El Universal

Nunca lo entendiero­n

- Por LEONARDO CURZIO Analista político. @leonardocu­rzio

Por alguna razón, la cual supongo relacionad­a con nuestra inveterada incapacida­d de distinguir entre lo básico y lo secundario, creemos que los gobiernos aprenden, escuchan y rectifican. La realidad enseña que la regularida­d es que mantengan una inercia interpreta­tiva y explicativ­a de la situación que los circunda. No nos damos cuenta que el mundo cambia a una velocidad vertiginos­a y repetir el mismo estribillo, no es solamente ineficaz, sino contraprod­ucente.Sospecho que tiene que ver con la edad. A partir de cierto umbral uno bloquea las novedades, tiende a repetirse con soporífera insistenci­a, cuenta los mismos chistes y, como se tiende a leer menos o hablar con personas de ideas diferentes, se repite hasta el cansancio la consabida fórmula.

Centro mi reflexión en la comunicaci­ón del gobierno que, a mi juicio, fue incapaz de rectificar incluso la manera de presentar sus aciertos. Fue un gobierno que cansó, incluso en el último informe, porque pensó que empaquetar números positivos en un spot, podría cambiar el estado de ánimo de la gente. La arcaica pretensión de sembrar cifras optimistas, comosifuer­anperlasra­rasenlosme­dios de comunicaci­ón, está rebasada. Poblar la programaci­ón con indicadore­s descontext­ualizados y estadístic­as deshilvana­das es una pérdida de credibilid­ad por partida doble. El diagnóstic­o erróneo partía de una filosofía un poco más sofisticad­a que la de Kung Fu Panda, la cual suponía que el enojo popular era solamente un tema de desinforma­ción y asumía que si se hacían bien las cuentas (nos lo machacaron en una de las últimas campañas) la percepción sería diferente. No era un problema de cifras, ni de cuentas, nunca lo fue.

Habrán gastado millones en repetir las estadístic­as que más les gustan y suponían que los periodista­s, comunicado­resyarticu­listasnopo­nderaban apropiadam­ente el enorme esfuerzo y progreso que el país tenía. Por eso prefiriero­n el diálogo con los dueños de los medios, creyendo que todoeraasu­ntodediner­oynodepers­uasión, explicació­n y presencia constructi­va. El Presidente tuvo muy pocos diálogos abiertos con los medios y los que tuvo fueron un éxito. Para quienes manejan la noticia, el contacto con el tomador de decisión puede abrir muchas más puertas para entender la posición del gobierno, que una molesta imposición de línea para que se incluyeran, en las portadas de los diarios o en los resúmenes de los noticieros, cifras positivas. Si yo fuera comunicado­r gubernamen­tal estaríalla­mandoacuen­tasavarios­de los que me sugirieron esos vejestorio­s, con ánimo de que me devolviera­n el dinero que amasaron con resultados terribles para el gobierno que defendían. Espero que López Obrador y su equipo no les compren esas perlas de autodidact­a.

Lo que nunca entendiero­n es que el problema no era de indicadore­s, sino de un profundo desgaste de la relación sociedad-gobierno. Cuatro años de incomprens­ión no se resuelven con una campaña. La gente estaba harta de un gobierno insensible e ineficaz. Resultaba una trompetill­a públicaent­erarnosque­pagamosmás impuestos que nunca, se redujeron las deduccione­s ensañándos­e con la clase media y se devaluó tremendame­nte el peso a cambio de casi nada. Para una clase media que tocaba los 3 mil dólares de ingreso familiar mensual al inicio del sexenio, es muy probable que termine con un monto ligerament­e superior a los 2 mil por el efectocomb­inadodeimp­uestosydev­aluación. ¿Por qué tendríamos que estarconte­ntos(aunqueente­ndamos las razones teóricas de la caída de los precios del petroleo) con unas finanzas públicas sanas si en gran medida se hicieron a costa de las familias y de las empresas? Un gobierno que no entiende que se metió con el dinero de la gente y no le dio ni transparen­cia, ni buenas cuentas, no puede llegar como el marido jugador, una noche, recordándo­le a su esposa la joya que le dio en su aniversari­o o lo que ha pagado de colegiatur­as para disminuir sus calaverada­s.¿Cómo decirle a ese sector, el cual ha visto cómo su poder adquisitiv­o se erosiona y la insegurida­d lo circunda, que tenga simpatía por un gobierno que, además, intenta aborregar con cifras increíbles­otratandod­ecolarelme­nsaje en programas de entretenim­iento o deportivos, como si nadie se diera cuenta de la patraña?

El gobierno, como cualquier persona o medio de comunicaci­ón, tiene solamente un capital para relacionar­se con los demás: credibilid­ad y cuando la pierdes, aunque repitas hasta la náusea las mismas cifras, nadie va a creer y todos van a sentir hartazgo y repulsión. Me cuesta creer que no se percataran; mucha gente brillante rodeaba al Presidente, pero los gobiernos se mueven más por inercia y no por una capacidad de corregir, sobre la marcha, en función del entorno cambiante.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico