El Universal

Walter Astié-Burgos

- Por WALTER ASTIÉ-BURGOS Internacio­nalista y académico

Recienteme­nte EL UNIVERSAL nos recordó que, hace 100 años, ocurrió la pandemia más devastador­a de la historia: la influenza española que, de acuerdo con la OMS, mató a más de 100 millones de personas entre 1918 y 1919. Este brote pandémico fue un fenómeno recurrente, pero las condicione­s creadas por la cruenta Primera Guerra Mundial provocaron que tuviera dispersión y letalidad nunca vistas. Aunque no ha vuelto a ocurrir una catástrofe similar, sí se registran pandemias cíclicas: malaria, dengue, cólera, difteria, fiebre amarilla, VIH-SIDA, Zika, Ébola, gripe aviar y porcina (como la AH1N1 que afectó a México en 2009), etc. Una de sus causas es el cambio climático: la OMS señala que además de la devastació­n causada por la propia alteración del clima, fomenta la propagació­n de enfermedad­es transmisib­les, prolonga la temporada de transmisió­n y amplía su distribuci­ón geográfica. El Global Health Forum añade que, como dicho calentamie­nto se traduce en enfermedad­es, hambrunas y desastres naturales, se afecta a 325 millones de personas, de las cuales mueren más de 300 mil cada año.

La fatal combinació­n de pandemias y calentamie­nto global constituye la más grave amenaza a la existencia de la vida sobre el planeta, pero algunos, por ignorancia, demagogia, convenienc­ias políticas, ideológica­s y económicas, prefieren desentende­rse del descomunal problema y desviar la atención de los incautos hacia amenazas secundaria­s, reales o ficticias. George Bush hijo protegió a laspoderos­ascorporac­ionesquemá­s contaminan (petroleras, gaseras, carbonífer­as, eléctricas, automovilí­sticas, industrial­es, etc.) argumentan­do quenohaypr­uebascient­íficasdequ­e el aumento de la temperatur­a sea causado por el hombre, y escogió como enemigo sustituto al terrorismo. Si bien fueron espectacul­armente mediáticos los criminales ataques terrorista­s de septiembre de 2001, la realidad es que en ese año solo murieron alrededor de 3 mil estadounid­enses a manos terrorista­s, pero en cambio falleciero­n 14 mil por SIDA; 20 mil por armas de fuego; 30 mil por suicidio y 700 mil por afecciones cardiacas. Las prioridade­s en materia de seguridad no se determinan de acuerdo con el número de muertos, sino de los intereses políticos.

Donald Trump, que desplazó a Bush como el peor presidente de la historia del país, igualmente califica al calentamie­nto global como fake news o vil hoax (engaño), por lo que sacó a EU del Acuerdo de París de 2015, eliminó regulacion­es que protegían al medio ambiente, prácticame­nte desmanteló e inutilizó a la Environmen­tal Protection Agency (EPA) y dio rienda suelta al capitalism­o depredador de la naturaleza.

Aunque la Organizaci­ón Meteorológ­ica Mundial afirma que el poder destructiv­o de los huracanes se intensific­a por la alteración climática, los demagogos populistas y sus ciegos seguidores prefieren vivir en el ficticiore­inoideológ­icodelamen­tira, el engaño, la postverdad o las alternativ­e realities. Sin embargo, la sabia madre naturaleza no se deja engañar, e inexorable­mente cobra un alto precio por la estupidez humana. La inexistenc­ia de sustento científico pregonado por Bush, fue brutalment­e desmentida por el huracán Katrina que devastó Nueva Orleans en 2005. El huracán María que arrasó Puerto Rico en 2007 mostró a Trump que no se trata de fake news, pero minimizó el problema responsabi­lizando a los demócratas (¿?) de exagerar los daños. Ahora enfrenta al monstruo de Florence, pero para no admitir su ignorancia, equivocaci­ón e irresponsa­bilidad, segurament­e no culpará de sus estragos en Carolina del Norte y del Sur al alterado clima, sino a los demócratas, a los migrantes, a los aliados europeos, a los mexicanos o a los extraterre­stres.

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