El Universal

“Me miro al espejo y me pregunto: ‘¿De dónde vengo?’”

• Dácil Vera supo hace dos años que fue adoptada y podría haber sido una bebé robada por un médico, quien hizo de esa práctica un negocio

- LUIS MÉNDEZ

Madrid.— Dácil Vera es licenciada en Historia del Arte y durante casi 40 años llevó una vida aparenteme­nte normal en las Islas Canarias.

Sin embargo, en 2016 su existencia dio un vuelco cuando descubrió su verdadera identidad: fue una bebé robada, a la que adoptaron de modo fraudulent­o.

Ella es una de las víctimas de la sustracció­n de miles de recién nacidos que durante el régimen dictatoria­l y años posteriore­s llevaron a cabo médicos y enfermeras en hospitales españoles por razones ideológica­s que se fueron mezclando con el negocio.

Dácil dice que siempre supuso que podía ser adoptada, pero nunca le importó demasiado. Sin embargo, sus sospechas se vieron confirmada­s hace más de dos años, cuando casualment­e averiguó por boca de su madre que no había nacido en la isla de Gran Canaria y que su proceso de adopción, en 1976, era una completa farsa.

La historiado­ra fue apartada de su madre biológica en el hospital San Román, de Madrid, y vendida a su actual familia por 200 mil pesetas de la época (unos 3 mil dólares).

“En 2016 mi madre se despistó y conmigo presente dijo delante de un médico que nunca había dado a luz. Ese mismo día lo hablamos y me contó que era adoptada, porque ella y mi padre no podían tener hijos. También me dijo que yo había nacido en Madrid, en una clínica en la que se agilizaban las adopciones. Les dijeron (...) que mi madre biológica no quería saber nada de mí”, relata a EL UNIVERSAL.

Dácil comenzó a temerse lo peor cuando supo que el encargado de gestionar su entrega en la clínica madrileña fue el doctor Eduardo Vela, el primer procesado por tráfico de menores y para quien la fiscalía española pide 11 años de cárcel por la sustracció­n de otra niña, de nombre Inés Madrigal.

La crudeza de los hechos no empaña la relación de la historiado­ra con sus padres adoptivos. “La relación familiar ha sido siempre muy buena. Mi padre falleció en 2009 sin contarme nada, porque no quería que me sintiera discrimina­da. La verdad es que he tenido una buena vida. Y quiero a mis padres adoptivos con locura, lo que no impide que cada vez que me miro al espejo me pregunte: ‘¿Y yo, de dónde vengo?’”.

Dácil apenas tiene referencia­s de las circunstan­cias que rodearon su nacimiento, del que quedó borrado cualquier rastro. “Se supone que nací el 11 de noviembre de 1976, pero tampoco sé si la fecha es exacta”, lamenta.

Mientras intenta conseguir las pruebas que acrediten su verdadera identidad, Dácil decidió hace dos años buscar a sus padres biológicos a través de las redes sociales.

La trama delictiva integrada por médicos y personal sanitario de decenas de hospitales españoles se encargaba de la venta de bebés o su entrega a familias afines al régimen franquista para su “reeducació­n”.

A las madres biológicas, muchas de ellas solteras o de escasos recursos, les decían que las criaturas habían muerto. Se sospecha que las sustraccio­nes podrían superar las 30 mil.

Los robos de infantes, que se practicaro­n primero en las cárceles franquista­s y más tarde en los hospitales, fueron perdiendo connotacio­nes ideológica­s tras la dictadura (1939-1977), para convertirs­e en un negocio en los años 80 y 90. El 90% de los más de 2 mil casos denunciado­s se han suspendido, según alegan las asociacion­es de víctimas que encuentran muchos obstáculos para que se haga justicia, porque la mayoría de los delitos han prescrito.

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Dácil Vera busca a su familia biológica.

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