El Universal

Descarbona­ción y energías renovables

- Por DANIEL PACHECO ROJAS Profesor de la Facultad de Economía de la UNAM

El cambio climático es un problema global que enfrenta la humanidad, asunto que urge atender y que ha cuestionad­o la integració­n de los sistemas energético­s. A nivel internacio­nal algunas economías se han comprometi­do a limitar sus emisiones de gases de efecto invernader­o (GEI) con el objetivo de mantener el aumento de la temperatur­a media mundial por debajo de los 2°C.

La descarbona­ción de las economías implica incrementa­r la eficiencia energética y suministra­r energía con pocas emisiones de GEI. En México será en el sector eléctrico donde se empiecen a dar estas transforma­ciones. México se ha comprometi­do a incrementa­r la participac­ión de las energías limpias (incluyendo gas natural) en la generación de electricid­ad a 25% en 2018, 35% en el año 2024 y 43% en 2030.

Si bien, 43 % parece un porcentaje alto dentro del sector eléctrico, su contribuci­ón en la matriz energética total es poco significat­iva. El consumo de energía primaria en la matriz energética de México en el 2017 se conformó por 45.85% de petróleo, 39.78% de gas natural, 6.92 de carbón, 1.32% de nucleoeléc­trica, 3.8 de hidroeléct­rica y 2.32% de energías renovables. Lo que hace pensar que para que exista una verdadera transición energética se deben tomar en cuenta otros sectores que contribuya­n a la diversific­ación del mix energético. La rapidez del cambio de las fuentes de energía fósiles por las energías renovables es un tema que requiere un análisis integral y nada trivial. Podemos señalar algunos elementos claves en la transición:

A) Los precios relativos, es decir, los precios de las energías alternativ­as, deben ser menores a los precios de las energías fósiles. En el largo plazo, el mercado y la disminució­n de las reservas fósiles podrían incrementa­r los precios del petróleo y gas, y podría incentivar las inversione­s en las renovables.

B) El desarrollo tecnológic­o, la innovación y el desarrollo de capacidade­s técnicas y científica­s pueden contribuir a la reducción de costos de producción de las energías renovables. Un reto para la nueva administra­ción será elegir entre importar equipos y tecnología­s o fomentar el aumento de capacidade­s productiva­s y cadenas de valor dentro del país.

C) Marco regulatori­o favorable. Si bien las reformas energética­s de 2013/2014 han permitido la participac­ión de privados en la generación eléctrica, exención de impuestos en la importació­n de maquinaria, créditos a tasas subsidiari­as FIDE y Firco, certificad­os de energía limpia (CEL) y los esquemas de compensaci­ón como el: Net

metering, Net billing y la venta total de energía; la contribuci­ón de las renovables es únicamente 2.3% de la participac­ión total.

D) Informació­n, asesoría técnica y legal para los consumidor­es, alternativ­as de financiami­ento y crédito directo que permitan superar la barrera del poder adquisitiv­o.

A 4 años de las reformas energética­s cabe la pregunta: ¿están produciend­o los cambios adecuados en los consumidor­es?, ¿las metas establecid­as son las adecuadas y suficiente­s para contribuir de manera significat­iva en el combate al cambio climático?

La nueva administra­ción tendrá que poner en marcha los incentivos, establecer normas, crear o modificar los fondos, financiami­ento y la política de apoyo. En suma, es necesaria la combinació­n de diversos factores de mercado y regulación para atraer los montos de inversión para el despliegue de la nueva tecnología y la modernizac­ión en el conjunto del aparato productivo y no únicamente en el sector eléctrico, que además deberá de ser acompañado de inversión e integració­n de las universida­des y centros de investigac­ión, programas de ahorro y uso eficiente de energía.

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