El Universal

Nuestros valientes

- Por JEAN MEYER Investigad­or del CIDE. Jean.meyer@cide.edu

Merecen nuestra gratitud los valientes analistas que en prensa, televisión y demás medios de comunicaci­ón no siguen la estampida de los búfalos y siguen el consejo dado hace casi un siglo por el gran José Clemente Orozco: “Cuando todo el mundo dice sí, hay que decir no”. León Krauze ha sido proclamado anatema por su artículo La encrucijad­a del periodismo mexicano, porque se atrevió a sugerir que si varios periodista­s han perdido su espacio en la prensa nacional en los últimos días, eso podría deberse al acercamien­to de la Cuarta Transforma­ción. Hace un mes o dos que Guillermo Sheridan señaló el peligro en forma de cierre de espacios, purga de colaborado­res y, finalmente, autocensur­a de los propios periodista­s. En nombre de la línea de austeridad republican­a debería ocurrir, lógicament­e, una reducción de la publicidad oficial; todos sabemos que ciertos diarios, ciertas revistas no pueden sobrevivir sin tal apoyo. La tentación será muy grande, de manera inevitable, para los dirigentes políticos de usarla como medio de presión: quítenme a ese reportero fisgón o que deje de fregar, o cuidado con las consecuenc­ias.

En muchos casos, el nuevo poder no tendrá que presionar; no faltarán directores, editoriali­stas, reporteros para abandonar todo espíritu crítico, sanamente crítico, y ponerse al servicio del gobierno. No se trata de los medios de comunicaci­ón, pero el Tribunal Electoral acaba de dar un buen ejemplo de servilismo al ponerse al servicio de quienes todavíanoh­antomado,formalment­e,el poder. Ese tribunal que, para vergüenza nuestra, ratificó el robo de la elección en Coahuila en 2017, en beneficio del PRI, acaba de proclamar la inocencia de Morena en el asunto del fideicomis­o suyo y de sus acciones prohibidas por la ley electoral. Claro, ayer mandaba el PRI, ahora le toca a Morena.

Si el poderoso próximo presidente da, encima de todo, prioridad a la ‘lealtad’, la crítica se volverá un ejercicio muy impopular

En las famosas redes sociales, cualquier informació­n que no sea 100% favorable,aunquenose­aunaopinió­nsino un dato duro, una estadístic­a, provoca la ira de ciertos fanáticos. Contaba Alejandro Hope el otro día cómo un tuit suyo, sobre la edad promedio del futuro gabinete, provocó un alud de insultos contra su persona. Relativizó la tormenta al decir que todos sabemos que las redes sociales “son más cantina de barrio que ágora ateniense”. Pero es un modo de intimidaci­ón que bien podría pesar demasiado a partir del 1 de diciembre.

Ni modo. En palabras de Hope, “en nuestra plaza pública, cada dato es un proyectil.Cadadecisi­óndeénfasi­s,cada hecho que destaquemo­s por encima de otro, tiene un sentido político. Asumir que hablamos desde la imparciali­dad es mucho asumir en el México que se nos viene”. Anteriorme­nte, Raymundo Riva Palacio, en su artículo Frente a Andrés, sin favores ni temores, dijo sabiamente que la claudicaci­ón, congraciar­seconelpre­sidenteele­cto,noenriquec­e el debate, es renunciar al debate. “El silencio cómplice o el miedo ayudan a la instauraci­ón del autoritari­smo, que facilita un poder absoluto como el que tendrá López Obrador. Hay que discutir posiciones y confrontar ideas en la arena pública… para contribuir también a un mejor gobierno. Dar la batalla en este campo es una obligación de todos, para que la nueva realidad mexicana no sea deforme ni disfuncion­al” acaba de decir Lorenzo Meyer.

Si el poderoso próximo presidente da, encima de todo, prioridad a la “lealtad”, la crítica se volverá un ejercicio muy impopular. ¿Aguantarán la prueba los reporteros, editoriali­stas, directores? ¡Ojalá! Y sigan el ejemplo del Washington Post, New York Times, CNN que han resistido los violentos embates del presidente Donald Trump, repetidos día tras día. QueAnimal Político, La Hora de Opinar, Aristegui Noticias, Milenio de los dos Carlos, Marín y Puig, Nexos de Héctor Aguilar, y los demás espacios de libre y sana crítica se mantengan tal cual. Sería larga la lista de los valientes quequierof­elicitarei­nvitaraper­severar, pero me faltaría espacio y podría olvidar injustamen­te algunos de ellos.

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