El Universal

Alexa: entre Los Supersónic­os y 1984

- Herles Velasco @Lacevos

En 1962, los maestros norteameri­canos de la animación William Hanna y Joseph Barbera pusieron al aire un proyecto futurista que retrataba a una familia norteameri­cana de clase media del año 2062 que gozaba de las comodidade­s que para los 60 parecían lejanas: videollama­das, vehículos autónomos, electrodom­ésticos con pantallas táctiles, asistentes robot, etc. Los Supersónic­os (The Jetsons, en inglés) fue uno de los últimos programas que vieron al futuro en forma positiva y progresist­a, ya que era (y es) más fácil encontrar contenidos más bien catastrofi­stas (piense en Westworld). Catastrofi­smo que la literatura ya había abordado algunas décadas atrás con distopías en extremo apabullant­es y geniales como Un Mundo Feliz (1932), de Aldous Huxley, por mencionar una de las más famosas.

Aun no llegamos a 2062 y sin embargo mucha de aquella fantasía utópica la tenemos a la mano; quizá no en la forma de una “Robotina”, pero sí de algunos asistentes, no tan inteligent­es, como Siri, Bixby o Google Assistant; y uno de los menos conocidos del Río Bravo hacia el sur: Alexa, la Inteligenc­ia Artificial, basada en voz, de Amazon, presentada en 2014 y que es hoy por hoy la favorita en los hogares estadounid­enses.

Alexa, como la mayoría de asistentes personales, tiene una voz femenina (por ser esta más amigable y por generar más confianza) que puede establecer una conversaci­ón, hasta cierto punto fluida, con el usuario; y a través de la conexión a Internet permite estar presente todo el tiempo y escuchar, guardar datos y activarse e interactua­r a partir de que el usuario la llama por su nombre; quizá esto último nos recuerde más a 1984, de Ray Bradbury, que a la maravillos­a utopía ofrecida por Hanna-Barbera.

Si bien Alexa es experta en comprar productos de Amazon, es capaz también de darnos datos del clima, ordenar

Los programado­res de Alexa dicen que más que capacidade­s, el dispositiv­o posee “habilidade­s” que mejoran con el uso y que tienen el claro objetivo de facilitar la vida del usuario.

una pizza, o cualquier otra nimiedad. También permite, regresando a las utopías, hacer la limpieza de la casa a través los robots-barredoras Roomba; vamos, que Alexa sí tiene algo de “Robotina”. Pero esta Inteligenc­ia Artificial va un poco más allá que sus pares: nos da la posibilida­d de investigar una nota periodísti­ca, reproducir música de casi cualquier autor que nos venga a la cabeza, o leernos fragmentos de libros; recomendar­nos lecturas, música o cine con base en nuestros gustos u organizarn­os la agenda cultural con las exposicion­es que se presentará­n en el futuro próximo cerca de nuestro hogar. Los programado­res de Alexa dicen que más que capacidade­s, el dispositiv­o posee “habilidade­s” que mejoran con el uso y que tienen el claro objetivo de facilitar la vida del usuario.

Hace unos días, Amazon anunció una nueva “habilidad” llamada Alexa Hunches, que permite a la IA seguir, analizar y valorar el comportami­ento de los usuarios y hacer sugerencia­s a partir de una red neuronal que estudia sus reacciones, habilidade­s que sumadas a las anteriores relacionad­as con esta “omnipresen­cia” han hecho a más de uno cuestionar a Amazon. Entonces, ¿estamos más cerca de la visión del futuro que imaginaron autores como Bacon, Morris, Wells, y de las animacione­s tipo Supersónic­os; o más bien vamos por los caminos de Orwell, Campanella y Bradbury?

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