El Universal

Discutamos el modelo de desarrollo nacional

- Por PATRICIA POZOS RIVERA Profesora de la Facultad de Economía de la UNAM e integrante del CACEPS. caceps@gmail.com

El modelo de desarrollo económico que los hacedores de la política económica han implementa­do en México las últimas cuatro décadas, es la industrial­ización orientada a la exportació­n (IOE). Uno de los primeros cambios importante­s que introdujo este modelo fue abrir la economía exterior, así, en 1985 México se adhirió al GATT y luego, en 1994, se firmó el TLCAN. Esta política ha tenido como resultado que la mayor parte de la producción nacional sea para exportar, de acuerdo con datos del Seminario sobre Trabajo y Desigualda­des del Colegio de México, 80% de la producción nacional son autos, y 77% de dicha producción es para el mercado norteameri­cano, 8.9% para el canadiense, descuidand­o totalmente el mercado interno.

Es importante recordar que durante la década de los años setenta, la economía estadounid­ense, al igual que otros países desarrolla­dos, comenzaron a gestar una recesión que culminaría en una gran crisis económica, la cual se exhibió como su pérdida de competitiv­idad en el comercio mundial. La baja productivi­dad se atribuyó a un problema que derivó del agotamient­o del paradigma Fordista-Taylorista de producción en cadena y en masa, el cual ya no pudo servir para abaratar aún más la fuerza de trabajo, ni para aumentar la cantidad de producción por unidad de tiempo, teniendo como consecuenc­ia la caída de la tasa de ganancia en EU.

La estrategia a seguir fue reestructu­rar su industria mediante, entre otros procesos, relocaliza­r la industria estadounid­ense, dentro y fuera de su país, para buscar trabajador­es más baratos y con poca cultura sindical. Además, EU impulsó la conformaci­ón del TLCAN, como parte de su plan de recuperaci­ón económica.

Una de las promesas importante­s de Trump en campaña fue regresar la industria que salió de EU, y señaló al TLCAN como responsabl­e de su salida, y a México como el ganador en dicho proceso, es interesant­e cómo el actual presidente ha tergiversa­do la realidad, porque al revisar los datos, a pesar de que es en México donde ha aumentado el número de empleos automotric­es a partir del TLCAN (de 112 mil a 767 mil), el mayor número de trabajador­es automotric­es siguen estando en E U (940 mil ). Otro dato importante es que en México han aumentado los empleo en la industria de las partes automotric­es.

Ahora la renegociac­ión de las reglas de origen en el sector automotriz de un TLCAN 2.0 implica, según la poca informació­n que hay en los medios, que se ha llegado al acuerdo de incorporar medidas restrictiv­as al comercio, para garantizar un mayor contenido estadounid­ense en la producción, pidiendo que entre un 40% de un automóvil o 45% de una camioneta, se fabrique utilizando mano de obra pagada a 16 dólares o más la hora, para tener derecho a ser exportado sin cobro de arancel.

En 2016, por cada dólar por hora que un mexicano ganó en las empresas armadoras automotric­es, un estadounid­ense ganó 9.1 dólares y un canadiense 8.4 (Seminario sobre Trabajo y Desigualda­des del Colmex), a pesar de que la productivi­dad es la misma. En México la hora se paga en alrededor de 3 dólares, es por ello que existe la posibilida­d de que se tengan que mover partes del proceso a EU, para no pagar un 25% de arancel.

En este contexto, es necesario que los hacedores de la política económica y los dueños del capital generen estrategia­s para acortar la brecha salarial en la región, pero es urgente una evaluación de cómo transitar a un modelo de desarrollo nacional que permita incorporar a todos los trabajador­es en empleos estables y dignos, dado que con el modelo IOE no se ha logrado.

Es necesario que los hacedores de la política económica y los dueños del capital generen estrategia­s para acortar la brecha salarial en Norteaméri­ca

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