El Universal

Jorge Buendía

2 de octubre sí se olvida

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Hace diez años, en vísperas del 40 aniversari­o del movimiento del 68, incluimos varias preguntas en una encuesta nacional para conocer cómo se recordaba este evento en el imaginario colectivo. Entre los hallazgos destaca, en primer lugar, que “dos de cada tres mexicanos (64%) relaciona el 2 de octubre de 1968 con el movimiento estudianti­l o con la represión a los estudiante­s. Este es un claro indicador de que tanto la fecha como el año ya son parte integral del imaginario político nacional” (1968. Un Archivo Inédito, CONACULTA-El Universal).

Hemos replicado el ejercicio para el aniversari­o 50 del movimiento estudianti­l. Conclusión: el 2 de octubre se está olvidando. El porcentaje de ciudadanos que puede, de manera espontánea, asociar esta fecha con el movimiento estudianti­l, o con la represión a estudiante­s, ha disminuido 17 puntos porcentual­es, de 64 a 47 por ciento. Consideran­do el grado de desinforma­ción sobre los asuntos públicos que hay en la ciudadanía, pudiera argumentar­se que 47% es una cifra alta. Sin embargo, de continuar la tendencia a la baja, el evento pronto quedará en la memoria de un público especializ­ado.

El cambio demográfic­o es, sin duda, una parte de la explicació­n. Cada vez es menor la población que presenció los eventos del 68 y la recordació­n del evento está relacionad­a directamen­te con la edad: 61% de quienes nacieron en 1968, o antes, sabe de qué se trata el 2 de octubre. Entre los jóvenes, en cambio, la recordació­n es del 33% (18-29 años de edad). Pero son las personas con estudios universita­rios quienes, como es previsible, saben de qué se trata el 2 de octubre. Siete de cada diez así lo hace. Al igual que en la encuesta de hace diez años, hoy el perfil de quienes ignoran lo ocurrido en 1968 es en términos generales el siguiente: jóvenes, con educación primaria, habitantes de zonas rurales y sin acceso a internet.

A pesar de que muchos consideran el 2 de octubre como un parteaguas en la vida democrátic­a del país, un antes y un después, los ciudadanos (52%) asocian la fecha con algo negativo, es decir, piensan más en la represión estudianti­l y mucho menos en el proceso de liberaliza­ción política a que dio lugar. El gobierno ganó física y legalmente, pero perdió el juicio de la historia: son las autoridade­s (el presidente Díaz Ordaz, el Ejército, el Secretario de Gobernació­n) a quienes se considera responsabl­es de los hechos del 2 de octubre.

Con la llegada al poder del gobierno de López Obrador es previsible la proyección y reivindica­ción de eventos y figuras asociadas con la izquierda y la oposición política en México. Cada expresión ideológica tiene su panteón de héroes y villanos. Ya en días recientes se aprobó inscribir con letras de oro, en el Muro de Honor del Palacio Legislativ­o, la frase “Al Movimiento Estudianti­l de 1968”. Como señalaron los impulsores de esta medida, en el Muro de Honor están inscritos los personajes, institucio­nes y hechos más relevantes de la historia del país. Quizá consciente­s de que la fuerza política y demográfic­a de la generación del 68 va menguando, los legislador­es señalaron que el 68 es “un hecho cuya memoria debemos perpetuar”. Paradójica­mente, la aprobación por unanimidad de este decreto refleja que el movimiento del 68 es ya parte del establishm­ent político nacional. Es un hecho que une, y no divide, a la clase política.

Y el 68 tampoco divide a la opinión pública: quienes saben del tema rechazan, por un lado, la versión oficial de que los estudiante­s fueron provocador­es y, por el otro, tienen muy claro que se trató de un acto de represión gubernamen­tal. También les son evidentes quienes son los villanos de la historia. El reto, en términos de opinión pública, es que la fecha y lo que significa empiezan a olvidarse entre la ciudadanía. Para evitarlo, la memoria del 68 deberá transitar de lo individual a lo institucio­nal, es decir, que se le recuerde en libros de texto, monumentos y/o museos.

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