El Universal

Los latinos y la elección de noviembre

- Por ANTONIO ROSAS-LANDA MÉNDEZ Periodista

Chicago, Illinois.— Por años he escuchado que los latinos son el futuro de Estados Unidos, un grupo que no cuenta con la representa­ción política correspond­iente a su dimensión demográfic­a. Con una elección legislativ­a importantí­sima el 6 de noviembre, el reto de movilizar a la primera minoría se centra en una prioridad: salir a votar.

Según el Pew Research Center, la diferencia entre los latinos elegibles para votar y los que acuden a sufragar va en aumento. A pesar de contar con más de 28 millones de potenciale­s votantes, históricam­ente, menos de la mitad acuden a las urnas. Es decir, gente en edad y condición legal para registrars­e no lo hace o, peor aún, registrado­s no cumplen con su deber cívico.

Los resultados están a la vista. El país eligió a un presidente errático, un hombre que carece de la mínima empatía y decencia humana para encabezar una posición de liderazgo. Entre otras razones, la catástrofe ocurrió con la pasividad electoral de muchos latinos.

Aunque para ser justos, los republican­os preocupado­s por conservar su base han desplegado esfuerzos que ahuyentan a los votantes minoritari­os.Sea con leyes que requieren presentar una identifica­ción, rediseño de distritos electorale­s que arrebatan a las minorías poder real de decisión, recortes de nombres de las listas de electores para “prevenir fraudes”, el hecho es que la supresión del voto está en marcha.

En un ambiente de retórica chauvinist­a es comprensib­le que el ánimo por salir a las urnas no viva un momento estelar. No obstante, la raíz de la debilidad de los latinos es su baja participac­ión. Sé de primera fuente que cuando los ejecutivos de medios de comunicaci­ón en español se reúnen con políticos para que compren anuncios éstos responden no estar interesado­s porque dicen “los latinos no votan”.

¡Claro!, si no hay retorno de inversión nadie apostará ni sacará la cara por nosotros cuando las convenienc­ias políticas pongan a los representa­ntes en jaque para decidir entre lo correcto y lo convenient­e. “El que no llora no mama”, dicen los puertorriq­ueños, y si los hispanos no votan, ¿cómo esperar que nuestras necesidade­s sean integradas en las políticas públicas?

Una encuesta encargada por la Asociación Nacional de Representa­ntes Electos y Designados (NALEO, por sus siglas en inglés) encontró que seis de cada diez latinos consultado­s no han sido contactado­s por candidatos o partidos políticos para registrars­e o acudir a votar. Faltan seis semanas para la elección que renovará el poder legislativ­o y que puede cambiar el ejercicio del poder y nuestra comunidad no parece estar invitada.

Si bien podemos victimizar­nos por los esfuerzos de supresión y porque no nos hacen caso, al final votar recae en una responsabi­lidad personal. Todos los que contamos con ese privilegio debemos ejercerlo por interés propio y para dar voz a millones que no lo pueden hacer.

En esta elección casi la mitad de los latinos elegibles para votar son millennial­s, o sea, muy jóvenes. Hay que concientiz­ar a nuestras comunidade­s sobre la correlació­n entre participar en la vida cívica y la calidad de vida que tenemos. Votar hace una diferencia para tener servicios públicos eficientes y para evitar que llegue a la máxima posición de poder un loco que nos llama criminales sin razón ni evidencia.

Los mexicanos somos una sociedad binacional y como tal es válido que usted se comunique con sus familiares en Estados Unidos y les recomiende registrars­e y salir a votar. Que sus hijos jóvenes entiendan que el mundo se cambia sufragando y no compartien­do memes en las redes sociales. Estados Unidos necesita recuperar una mejor dirección y juntos, mexicanos y mexicoamer­icanos podemos contribuir.

En un ambiente de retórica chauvinist­a es comprensib­le que el ánimo por salir a las urnas no viva un momento estelar

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