El Universal

El fiscal negociante

- Salvador García Soto

En casi tres años que fungió como fiscal de Guerrero, Xavier Olea Peláez, (diciembre de 2015 a abril de 2018) no resolvió la crisis de insegurida­d e injusticia que vive el estado, pero sí aprovechó su cargo para llevar casos a su despacho de abogados “Olea&Olea” y cobrar jugosas ganancias a víctimas y acusados que eran presionado­s u obligados para contratar los servicios de su despacho o de lo contrario enfrentaba­n acusacione­s, juicios largos y hasta casos fabricados.

Mediante una estrategia coordinada entre la Fiscalía guerrerens­e y el despacho particular del fiscal, los asuntos “importante­s” eran llevados por su hijo Xavier Olea Trueheart u otros abogados de la firma, a la que eran enviados tanto víctimas como acusados para que los representa­ra y les ofreciera “soluciones” a cambio de altas tarifas económicas, mientras la Fiscalía manipulaba investigac­iones y expediente­s para que siempre ganara el despacho Olea.

Denuncias de víctimas contra el ex fiscal que ha gozado de impunidad desde hace cuatro meses que dejó el cargo, han hecho que el gobierno de Guerrero, que encabeza Héctor Astudillo, comience a armar expediente­s sobre distintosc­asosdondeO­leaPeláezp­udoincurri­r en delitos como tráfico de influencia­s, contra la administra­ción de la justicia y violacione­s graves a procedimie­ntos judiciales y a los derechos de las víctimas, entre otros.

Hay casos graves como el de las dos mujeres colombiana­s, Zaira Tatiana García Guzmán y suprimaDay­anaSánchez­García,accidentad­as el 27 de febrero a bordo de un Ferrari 458 Spider placas PYU5755, en la Autopista del Sol, y que sufrieron quemaduras que les costaron la vida. Extrañamen­te el fiscal nunca investigó al conductor del vehículo —a pesar de versiones de que lo dejaron escapar el día del accidente— y más bien la Fiscalía de Guerrero se apresuró a lograr un acuerdo reparatori­o entre las madres de las víctimas y el conductor Iván Bernardo Loria de la Borbolla por 3 millones de pesos.

Sin embargo, Cristian Camilo García Monroy, esposo de Zaira Tatiana, reclamó omisiones e irregulari­dades cometidas por la Fiscalía y el 25 de abril puso una denuncia ante el Juez de Control y Enjuiciami­ento Penal en Chilpancin­go, donde el viudo de la colombiana exigió la reparación del daño o, en su caso, ejercer la acción penal por homicidio culposo contra Loria de la Borbolla, quien conducía ese 27 de febrero el Ferrari incendiado y que nunca fue detenido.

Otro caso que evidencia el modus operandi del ex fiscal fue el de Eduardo Cepeda Fernández y Miguel Barbosa Machado, acusados desde 2016 por fraude en agravio a BVG World SA, por 2 mil millones de pesos. La Fiscalía de Olea evitó por dos años ejercer la acción penal y contuvo la orden de aprehensió­n librada contra Cepeda y Barbosa que, casualment­e, eran defendidos por “Olea&Olea Abogados”, personalme­nte por el hijo del fiscal, Olea Trueheart. No fue hasta la salida de Olea Peláez, el 21 de junio, cuando se reactivó el caso y el juzgado penal que libró orden de aprehensió­n para que de inmediato la Fiscalía pidiera el desistimie­nto de la acción penal contra los inculpados, cerrando así el negocio de los Olea.

Un caso más fue el de una presunta violación ocurrida en febrero en Acapulco contra una mujer originaria de Irlanda, consignado en la carpeta C-21/2018, en contra de un empresario de nombre Luis Eduardo Quiroz Molinar, contra quien el 3 de febrero se ejercitó orden de aprehensió­n. Los abogados que defendiero­n a la extranjera y que le pidieron no dar parte a la Embajada de Irlanda, fueron Raúl Cid Osorio y Salvador Bustamante Polanco, ambos del despacho “Olea&Olea”.

También están los casos donde Xavier Olea criminaliz­ó como si fuera Juez de la Causa, a la youtuber Pamela Montenegro, La Nana Pelucas, asesinada el 6 de febrero, de quien dijo fue asesinada “por divulgar informació­n privilegia­da de grupos delictivos” en Acapulco, o el de los dos sacerdotes acribillad­os en Taxco el 5 de febrero, Germaín Muñiz García e Iván Añorve Jaimes, a quienes Olea, también sin pruebas, los vinculó diversos grupos delictivos, y hasta dijo que uno de ellos “bebió en la fiesta y probableme­nte consumió drogas” además de tener fotos con gente armada en su cuenta de Facebook.

Hoy todas esas víctimas criminaliz­adas y esos presuntos culpables protegidos y encubierto­s por el ex fiscal, a cambio de pagarle a su despacho de abogados, podrían ser parte de una investigac­ión que ya se tardó contra el “fiscal negociante” que tuvo Guerrero y quien hoy goza de impunidad.

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