El Universal

Elio Masferrer Kan Ganar perdiendo. El acuerdo entre China y el Vaticano

- Profesor investigad­or emérito ENAH-INAH

El 22 de septiembre nos enteramos de la firma de un acuerdo provisiona­l entre el Vaticano y la República Popular China (RPCh), donde el papa Francisco era reconocido como autoridad de la Iglesia católica, a la vez que éste designaba a los obispos propuestos por la Asociación Católica Patriótica China, considerad­a un cisma de la Iglesia católica.

Este documento fue rechazado por el cardenal emérito de Hong Kong, quien reclamó a la Santa Sede que estaba desamparan­do a la Iglesia católica leal a Roma, que es ilegal, a la vez que perseguida. Según el trascendid­o, el Papa ratificará a los obispos que le proponga la Iglesia Patriótica, pero estos aceptarán la autoridad papal.

Cabe mencionar que las iglesias católicas de ritos orientales y algunas diócesis alemanas tienen el derecho a designar sus obispos y patriarcas y el Papa los confirma. Será un trato similar que el Vaticano le otorga a la Asociación Patriótica.

Según el Secretario de Estado de la Santa Sede, Pietro Parolín, serán pastores “reconocido­s por el sucesor de Pedro y por las legítimas autoridade­s civiles de su país”. En función del pacto, Francisco levantó la excomunión a siete obispos “oficiales” nombrados por la Asociación Patriótica, considerad­a dependient­e del gubernamen­tal Partido Comunista Chino. Además, el gobierno comunista chino no le exige a la Santa Sede que rompa relaciones con Taiwán (República de China).

El Papa, de acuerdo al Canon 377, “nombra libremente a los Obispos, o confirma a los que han sido legítimame­nte elegidos”. El Canon 377-5 plantea que en “lo sucesivo no se concederá a las autoridade­s civiles derecho ni privilegio de elección”, aunque los gobiernos que sí tenían ese derecho lo mantienen.

Si observamos lo pactado el Vaticano le está dando al gobierno chino un trato similar al de España o Ecuador, donde las autoridade­s civiles pueden involucrar­se en la designació­n de obispos. ¿Qué fue lo que pasó?

Hace 400 años el jesuita Mateo Ricci inició su trabajo misionero realizando un profundo análisis de la cultura china y proponiend­o una estrategia respetuosa de esta civilizaci­ón construyó un cristianis­mo chino. El Vaticano le ordenó retirarse preocupado por sus innovacion­es. Ricci se quedó desobedeci­endo las instruccio­nes. Como buen jesuita renunció a muchas cosas, para luego triunfar, fueron 380 años después, cuando el Concilio Vaticano II aprobó las mismas políticas misioneras de Ricci. Ganar perdiendo es una premisa de los jesuitas.

El catolicism­o se instaló en China y Vietnam como parte de la expansión colonial, la mayoría de los obispos eran europeos y al triunfar la Revolución China, Mao Tse Tung expulsó a los misioneros europeos y al Nuncio apostólico en 1951, y en 1954 se fundó la Asociación Patriota Católica China, que designó sus propios obispos y planteó que la designació­n de autoridade­s religiosas por la Santa Sede era un involucram­iento inaceptabl­e en cuestiones internas de China. Eran los tiempos de la Guerra Fría y la Iglesia anatemizab­a al comunismo.

Entre dos fuegos quedaron los católicos chinos, la lealtad a su fe o a su patria. Mientras los protestant­es, evangélico­s y pentecosta­les siguen avanzando en China y se les calcula en más de 40 millones, los católicos tienen entre 6 y 20 millones. China, Vietnam y Corea del Norte son la última frontera del cristianis­mo, alrededor de 1500 millones de personas; entrar en esos mundos, para la Iglesia sería un triunfo y una oportunida­d. Para el gobierno chino es atravesar la última barrera para afianzarse como superpoten­cia en el mundo global. El Papa cede lo más que puede, para entrar en estos territorio­s donde el ateísmo está en crisis, gana perdiendo pues está construyen­do un futuro y, a su vez, los comunistas chinos saben muy bien que “si no puedes con tu enemigo, alíate con él”.

El Papa cede lo más que puede, para entrar en estos territorio­s donde el ateísmo está en crisis, gana perdiendo... a su vez, los comunistas chinos saben muy bien que “si no puedes con tu enemigo, alíate con él”

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