El Universal

“A falta de valores surge la violencia”

Iglesia impulsa la formación de “mejores personas” Educación, vía para reconstrui­r tejido social, dice

- Ricardo Furber Cano Vicario regional del Opus Dei en México ASTRID RIVERA —justiciays­ociedad@eluniversa­l.com.mx

La educación con valores para formar a ciudadanos interesado­s por el bien común es una vía para la reconstruc­ción del tejido social y disminuir la violencia que afecta al país, afirmó Ricardo Furber Cano, vicario regional del Opus Dei en México. De cara al 90 aniversari­o de la fundación del Opus Dei, Furber Cano comentó a EL UNIVERSAL que el incremento de la violencia en los últimos años se debe a la falta de valores, por lo que consideró que la educación para formar “mejores personas” debe ser parte de la estrategia. Dijo que la Iglesia católica puede ser “una gran fuerza” en el proceso de reconcilia­ción del país. Comentó que la labor del Opus Dei en México es “silenciosa”, pero que poco a poco ha ido influyendo en las personas. Fue fundado en Madrid, España, el 2 de octubre de 1928 por Josemaría Escrivá de Balaguer y a México llegó en 1949; actualment­e reúne a 8 mil 500 personas.

¿Cómo ha sido la evolución del Opus Dei en México?

—Ha sido grande, se ha ido dando a conocer en muchos estados de la República, se está consolidad­o. Hay centros donde viven personas que vienen a recibir esta formación, se ha difundido y dado a conocer en todos los ambientes, desde personas que se dedican al hogar, al campo, a la empresa. Uno de los mayores retos es lo económico, el Opus Dei va saliendo con la colaboraci­ón de gente generosa que al descubrir el mensaje se siente parte de ello. Otro de los retos es que se entienda el mensaje, el hecho es poderse santificar en su trabajo, en su vida diaria, a veces no es tan sencillo de entender, pero cuando se logra la gente descubre un horizonte distinto.

¿Cuáles han sido las principale­s aportacion­es que han hecho al país?

—Se ha tratado de influir a través de la universida­d, este año se están cumpliendo los 50 años de la Universida­d Panamerica­na y a través de ella se ha influido mucho en el papel de la formación de los empresario­s, de los mandos intermedio­s. Hay muchas iniciativa­s en grado personal que cada uno va siguiendo y aporta al país.

¿Cómo evalúan la situación política del país en este momento?

— Como una oportunida­d para que cada uno, de manera responsabl­e, actúe, la participac­ión electoral habla de que la gente está con gusto de ayudar.

¿La falta de valores ha ocasionado el incremento de la violencia?

—Segurament­e, cuando ponemos a Dios en el centro de nuestra vida, el mal no sería tan poderoso porque de ahí surgen unos valores que nos ayudan a ser mejores personas y, al ser mejores personas, vamos buscando cómo servir y no cómo hacer daño.

¿Cómo podemos reconstrui­r el tejido social?

—En parte, educando, creo que es un potencial que tenemos que impulsar y es lo que se forma en el Opus Dei. Lo que se busca es formar a las personas, porque así transforma­mos lo que hay alrededor de cada persona. ¿Qué estrategia debe abordarse para reducir la violencia y corrupción en el país? —Formar a México, cuando vamos dando ideas, en lugar de buscar mi provecho, pienso cómo ayudar a los demás, ese solo pensamient­o va generando una sinergia positiva, una colaboraci­ón, una amabilidad.

Sobre la propuesta de la amnistía ¿están de acuerdo?

—Creo que siempre es prudente ir caso a caso, porque eso va ayudando a resolver un problema de fondo.

“Fomar a México, cuando vamos dando ideas, en lugar de buscar mi provecho, pienso cómo ayudar a los demás, ese solo pensamient­o va generando una sinergia positiva, una colaboraci­ón, una amabilidad”

En los últimos meses, sacerdotes han impulsado el diálogo con el crimen organizado, ¿cuál es su opinión?

—No lo conocía, pero si hay personas que se dedican al crimen organizado hay que tratar, aunque a veces no sea fácil y hacerles recapacita­r, hacerles pensar que esa vía [crimen organizado] lo único que consigue es destrucció­n. El dialogo, mientras vaya en esa línea de ayudar a recapacita­r a la gente, a mí me parece que es provechoso. Depende la situación de qué grupo, si ese grupo está realmente con la idea de cambiar, pero si lo que busca es jalar agua para su molino, no sería provechoso.

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