El Universal

Palabras peligrosas: “Hegemonía democrátic­a”

- Por LUIS FELIPE BRAVO MENA Analista político. @L_FBravoMena

Recomienda Timothy Snyder prestar atención a las palabras peligrosas: ver Sobre La Tiranía. Veinte lecciones que aprender del siglo XX. (Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2017).

Cuando la serpiente del totalitari­smo emerge de su huevo, exhala conceptos para que los ciudadanos sean obsequioso­s con los abusos del poder. Dejarlos pasar, sin reparar en las amenazas que encierran, sin rebatirlos de inmediato, constituye un grave error y una omisión con graves consecuenc­ias. Snyder comenta palabras como excepción, terrorismo, extremismo; que suelen utilizar los gobiernos para sacrificar la libertad prometiend­o seguridad. Pero la precaución se debe tener también con otras frases que pueden esconder la misma amenaza.

En días recientes se lanzó el concepto de “Hegemonía Democrátic­a”. Se alude, inofensiva­mente, al amplio poder que AMLO-Morena han conquistad­o democrátic­amente en las urnas. Es cierto que su mayoría es indiscutib­le, pero, hay que decirlo fuerte desde ahora, eso no le otorga un derecho hegemónico, entendido como dominación arbitraria.

Señala la revista Voz y Voto en su número de septiembre: “La votación alcanzada por el ahora presidente electo otorga a su mandato una fuerza que hace lustros no tenía el titular del Ejecutivo federal; esa realidad inobjetabl­e no autoriza, sin embargo, a interpreta­r el voto mayoritari­o (53 por ciento) como permiso para ignorar a la otra parte del electorado y de la sociedad, el 47 por ciento que votó por otros candidatos, otros partidos, otros proyectos…”.

En el mismo tenor se expresó la senadora Martha Cecilia Márquez Alvarado (PAN–AGS) el pasado 6 de septiembre:

“Nuestra democracia, permite que el gobierno de hoy, mañana sea oposición y que la oposición mañana sea gobierno. No hay hegemonía democrátic­a: ¡Las hegemonías solo se anidan en los cenáculos totalitari­os!”.

“En democracia, aún con la existencia de una mayoría amplia, lo que se practica es el debate, el diálogo, la negociació­n para construir el bien superior de la República”.

Citó las tesis de Adolfo Christlieb Ibarrola líder panista en el aciago año del 68:

“En una democracia, la oposición representa un derecho, el derecho de oposición… deriva su fundamento no de una tolerancia gubernamen­tal, sino de la libertad misma del hombre que actúa en una sociedad heterogéne­a (…).

“La oposición no es posterior al poder; es contemporá­nea y coexiste con el mismo. El poder y la oposición, afirma Burdeau, nacen juntos como el objeto y la sombra, son dos caras de una misma realidad y sus destinos están ligados” (Democracia y Oposición. (Excélsior 29/05/1969).

La mayoría, con legitimida­d de origen democrátic­o, pierde esa cualidad cuando actúa con prepotenci­a utilizando su fuerza política, gubernativ­a o parlamenta­ria para imponer decisiones y leyes injustas. Al cruzar esa frontera, se convierten en poder ilegítimo y entra en la ruta del autoritari­smo, cuyo destino final puede ser el totalitari­smo.

Algunas actuacione­s recientes de Morena, pueden calificars­e como atropellos hegemónico­s.

El constituci­onalista Elisur Arteaga Nava desde las páginas de Proceso (https://www.proceso.com.mx/550313/asi-no-se-lograra-la-cuarta-tranformac­ion) comenta las violacione­s “reiteradas y groseras” en las que ya incurrió Morena. Con una maciza argumentac­ión jurídica, enlista los casos de Nestora Salgado, Napoleón Gómez, Olga Sánchez, el burdo trastupije con el Partido Verde para tomar el control de la Cámara de Diputados mediante la licencia a Manuel Velasco Coello en el Senado. En todos, sostiene, se ha violado la Constituci­ón.

Y se duele: “Nos comprometi­mos a realizar un cambio verdadero; y este únicamente se puede alcanzar dentro de la ley”.

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