado, cuando un puente peatonal de 864 toneladas y 53 metros de largo, que unía el campus de la Universida­d Internacio­nal de Florida con el barrio vecino de Sweetwater se desmoronó, la constructo­ra fue llamada a trabajar en la remoción de los escombros, lo que da indicios de que la relación comercial prosigue.

Con una deuda de unos 2 mil 800 millones millones de dólares, Odebrecht enfrenta también una crisis financiera. La constructo­ra cerró un acuerdo en mayo con cinco bancos y consiguió una línea de crédito por 655 millones de dólares. Con el préstamo, logró retirar bonos emitidos en el exterior que habían vencido en abril por un valor de 131 millones de dólares, aproximada­mente.

Sin embargo, el mayor desafío es recuperar su reputación para reabrir los mercados en el exterior. Antes de la Operación Lava Jato, la diversidad geográfica de las obras ayudaba, incluso, a reducir el impacto del aumento de los costos. De los 14 países donde la empresa mantenía oficinas en 2014, sólo tres no quedaron implicadas en la Lava Jato: Portugal, Emiratos Árabes y Libia.

En los países donde el grupo aún debe firmar acuerdos de lenidad con la justicia, las trabas políticas se mezclan a los impasses causados por la legislació­n local. Es el caso, por ejemplo, de Perú, donde el acuerdo preliminar con el Ministerio Público fue consolidad­o en enero de 2017 y la colaboraci­ón está en pleno funcionami­ento, pero la ley impedía nuevas contrataci­ones a empresas que hubieran reconocido la práctica de ilícitos. Apenas en marzo pasado el país aprobó una nueva ley, que amplía el poder del Ministerio Público y permite que los acuerdos de lenidad incluyan beneficios a las empresas, como la rehabilita­ción para nuevos negocios.

Las leyes peruanas dificultan incluso la capacidad de Odebrecht de deshacerse de activos. La empresa firmó un contrato para la venta de la hidroeléct­rica de Chaglla y el proyecto de irrigación Olmos, pero todavía espera la reglamenta­ción de la nueva ley, que somete a la aprobación del Ejecutivo la transferen­cia a terceros de activos de empresas que estén en proceso de colaboraci­ón con la Justicia.

Las peculiarid­ades de cada país vuelven todavía más lento el proceso de negociació­n y las denuncias por corrupción terminaron por generar cuestionam­ientos al valor de los contraros. En República Dominicana, por ejemplo, donde se firmó un acuerdo de lenidad, hay resistenci­a de las autoridade­s locales para aceptar un adicional de 708 millones de dólares en la obra de la hidroeléct­rica de Punta Catalina. Otras cinco obras de la constructo­ra brasileña en el país siguen sin problemas, como carreteras y el acueducto Hermanas Mirabal.

En Ecuador, donde también se cerró un acuerdo, Odebrecht entregó las obras del oleoducto Pascuales-Cuenca en febrero de 2017, pero aún no ha cobrado por el proyecto. Según Odebrecht, la estatal ecuatorian­a acumula una deuda contractua­l por 50 millones de dólares desde 2015.

En Colombia, Odebrecht devolvió, en virtud de un acuerdo, su participac­ión en dos concesione­s: Ruta del Sol y Río Magdalena. Como había realizado inversione­s, la empresa recurrió al arbitraje para recuperar cerca de 780 millones de dólares adeudados por el gobierno local.

Sin nuevos contratos, Odebrecht entrega dentro del plazo las obras pagadas, pero su cartera acumula contratos que presentan atrasos en el pago, dificultan­do el flujo de caja.

Es el caso de Venezuela. Inmerso en una crisis económica y política, el país tiene una posición relevante en la lista de obras de la constructo­ra brasileña. Son 10 proyectos en ejecución, que van a un ritmo muy lento. Sin dinero, el gobierno de Nicolás Maduro también perdió íntegramen­te los financiami­entos del BNDES —el Banco de Desarrollo de Brasil— patrocinad­os por el gobierno brasileño. Sólo dos de las obras —la Línea 5 de Metro en Caracas y la línea 2 de Metro de Los Teques— perdieron unos 315 millones de dólares de recursos del banco de fomento brasileño.

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La sede de la constructo­ra brasileña Odebrecht en Brasil. Tras los escándalos de sobornos en que se vio inmersa, la empresa busca recuperar su reputación.
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