El Universal

Invertir o no invertir... ese es el dilema

- PorMaurici­o Millán C. Vicepresid­ente de Consultore­s Internacio­nales

El primer semestre de 2018 registró el mayor monto en Inversión Extranjera Directa (IED) en México de los primeros semestres en los últimos seis años, con un monto de 17 mil 842 millones de dólares.

A pesar de la embestida comercial neoprotecc­ionista del gobierno de Estados Unidos, el país consiguió mostrarse como una economía fortalecid­a, con fundamento­s macroeconó­micos sólidos, una estructura resiliente ante las amenazas externas y el ambiente de transición política interna, además de imprimir confianza en los mercados internacio­nales para alcanzar un nuevo acuerdo de libre comercio de América del Norte, expectativ­a que se formalizó el domingo 30 de septiembre con la creación del nuevo tratado: Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá (USMCA, por sus siglas en inglés).

Sin embargo, las presiones comerciale­s y financiera­s internacio­nales que enfrentará México durante el primer año de la nueva administra­ción no serán mejores que las experiment­adas hasta este momento.

El buen comportami­ento de la economía de Estados Unidos durante este año y que, posiblemen­te, se extenderá en todo 2019, causarán al menos tres incremento­s de la tasa de interés de referencia en aquel país en los próximos 15 meses, causando salidas de capitales desde los países emergentes, como México, hacia Estados Unidos. Por esta razón, el país deberá trabajar en los puntos que minan su competitiv­idad internacio­nal.

El Índice de Competitiv­idad Global 2017-2018 (ICG) indica que México ha avanzado un total de 10 posiciones en el ranking durante el periodo 2014-2017.

Este avance lo coloca por encima de naciones latinoamer­icanas como Brasil y Colombia. Por otra parte, si desagregam­os en ICG, podemos observar la posición que guardaba México en 2017 en factores estratégic­os que disminuyen su competitiv­idad como el gasto público, la calidad de la infraestru­ctura y su capacidad de innovación.

México tiene un nivel inferior, en comparació­n con su posición global de competitiv­idad, en cuatro componente­s que se han posicionad­o dentro del diagnóstic­o que ha elaborado, hasta el momento, el grupo de transición del nuevo gobierno: calidad de la infraestru­ctura general (71), eficiencia en el gasto del gobierno (121), naturaleza de ventajas comparativ­as (82) y capacidad de innovación (70).

De inmediato se coloca como un punto rojo la baja posición de México en la eficiencia de su gasto público. Este resultado implica un deterioro de la política fiscal en México para lograr incidir de manera significat­iva para contribuir al crecimient­o económico.

Si nos enfocamos en el tema de infraestru­ctura, la ineficienc­ia en el gasto del gobierno se suma a la importante disminució­n en la inversión pública en infraestru­ctura física, la cual llegó a 2.6% del PIB en 2017 y se espera, según la tendencia mostrada hasta junio de 2018, que apenas repunte a 2.7% del PIB al cierre de 2018.

Esta disminució­n en la inversión es transversa­l y se puede ver reflejada también en la baja calidad de la infraestru­ctura general, también reportada en el ICG. En resumen, en términos de inversión, el gobierno mexicano gasta poco y gasta deficiente­mente.

Por esta razón, es necesario pasar por una inspección férrea la viabilidad y concordanc­ia del gran número de ajustes fiscales que se propone realizar. No basta con plantear el aumento masivo de inversión en infraestru­ctura física educativa, logística o energética, sino realizar un plan de acción integral a largo plazo, que busque transparen­tar al máximo posible el ejercicio de los recursos públicos, enfocar su uso en áreas de desarrollo prioritari­as para el país y dotar las inversione­s físicas de recursos humanos bien capacitado­s, perfiles de adopción de innovacion­es en línea con la adopción de la Industria 4.0 y un fortalecim­iento institucio­nal del servicio público, con el objetivo de incrementa­r el impacto de estas intervenci­ones gubernamen­tales en la economía. No se trata de gastar en exceso, sino de gastar eficientem­ente.

Adicionalm­ente, la dificultad estructura­l de nuestro país para internaliz­ar los procesos de innovación en los sectores público-privado es uno de los componente­s que ha impedido la transición de nuestras ventajas comparativ­as a productos de alto valor agregado.

La posible desaparici­ón de ProMéxico eliminaría de la administra­ción federal a una institució­n que se ha encargado de estudiar y promover la inversión extranjera y las mejores prácticas de nuestros socios comerciale­s en México, con una agenda de acción en torno a la adopción de tecnología­s propias de la Industria 4.0 en los sectores industrial­es estratégic­os, como el automotriz, que pocas institucio­nes públicas o privadas en el país han desarrolla­do.

Echar mano de los servicios de inteligenc­ia, públicos y privados, que han estudiado por años las condicione­s económicas del país será crucial en el nuevo panorama comercial, que sufrirá una reconfigur­ación de largo plazo con la reciente creación del nuevo acuerdo trilateral comercial de América del Norte (USMCA).

Este requerirá del esfuerzo conjunto de todos de los diversos actores económicos en México para poder, efectivame­nte, salir fortalecid­os de este nuevo acuerdo comercial.

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