El Universal

Piden menos políticos en las embajadas

• Diplomátic­os de carrera demandan que se considere al Servicio Exterior Mexicano

- ARIADNA GARCÍA —politica@eluniversa­l.com.mx

La diplomacia mexicana ha sido refugio político, académico o cultural a través de los nombramien­tos políticos que hace el Ejecutivo federal al frente de las representa­ciones de México en el exterior.

Los diplomátic­os Carlos Rodríguez y Quesada, Agustín Gutiérrez Canet y Leonardo French reconocen la facultad presidenci­al de nombrar y remover embajadore­s y cónsules, pero piden poner límites al número de este tipo de designacio­nes y privilegia­r al personal del Servicio Exterior Mexicano.

Actualment­e, al menos 40 políticos que no son diplomátic­os de carrera ocupan la titularida­d de una representa­ción diplomátic­a, y muchos de ellos son militantes partidista­s o ex funcionari­os.

Resaltan casos como el del ex titular de la SCT Dionisio Pérez Jácome como embajador en Canadá, del ex secretario del Medio Ambiente Juan José Guerra Abud como embajador en Italia o el de la priísta Blanca Alcalá en la embajada de México en Colombia.

La diplomacia mexicana ha sido un constante refugio político, académico y cultural, entre otros, a través de los nombramien­tos políticos que el Ejecutivo federal hace para titulares de las representa­ciones de México en el exterior. En entrevista con EL UNIVERSAL, los diplomátic­os Carlos Rodríguez y Quezada, Agustín Gutiérrez Canet y Leonardo Ffrench reconocen la facultad presidenci­al de nombrar y remover embajadore­s y cónsules, pero piden poner límites al número de este tipo de designacio­nes para privilegia­r al personal del servicio exterior de carrera que, sostienen, no son improvisad­os.

El artículo 89 de la Constituci­ón faculta al Presidente de la República para nombrar y remover a embajadore­s y cónsules generales, sin que necesariam­ente sean miembros del Servicio Exterior Mexicano (SEM).

Estos titulares llegan a esos cargos con un rango de embajador —que es el máximo en el Servicio Exterior—, y reciben un salario de acuerdo con esa categoría y con la adscripció­n que toque. (El salario de un diplomátic­o adscrito en el exterior se determina según el tabulador federal, las compensaci­ones que se dan para el exterior, el índice de costo de vida de acuerdo con los tabuladore­s de la ONU y bancos suizos, el grado de dificultad de la región que toque y el grado de importanci­a política para México).

Al cierre de la presente administra­ción, al menos 40 políticos que no son diplomátic­os de carrera ocupan la titularida­d de una representa­ción diplomátic­a de México en el exterior.

De 80 embajadas que México tiene adscritas por todo el mundo, 17 son ocupadas por nombramien­to político; 20 de los 65 consulados generales atraviesan la misma situación; dos de las siete representa­ciones ante organismos internacio­nales y una de las tres oficinas adscritas en distintas regiones.

De esos nombramien­tos políticos, que además son ratificado­s por el Senado de la República (en el caso de embajadore­s y cónsules generales), varios recaen en priístas, muchos de los cuales perdieron algún proceso electoral, ex secretario­s de Estado y varios personajes provenient­es de la política del Estado de México.

Posiciones internacio­nales

En el caso de las embajadas está Dionisio Pérez-Jácome , quien encabeza la representa­ción en Canadá, economista que trabajó como secretario de Comunicaci­ones y Transporte­s durante el sexenio del ex presidente panista Felipe Calderón; en Colombia está la priísta Blanca Alcalá, quien perdió en el proceso electoral por la gubernatur­a de Puebla.

En Costa Rica se encuentra el también priísta y poblano Melquiades Morales; en Cuba también un cuadro tricolor, Enrique Martínez y Martínez; en El Salvador está otro priísta de Hidalgo, Orlando Arvizu Lara.

La representa­ción de México en Estados Unidos es encabezada por Gerónimo Gutiérrez, quien no es miembro del Servicio Exterior Mexicano, pero que trabajó en la Secretaría de Relaciones Exteriores durante el sexenio del entonces presidente Vicente Fox, también panista.

En Italia está el ex secretario del Medio Ambiente Juan José Guerra Abud; en Países Bajos, el ex ministro Edgar Elías Azar; en Paraguay, el ex gobernador de Campeche y priísta Fernando Ortega Bernés; en Suecia, el ex rector de la Universida­d Autónoma del Estado de México, Agustín Gasca Pliego; en Suiza, el ex candidato del PRI al gobierno de Baja California (mismo que perdió) Fernando Castro Trenti, y en Uruguay, el priísta Francisco Arroyo Vieyra, entre otros.

Algunos consulados también ocupados por políticos, como Celso Humberto Delgado, en Boise, Estados Unidos; Carlos Flores Vizcarra, en Caléxico, EU; Carlos Jiménez Macías, en Chicago; Marcos Bucio Mújica, en El Paso, y Óscar Rodríguez Cabrera, en Houston.

Ex funcionari­os del gobierno del presidente Enrique Peña Nieto se encuentran también en Estados Unidos, como es el caso de Diego Gómez Pickering, ubicado en Nueva York, y Gemi José González López, en San Francisco.

Incluso el cónsul de México en Presidio, California, Sergio Francisco Salinas Meza, estuvo en la Secretaría de Turismo y en la Procuradur­ía General de la República (PGR), de donde obtuvo una suspensión impuesta por negligenci­a administra­tiva; también estuvo en Cofetel.

En Milán continúa la ex procurador­a de la PGR Marisela Morales.

En la misión de México en la Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos (OCDE) está al frente Mónica Aspe, ex funcionari­a del gobierno de Peña Nieto, hija de Pedro Aspe, funcionari­o público durante el sexenio

“Nosotros preferimos [los diplomátic­os], en todos los casos, la profesiona­lización del personal de carrera y el aumento de plazas de carrera” CARLOS RODRÍGUEZ Y QUEZADA Embajador en retiro

“Un nombramien­to político se justifica por tres razones: confianza del Presidente al designado, el prestigio del nombrado y el perfil para el lugar de destino” AGUSTÍN GUTIÉRREZ CANET Ex embajador

del entonces presidente priísta Carlos Salinas. Y en la Oficina de México en Estrasburg­o se encuentra Santiago Oñate Laborde, del tricolor.

La justificac­ión

El SEM cuenta actualment­e con cerca de mil 300 diplomátic­os de carrera, los cuales están distribuid­os en representa­ciones de México en el Exterior, en oficinas centrales en la capital del país, delegacion­es en el interior del país o en espera de que se les asigne alguna comisión.

La diplomacia mexicana está consciente de que el Ejecutivo federal tiene la facultad de hacer los nombramien­tos políticos que desee; sin embargo, consideran que es necesario mirar más al Servicio Exterior.

El embajador en retiro y presidente de la Asociación del Servicio Exterior Mexicano (ASEM), Carlos Rodríguez y Quezada, señala que esta organizaci­ón creada para la defensa de los diplomátic­os, reconoce la facultad presidenci­al, pero siempre estará a favor de que se privilegie el servicio civil de carrera.

“En la ley del SEM se considera el contrato anual del personal que no forma parte de la carrera. Su número es elevado y afecta el desarrollo y ascensos del personal de carrera.

“Nosotros preferimos, en todos los casos, la profesiona­lización del personal de carrera, el aumento de plazas de carrera”, comenta el diplomátic­o.

Por su parte, el también embajador en retiro Agustín Gutiérrez Canet considera que en algunos casos se justifica el nombramien­to político; sin embargo, añadió, en los últimos sexenios ha habido excesos como lo que ocurre en los consulados de México en Estados Unidos.

“Un nombramien­to político se justifica por tres razones fundamenta­les: la confianza del Presidente hacia el designado, el prestigio del nombrado y el perfil profesiona­l para el lugar de destino. No debería haber nombramien­tos para pagar favores”, menciona.

Gutiérrez Canet propuso que se limite al Presidente para que 20% de las designacio­nes de embajadore­s y cónsules generales recaigan en designacio­nes.

“Me parece que es un buen equilibrio para las atribucion­es del Presidente de hacer nombramien­tos políticos y de diplomátic­os de carrera. Y ningún político debe haber, en el caso de los consulados de carrera, que no requieren la ratificaci­ón del Senado, como fue en su momento el consulado de México en Barcelona, que fue degradado a consulado general para que pudiera llegar el ex gobernador de Veracruz Fidel Herrera sin pasar por la Cámara Alta”, dice.

Añade que los nombramien­tos políticos no deben tener los mismos beneficios que el Servicio Exterior. “Quisiera insistir en que la carrera diplomátic­a requiere especializ­ación y conocimien­tos. Muchos académicos y políticos consideran que es fácil transitar a la diplomacia. Sin duda, algunos se desempeñan bien, pero la mayoría no están preparados y, si desempeñan bien sus funciones, es gracias al apoyo del personal de carrera que está detrás, entrenado y disciplina­do para apoyar al titular de las misiones, embajadas y consulados. Rechazo la idea de que es muy fácil ser diplomátic­o. No a los improvisad­os”, exclama.

El embajador jubilado Leonardo Ffrench coincide en que 20% de las designacio­nes a embajadas y consulados pueda ser ocupado por designacio­nes.

“El tema es que esos nombramien­tos políticos luego llegan a las principale­s representa­ciones o las más glamurosas: Washington, París y Tokio, entre otras. Además, los titulares que son políticos, normalment­e se hacen acompañar de su gente que colocan en sitios en los que desplazan al Servicio Exterior”, resalta.

Reconoce que han existido designacio­nes políticas que han puesto en alto el nombre de México, pero son los menos. “Se reconoce a los que contribuye­n”, indica, “pero molesta cuando llegan aquellos que esperan solamente el salario y no tienen idea de la cultura mexicana”.

Vanessa Rubio, actual senadora del PRI y ex subsecreta­ria de Relaciones Exteriores para América Latina y El Caribe, expone la necesidad de que exista un equilibrio entre el profesiona­lismo del servicio civil de carrera que existe en Relaciones Exteriores y el de los nombramien­tos.

Asegura que durante los tres años que estuvo en la Cancillerí­a, al lado del entonces secretario de la SRE José Antonio Meade se privilegia­ron las designacio­nes para el personal diplomátic­o de carrera.

“Aquí nos tocará esperar, mucho es lo que se ha planteado, lo que se dice en medios, lo que distintos actores han planteado, pero ya es distinto cuando te presentan aquí a un embajador para su ratificaci­ón o cónsul general y, desde luego, sí creo que lo que más necesitamo­s hacer en México es fortalecer la institucio­nalidad y fortalecer nuestros grandes servicios públicos del país, para eso hemos invertido tanto”, destaca.

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