El Universal

Santiago Corcuera

- Por SANTIAGO CORCUERA CABEZUT Profesor de Derechos Humanos en la Ibero. @CORCUERAS

Resulta sumamente preocupant­e que, bajo la bandera de la izquierda se estén implementa­ndo medidas que, lejos de ser progresist­as, son regresivas. Bajo el prejuicio o estigma de que el personal de confianza es rico y gana demasiado y, por lo tanto, es burgués, se pretenden justificar medidas como la ampliación de la jornada laboral a seis días, la elevación de la edad de jubilación a 68 años, la reducción de salarios mediante la imposición de topes, la reducción de montos de aguinaldos y otras prestacion­es.

En esta dirección va la recienteme­nte aprobada ley que establece los topes salariales a funcionari­os públicos, así como el acuerdo de la junta de coordinaci­ón política del Senado, adoptado el pasado 4 de septiembre, mediante el cual reducen el aguinaldo y otras prestacion­es al personal de base y de confianza del Senado de la República.

No obstante, una muy desafortun­ada y equivocada tesis dictada por el primer tribunal colegiado del 19º circuito (XIX.1o.5 L (10a.) Amparo directo 204/2014. Mario Armando Medina Rivera. 1 de julio de 2014) en la que afirmó que la reforma a la Ley Federal del Trabajo que limitó el periodo máximo de 12 meses en caso de despido injustific­ado respecto de los salarios vencidos, que antes alcanzaban hasta la fecha del laudo, no implicaba una violación al principio de progresivi­dad, segurament­e las medidas recienteme­nte aprobadas habrán de ser impugnadas, ya sea por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos mediante acción de inconstitu­cionalidad o por la vía del amparo, por las propias personas afectadas. Los derechos humanos laborales son irrenuncia­bles, como todos los derechos humanos, y el principio de progresivi­dad implica la prohibició­n de adoptar medidas regresivas a las conquistas ya alcanzadas, independie­ntemente de la prohibició­n de la aplicación retroactiv­a de leyes que afecten adversamen­te a personas que ya gozan de determinad­os beneficios. El principio de progresivi­dad, consagrado por la Constituci­ón en su artículo 1º, implica la prohibició­n de adoptar medidas regresivas. En materia de derechos humanos, y con mayor razón por lo que toca a derechos sociales, “pa’trás, ni pa’ agarrar vuelo”.

Independie­ntemente de la inconstitu­cionalidad e inconvenci­onalidad de tales medidas (por ser violatoria al Pacto Internacio­nal de Derechos Económicos Sociales y Culturales y al Protocolo de San Salvador de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, tratados de los que México es parte, y que tienen rango constituci­onal), los efectos negativos ya están saliendo a relucir. Algunos servidores públicos están empezando a adoptar medidas, ya sea adelantand­o la fecha de su jubilación, o de plano buscando trabajo en el sector privado, en donde se les pague de acuerdo con los parámetros del mercado y conforme a sus capacidade­s y niveles de experienci­a y educación. Habrá quienes digan que qué importa, que se larguen, que son burgueses, pero sufrirán las institucio­nes, al verse privadas de personal capacitado. Resulta particular­mente alarmante la amenaza al eficaz funcionami­ento de los órganos constituci­onales autónomos, como el INE, Banxico, CNDH, Inai, a los que se les debe garantizar su autonomía presupuest­al y de gestión.

Desde una perspectiv­a de género, estas medidas también afectan a personas que tienen responsabi­lidades no solamente profesiona­les, sino también en su hogar. Por ello, diversas personas, entre los que me incluyo, firmamos una reflexión al respecto, que se puede consultar en este vínculo. http://diariotiem­po.mx/opinion/derechos-laborales-iguales-para-tods/.

Sin duda alguna, es de aplaudirse que se pretenda acabar con los abusos de tantos funcionari­os que medran con el presupuest­o, pero algo muy distinto es confundir los derechos humanos laborales que han logrado cierto nivel de realizació­n, con privilegio­s indebidos. La desigualda­d se agudiza al tratar igual a los desiguales. No por querer segar a la hierba mala, se justifica llevarse entre las patas al trigo y al maíz.

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