¿CÓMO SURGIÓ EL HIMNO NACIONAL?
Hace 164 años, se entonaba por primera vez el Himno Nacional Mexicano con sus diez estrofas originales, luego se le quitaron dos por hablar de Iturbide y Santa Anna
Recordamos a los autores y aquella primera vez que se entonó con sus 10 estrofas originales.
El 15 de septiembre de 1854, en medio de las celebraciones patrias, las calles repletas de gente, los edificios de la ciudad iluminados, banderas y el retrato de Hidalgo por doquier, el Gran Teatro de Santa Anna estaba listo, completamente iluminado con luces de colores y palcos adornados con flores. Dentro, la mediana asistencia, fue suficiente para abarrotar el lugar.
Fue Francisco González Bocanegra, autor de la letra del Himno Nacional, el encargado de leer el discurso del ausente presidente Santa Anna quien se encontraba indispuesto. El Himno Nacional se presentó como broche de oro de la noche, entonces se le llamó “Gran Marcha Marcial”.
El Gran Teatro Santa Anna, luego llamado Teatro Vergara y posteriormente Gran Teatro Nacional, se ubicaba en la calle Vergara (ahora Bolívar) y cerraba la calle 5 de Mayo.
Hoy en 5 de mayo hay una placa que recuerda este teatro, recinto demolido en 1901 para “embellecer” la ciudad y dar paso a la construcción del Palacio de Bellas Artes.
Cinco años antes de la creación del Himno Nacional que conocemos se habían hecho dos intentos que al final no tuvieron éxito.
Fue un 13 de noviembre de 1853 cuando el presidente Antonio López de Santa Anna, junto con Miguel Lerdo de Tejada -uno de sus funcionarios-, mandaron publicar en el Diario Oficial la convocatoria para crear la letra y el arreglo musical, en ella se establecía que los concursantes tenían un plazo de mes y medio para presentar sus propuestas.
El 5 de febrero de 1854 se conoció al ganador de los versos: Francisco González Bocanegra y seis meses después, el 15 de agosto, al triunfador de la composición musical, una obra que llevaba por título “Dios y Libertad” del español Jaime Nunó.
Fue así como el viernes 15 de septiembre de 1854 se cantó por primera vez el Himno Nacional Mexicano en el Gran Teatro Santa Anna, bajo la interpretación de la soprano Balbina Steffenone y el tenor Lorenzo Salví.
El mexicano Francisco González Bocanegra era el director del Diario Oficial y vivía con su novia y musa Guadalupe González del Pino y Villalpando. Ella fue la responsable de que él escribiera los versos, ya que no encontraba motivación o razón para entrar al concurso.
Guadalupe lo encerró en una habitación de su casa, y le advirtió que no lo dejaría salir hasta que escribiera, así surgió la letra del Himno Nacional, misma que fue entregada a esta mujer por debajo de una puerta, a consecuencia del encierro.
Esa casa aún se encuentra en pie en el número 48 de la calle Tacuba. A unos pasos de la estación Allende del Metro, muchísima gente camina frente a ella sin notar la pequeña placa en uno de los muros que separa dos locales y que recuerda que ahí se compuso el canto patrio.
Jaime Nunó, español, fue máximo exponente de la música en la Isla de Cuba donde se hizo amigo de Antonio López de Santa Anna, al llegar a México participó en el concurso.
Bocanegra falleció a los 37 años de fiebre tifoidea. Su muerte pasó desapercibida, jamás fue remunerado por su creación. Jaime Nunó murió diabético a los 50 años, fueron reconocidos muchos años después de su muerte. Los restos de ambos artistas están en la única tumba doble de la ahora Rotonda de las Personas Ilustres, en el Panteón Dolores.
Nuestro Himno Nacional originalmente fue escrito en 10 estrofas, pero se redujo a ocho, pues se eliminaron la IV y la VII por hacer alusión a Santa Anna e Iturbide, mandatarios que el pueblo mexicano rechazaba.
En 1943, el presidente Manuel Ávila Camacho proclamó en la Constitución que, al ser un símbolo patrio, al Himno no se le podrían hacer alteraciones, así fue traducido a varias lenguas indígenas para que se entonara en todo el país.
Hoy lo reconocemos como un canto de lucha, fuerza y valentía. Su letra enaltece la entrega y heroísmo de los próceres de la Independencia. Al escucharlo y cantarlo se nos enchina la piel y nos hace sentir orgullosos de ser mexicanos, aquí y cuando estamos lejos de nuestra querida nación.