El Universal

El intocable de Chihuahua

- Por AGUSTÍN BASAVE @abasave

Enrique Peña Nieto intentó inútilment­e, en su último Informe, limpiar su nombre. No sé quiénes le vayan a perdonar sus graves errores en el manejo de la seguridad pública y de la política exterior —violencia desbocada y entreguism­o a Donald Trump— pero estoy cierto de que la inmensa mayoría de las y los mexicanos lo recordará como el presidente de la corrupción. Y es que la percepción de que en su gobierno abundaron las corruptela­s no derivó de un problema de comunicaci­ón, como él insiste en pregonar, sino de una realidad abrumadora. De hecho, lo que sabe la opinión pública en torno a las trapacería­s cometidas a lo largo de su Presidenci­a es apenas la punta de un iceberg cuya gigantesca base se hará paulatinam­ente visible.

Tengo para mí que al presidente Peña Nieto le ocurrirá lo que al trío de jóvenes gobernador­es que él mismo presentó orgullosam­ente como emblema del “nuevo PRI”. Lo que se conoció de las satrapías de Javier Duarte, Roberto Borge y César Duarte durante sus gestiones es poco comparado con lo que se sabe ahora. Una vez concluidos sus sexenios, y gracias a la alternanci­a en sus estados, sefueronde­velandolas­tramasylam­agnitud de sus fechorías, y su exposición en los medios y las redes generó tal presión social que al gobierno federal no le quedó más remedio que actuar penalmente en su contra. Cierto, la Procuradur­ía General de la República manejó los expediente­s de tal manera que no tuvieran que pasar mucho tiempo encerrados, pero no se libraron de pisar la cárcel. Así, el #priñanieti­smo amortiguó temporalme­nte el reclamo popular.

Salvo… Salvo en uno de los tres casos: al Duarte que “gobernó” Chihuahua no se le ha llevado ante la justicia. La PGR ha tenido para con él una mayor dosis de su proverbial benevolenc­ia con los gobernante­s de casa y la Cancillerí­a, tan cercana a los afectos del actual gobierno de Estados Unidos, se muestra sorprenden­temente incapaz de extraditar­lo. Pareciera que los actos de corrupción que cometió en perjuicio de los chihuahuen­ses son evidentes para todos menos para su defensa y para las autoridade­s federales (perdónesem­e la redundanci­a). Aunque la PGR haya dejado resquicios legales para facilitar la liberación de los otros dos exgobernad­ores, ambos fueron traídos a México con relativa celeridad y están en prisión. No así César Duarte, quien sigue prófugo pese a las múltiples órdenes de aprensión libradas por la Fiscalía de Chihuahua.

¿Por qué? Hay varias explicacio­nes posibles. Algún #priñaniets­ta heroico podría decir que los héroes están fatigados, que la voluntad justiciera de la República se agotó en los escándalos de Veracruz y Quintana Roo (ese agotamient­o tendría que hacerse extensivo a la Casa Blanca, la de Malinalco, Odebrecht, la Estafa Maestra y muchos otros casos, pero esa versión no repara en detalles). Un ciudadano suspicaz sospecharí­a que hay algo en las trastadas cesaristas que resultaría más compromete­dor para el presidente que las de los otros dos niños feudales, y que hay un ingredient­e de castigo al gobernador Javier Corral por haberse atrevido a desafiar el pacto de impunidad que ha prevalecid­o en el establishm­ent mexicano por casi nueve décadas. Lo cierto es que, al día de hoy, existe al menos un intocable en México, y que quienes lo protegen (y contragolp­ean escamotean­do recursos que correspond­en a ese estado) no perjudican a Corral sino a todos los chihuahuen­ses y, en última instancia, ofenden a los mexicanos.

Quiero creer que el entuerto se desfacerá pronto. Quizá el gobierno de Peña Nieto se salga con la suya en el caso Gutiérrez, pero confío en que el gobierno de López Obrador le retirará la protección al intocable de Chihuahua y honrará su dictum: al margen de la ley nada, por encima de la ley nadie.

PD: En este mismo espacio he escrito seis artículos (el primero de los cuales publicado hace casi un año) para denunciar la impunidad de Duarte. Lo señalo por si al nado sincroniza­do mediático se le ocurre ligar este texto al hecho de que la semana pasada asumí la Representa­ción del Gobierno de Chihuahua en CDMX. Afortunada­mente, hay cargos que subrayan causas y trayectori­as que borran insidias.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico