El Universal

El milagrito llega para Lobos BUAP

• En juego que se interrumpi­ó 18 minutos por lluvia, se imponen al León

- Redacción

León.— La lluvia interrumpi­ó por casi 20 minutos el juego entre León y Lobos BUAP, que parecía pasaría a la historia más por lo inundado del campo, que por lo realizado futbolísti­camente entre ambos equipos.

Hasta que sucedió. Después de la pausa obligada, cerca del final del encuentro, los poblanos fueron a buscar un milagro... Minuto 86, el hondureño Félix Crisanto mandó un centro a la desesperad­a, al área, ahí estaba el argentino Leonardo Ramos contra dos defensas guanajuate­nses; lo que sacó del primer intento de remate fue que todos, incluido el portero, fueran al césped, el balón quedó suelto, a la espera de su destino y Ramos lo definió con un punterazo que se fue al fondo de las redes.

Gol de triunfo que frena la racha de cinco derrotas seguidas y siete juegos sin victoria de los Lobos, que por fin vieron la luz.

Ignacio Ambriz se presentó como técnico de los esmeraldas, y los cambios no se notaron tanto, más que nada por la intensa lluvia que azotó a la capital de Guanajuato. Fue de tal magnitud la

“El equipo está mal, pero no es para que nos tiremos. Hay bastantes puntos. Apenas nos vamos conociendo” IGNACIO AMBRIZ Director técnico del León

tormenta que el juego prácticame­nte perdió la táctica y el error quedó como el recurso más utilizado por ambos cuadros.

León dominaba. El portero poblano Toño Rodríguez se agigantaba, pero todos presentían que el gol local llegaría.

La lluvia hizo su travesura... El campo no aguantó y el árbitro Oscar Mejía decidió suspender el partido durante 18 minutos, tiempo en el cual los empleados del estadio hicieron todo lo posible para ponerlo en condicione­s aceptables. El juego se reanudó, pero el momento de los Panzas Verdes había pasado.

Todo estaba armado para un empate a cero, pero los Lobos se encontraro­n un tesoro enterrado y ahí, del césped mismo, Ramos sacó el oro, el balón entró a la cabaña local para que el Lobo, al que todos creían extinto, volviera a aullar.

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La tormenta dejó la cancha en condicione­s desfavorab­les para el juego.

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