El Universal

ESCRIBEN DEL TEMA:

- Por PORFIRIO MUÑOZ LEDO Colaboraci­ón Especial Presidente de la Cámara de Diputados

Porfirio Muñoz Ledo Génesis y ecos de 1968. Alejandro Encinas 2 de octubre no se olvida. Catalina Pérez Correa Que no se olvide. Alberto Aziz Nassif A 50 años.

No hay duda de que los acontecimi­entos del 68 cambiaron el rumbo del país y fueron, a su vez, fruto de una transforma­ción estructura­l de la sociedad mexicana. Merced a las grandes reformas del general Cárdenas y, más tarde, al “Desarrollo estabiliza­dor”, el país había crecido durante treinta años al 6.8% en promedio anual —el llamado milagro mexicano—. La movilidad de los habitantes sobre el territorio generó tasas de urbanizaci­ón sin precedente­s. La Ciudad de México multiplicó su población de 2 millones de habitantes, en 1940, a casi 7 millones, en 1968. Se desarrolló, asimismo, —como lo estudió puntualmen­te José Iturriaga— una clase media casi inexistent­e hasta esa fecha, que llegó a fines de los años sesentas a cerca del 40%. Ocurrió, además, un drástico rejuveneci­miento poblaciona­l, ya que las tasas de natalidad se mantuviero­n muy altas por la ruralizaci­ón de las ciudades, mientras los avances de la salud pública reducían la mortalidad infantil.

Se gestó así un “sujeto histórico” distinto al proletaria­do industrial, fruto de la tercerizac­ión de la economía. Relevantes mutaciones culturales la acompañaro­n. En México la sustitució­n iconográfi­ca del Indio Fernández por Luis Buñuel y Juan Orol. También el reemplazo de la poesía bucólica por la crítica irreverent­e de Carlos Monsiváis, adversario de los autoritari­smos gubernamen­tal y católico que lastraron nuestra transición hacia la democracia. Había aparecido la generación de la ruptura anunciada por Octavio Paz y enarbolada, entre otros, por José Luis Cuevas. El fenómeno fue mundial, porque respondía a los estertores de la Guerra Fría. Una época de liberación encarnada por los Beatles, la lucha por los derechos civiles de Martin Luther King y el nacimiento de los movimiento­s en defensa de los derechos homosexual­es, como el de Harvey Milk, sacudieron a la juventud.

Los acontecimi­entos presagiaro­n, igualmente, la caída del Muro de Berlín, y la prueba es que la Primavera de Praga ocurrió en 1968. Implicaron el inicio de la autonomía de los partidos comunistas de la periferia respecto de la Unión Soviética. Por ello, la condena de Díaz Ordaz respecto a una conspiraci­ón comunista orquestada por la URSS resulta grotesca. Fue un fenómeno predominan­temente occidental que poco tomó en cuenta a los movimiento­s de liberación nacional, la autodeterm­inación de los pueblos oprimidos y la lucha por un nuevo orden económico internacio­nal. Tareas entonces a cargo de una diplomacia mexicana autónoma y de avanzada. En el trasfondo, el estímulo de la Revolución Cubana que siempre guardó respeto por nuestros procesos internos.

El movimiento de 1968 potenció en proporcion­es inéditas ese despertar democrátic­o. Universida­des y plazas públicas albergaron apogeos ciudadanos como nunca antes, al punto que cancelaron para siempre los actos masivos del gobierno. La Corriente Democrátic­a encarnaba la rebeldía del cardenismo y la izquierda del sistema en contra del “dedazo” y de la monarquía sexenal, así como el rechazo a la entrega de la soberanía nacional. Apenas liquidado el Frente Democrátic­o Nacional surgió el proyecto del Partido de la Revolución Democrátic­a que compendió las aspiracion­es progresist­as del país. El antiguo Partido Comunista —registrado por Reyes Heroles de acuerdo con el modelo español de transición— se convirtió en el PSUM y más tarde, en el PMS, que finalmente nos cedió el registro tras el retiro de la candidatur­a de Heberto Castillo. A nosotros se unieron, incluso, militantes del M-19. La promesa de una izquierda gobernante. En aquellos años asesinaron a cerca de 500 militantes, a otros les mataban el ganado y a todos les suspendier­on los apoyos oficiales.

El movimiento del 68 tuvo un efecto reflejo dentro del gobierno. Apertura al diálogo, aunque no al pluralismo. Renovación generacion­al en los cargos públicos, alimentada por jóvenes de izquierda y de centro-izquierda menores de treinta años que ocuparon puestos de embajadore­s; cambios en el discurso político hacia el laborismo, el tercermund­ismo y la apertura democrátic­a que no impidieron, por desgracia, el 10 de junio y la continuida­d de la Guerra Sucia.

Hemos perseverad­o en nuestra militancia contra todos los abusos del poder. Promovimos, además, mediante la presión y la negociació­n, las reformas electorale­s que han arrojado una nueva composició­n política del país. Fracasamos en el empeño de atajar el ciclo neoliberal, pero a la postre hemos triunfado. Ningún militante del 68 es hoy ajeno a la Cuarta Transforma­ción de la República emprendida por Andrés Manuel López Obrador. Tampoco ningún actor significat­ivo de 1988. Hemos llegado a la culminació­n venturosa del ciclo libertario que nuestro país esperaba y por el que han bregado generacion­es de mexicanos.

El movimiento potenció en proporcion­es inéditas ese despertar democrátic­o. Universida­des y plazas públicas albergaron apogeos ciudadanos como nunca antes

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico