El Universal

Sergio Cabrera y Mario López han participad­o en balaceras.

Además, les han tocado casos de intento de linchamien­to

- ANDREA AHEDO —metropoli@eluniversa­l.com.mx

Durante sus jornadas han sido golpeados y les han disparado. Siguen de pie, con sus armas y en un sector calificado como peligroso por los robos a punta de pistola y secuestros.

El 22 de septiembre, en Bosques de las Lomas, los agentes Sergio Cabrera y Mario López se enfrentaro­n a un par de colombiano­s que asaltaron a una pareja que retiró 85 mil pesos de un banco.

Las víctimas les contaron a los oficiales que dos hombres se acercaron, les arrebataro­n el dinero y luego huyeron en una motociclet­a. El conductor tenía casco, pero su cómplice no. Cabrera y López, su jefe, pidieron que los operadores de las cámaras de Ciudad Segura ubicaran la moto en la que huían los asaltantes. El rastreo arrojó su ubicación sobre Paseo de las Lilas.

Los agentes se prepararon para la persecució­n, siguieron en la patrulla al vehículo, cuyo conductor se las ingeniaba para circular entre los automóvile­s y huir con facilidad, pero Cabrera, en Paseo de los Ahuehuetes, se acercó lo suficiente para hacer derrapar a los criminales.

Los colombiano­s se levantaron e intentaron huir. Uno, quien no traía casco, disparó contra los uniformado­s y ellos también sacaron sus armas. En todo momento, dicen los dos oficiales, usaron “comandos verbales” para que los asaltantes se detuvieran y se rindieran.

El cadáver del conductor de la motociclet­a quedó sobre la banqueta. Su cómplice, el copiloto sin casco, fue herido

“He recuperado bastantes armas, he estado en sectores complicado­s como Plateros y Tacuba. [Tengo] 16 años de servicio. Han sido varios eventos con más compañeros”

—Mario López Policía

Reacción. tres veces y llevado a bordo de una ambulancia a un hospital en calidad de detenido. Los dos uniformado­s tienen casi los mismos años de experienci­a y sus familias están acostumbra­das.

A Cabrera le apuntó, hace varios años, un joven que había bebido durante una fiesta de 15 años. “Es la segunda persecució­n, la primera fue en San Jerónimo. [Ese día] nos dijeron que desde la azotea había un muchacho disparando, llegamos al lugar y nos recibieron a balazos”, recuerda. Su jefe, López, cuenta: “He recuperado bastantes armas, he estado en sectores complicado­s como Plateros y Tacuba. [Tengo] 16 años de servicio. Han sido varios eventos con otros compañeros, por ejemplo, me tocó lo del hospital en Cuajimalpa”.

Mientras en la zona de Bosques de las Lomas los delincuent­es atacan a la gente con mayor ingreso, en los pueblos aledaños donde rigen los usos y costumbres son los vecinos quienes hacen jus- ticia. Esos casos también les han tocado a los oficiales.

El más reciente fue un intento de linchamien­to a un joven que supuestame­nte quería robarse a un niño.

Cuando los dos policías llegaron, la gente había amarrado y golpeado al sospechoso. El jefe López habló con los pobladores y los convenció para que entregaran al detenido; en todo caso, si era culpable, tendría que ser juzgado por la ley. groserías, que el extorsiona­dor le decía a la víctima.

En ese abrazo, Jovani: “No le dejo avanzar. Le digo en el otro oído: ‘Dígale que le pase al niño’. Si en verdad está secuestrad­o, que se lo pase”.

La mujer preguntó por el menor de edad, pero el hombre que estaba al otro lado del teléfono terminó la llamada con la confesión de que no era un secuestro real. “Yo no le quise arrebatar el celular porque la señora estaba muy tensa. Yo le dije a un curioso que le quitara el teléfono por atrás, porque no la podíamos controlar. Cuando él le quita el teléfono, el sujeto le dice: ‘Ya la tenía comprada, hijo de tal por cual, me tiraste mi negocio’.

“Al ver la situación, que no la podía controlar, tenía dos opciones: llamar a la ambulancia o llevarla a que viera al niño. Opté por subirla a la camioneta y de camino a la escuela pedí la ambulancia”, narró.

Durante el viaje en la patrulla, el agente llamó a la madre del niño y acordó verse en la secundaria donde estudiaba.

Jovani tocó la puerta de la escuela, pidió hablar con el director y los maestros fueron por el menor de edad a su salón. Al verlo, la mujer de avanzada edad lloró y lo abrazó con desesperac­ión.

Aunque el uniformado intentó llevar a la familia hasta su casa, la madre y abuela no quisieron. Ese fue el tercer caso de extorsión que atiende el policía Jovani en sus 14 años de carrera.

Los dos primeros, aseguró, no pudo detener a las víctimas y se sintió frustrado por varios años.

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Sergio Cabrera y Mario López se enfrentaro­n, el pasado 22 de septiembre, en Bosques de las Lomas, contra un par de colombiano­s que asaltaron a una pareja que retiró 85 mil pesos de un banco.

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