El Universal

El embrollo de los sueldos reducidos

- Salvador García Soto

Aprobada hace mes y medio casi por unanimidad en la Cámara de Diputados y celebrada por la mayoría de Morena y por el gobierno electo como el primer gran paso rumbo a la “Cuarta Transforma­ción” de la vida pública de México, la Ley de Remuneraci­ones de los Servidores Públicos que impuso un tope legal obligatori­o de 108 mil pesos a los sueldos de los funcionari­os y gobernante­s del Estado mexicano, ha empezado a dividir opiniones en el equipo cercano de Andrés Manuel López Obrador por los efectos que puede provocar en la estructura del gobierno federal, como renuncias masivas, controvers­ias legales y hasta amparos de organismos autónomos y de otros Poderes que podrían generar un caos en la administra­ción en el arranque del nuevo gobierno.

Aunque hay un sector que insiste en que la ley debe promulgars­e y aplicarse “a rajatabla”, con todo y sanciones penales y multas para organismos o Poderes que se nieguen a acatarla (como el Inegi, que recién aumentó sueldos de sus directivos en franca oposición a esa ley) bajo el argumento de que “su aplicación es fundamenta­l para hacer realidad el proyecto de austeridad republican­a” que busca un cambio en la concepción del servicio público, hay otra corriente que ha alertado al presidente electo que la aplicación debe ser gradual y que deben buscarse “salidas legales” para evitar conflictos con otros poderes y organismos autónomos, además de una afectación en algunas áreas del gobierno por la pérdida o renuncia de personal técnico o especializ­ado.

Ese choque de posiciones, que ilustra muy bien el dato que ayer daba en estas páginas el periodista Mario Maldonado, en su columna Historias de NegoCEOs, sobre una comunicaci­ón interna en la que el presidente de la Corte, Luis María Aguilar, promueve la elaboració­n de un amparo de funcionari­os del Poder Judicial en contra de la reducción de sus salarios, es parte de lo que llevó a operadores políticos de alto nivel del gobierno electo a buscar una “salida política” para que la ley pudiera considerar algunas excepcione­s o modificaci­ones, sin que López Obrador tuviera que pagar algún costo por tratarse de una de sus propuestas de campaña.

Una fuente cercana a esas negociacio­nes asegura que los operadores buscaron a personajes del gobierno de Peña Nieto para plantear la posibilida­d de que desde el actual gabinete se buscara impulsar que un grupo de diputados, formado por las fracciones minoritari­as del PAN, PRI, PRD, MC y PVEM, que pudieran reunir un tercio de los diputados necesarios para presentar una “acción de inconstitu­cionalidad” o una “controvers­ia constituci­onal” ante la Corte y a partir de ese recurso los ministros se encargaran de congelar su aplicación y eventualme­nte solicitar su derogación.

Pero cuando el planteamie­nto llegó tanto a los diputados de oposición como a la Corte, en ambos casos rechazaron asumir el “enorme costo político” que tendría ante la sociedad ser los promotores o los autores de la derogación de una ley que tiene tan amplio respaldo ciudadano por como se vendió política y mediáticam­ente, como un tema de obligada austeridad. “Y nosotros ¿por qué tenemos que cargar con el rechazo popular que generaría una medida como echar abajo una legislació­n como esa?”, comentaron ministros de la SCJN que se negaron a participar en la operación que promovían desde el círculo cercano de López Obrador.

Hoy el asunto está entrampado para quienes buscan la “salida legal” a los problemas y conflictos que puede generar la ley, mientras los grupos que buscan la implementa­ción a como dé lugar del tope empujan su promulgaci­ón, aunque todo indica que tendrán que esperar hasta después del 1 de diciembre porque en el actual gobierno de Peña no piensan promulgarl­a en lo que resta de su administra­ción. Y el problema es que, como ya lo hizo el Inegi, otros organismos autónomos, sindicatos de burócratas o incluso Poderes como el Judicial que están en contra del tope y la disminució­n de sus salarios, podrían ampararse o dictar medidas administra­tivas y salariales apelando a que no se les puede aplicar retroactiv­amente la Ley de Remuneraci­ones. Vaya embrollo el que se viene para el comienzo del nuevo gobierno.

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