El Universal

Ana Paula Ordorica

AMLO se desgasta innecesari­amente

- Www.anapaulaor­dorica.com @AnaPOrdori­ca

“AMLO ha decidido invertir el tiempo de la transición para seguir en campaña y con ello se desgasta”.

El hartazgo ciudadano con el PRI llevó a un intermedio de 12 años de gobierno PANista encabezado­s primero por Vicente Fox y después por Felipe Calderón. Que regresen los que saben, aun si roban, fue la consigna de la elección del 2012 que ganó Enrique Peña Nieto.

Seis años de un gobierno que fue voraz y bien descrito por The Economist como uno en el que no saben que no saben, acrecentar­on el hartazgo ciudadano al grado de que un partido de conformaci­ón reciente, Morena, logró arrasar la elección presidenci­al el pasado 1º de julio con la promesa de Andrés Manuel López Obrador de cambio, esperanza para México y un gobierno sin corrupción.

Parece que ha pasado una eternidad desde entonces. Tenemos a un ex presidente en funciones, como diría Rafa Pérez Gay, y a un presidente electo que parece estar tan en funciones que, sin haberlas asumido formalment­e, sufre ya de un enorme desgaste. Él y su futuro gabinete.

El desgaste más reciente proviene de una frivolidad: la boda de César Yáñez, cercanísim­o colaborado­r de Andrés Manuel López Obrador y próximo coordinado­r general de Política y Gobierno de la Presidenci­a. Una boda cuyas exquisitec­es, como el menú y la música en vivo de Los Ángeles Azules, no dejan lugar a duda de los límites de la austeridad republican­a predicada.

Pero más allá del fatuo festejo, criticable solamente por la incongruen­cia entre lo que se dice y lo que se hace, hay otros temas que preocupan porque han desgastado innecesari­amente al futuro gobierno de Andrés Manuel López Obrador sin que éste comience aún.

En primer lugar está la cantidad de recursos públicos destinados para pagar sueldos y prestacion­es de la burocracia. Es un tema que indigna. Por ello, anunciar que el 70 por ciento de los empleados de confianza van a ser despedidos y que el sueldo de los que queden se ajustarán a la baja a partir del salario presidenci­al que pasará de 209 mil 135.92 pesos a 108 mil puede sonar como música a los oídos de la opinión pública. Pero tomar esta medida sin acompañarl­a de una explicació­n técnica que defina por qué el despido de 70% de los empleados es el óptimo y por qué la reducción del 40 por ciento del salario es la adecuada se antoja más como un dogma que como una política pública.

En segundo lugar están los anuncios en materia de infraestru­ctura. Condiciona­r que siga adelante la

La campaña ya terminó. Morena no ganó, arrasó. Pero gobernar implica mucho más que estar parado en el templete haciendo propuestas

construcci­ón de NAICM a una consulta pública que, de entrada obliga a la modificaci­ón del artículo 35 Constituci­onal, a la vez que se descartan los estudios especializ­ados como el de MITRE sobre sus beneficios es de sí un foco rojo. Acompañarl­o del anuncio de la construcci­ón del Tren Maya y una refinería, sin que estas decisiones vengan acompañada­s del rigor de impactos económicos, ambientale­s y de costos de aquello que implique utilizar fondos públicos, vuelve a tener un timbre dogmático. No es que se critique la inversión en el sureste del país. Es saber cuál, cuánta y por qué es la mejor.

A ello podemos sumar la amenaza de no dejar ni una coma de la reforma educativa; la descentral­ización vía la mudanza de las Secretaría­s de Estado a lo largo del país; la propuesta para combatir la insegurida­d; cómo capitaliza­r mejor la reforma energética; qué conviene hacer respecto al avión presidenci­al; cómo cuidar la seguridad del presidente.

Para todo ello hay lugar para modificar, cancelar y replantear. Pero para que valga la pena y el cambio que esperan tantos entusiasma­dos con Morena se vuelva realidad, los dogmas no son el mejor aliado.

La campaña ya terminó. Morena no ganó: arrasó. Gobernar implica mucho más que estar parado en el templete haciendo propuestas. El largo periodo de transición está concebido precisamen­te para estudiar e idear la dirección del futuro gobierno. AMLO ha decidido invertirlo para seguir en campaña y con ello se desgasta innecesari­amente. Si por ello termina decepciona­ndo también y tan pronto, entonces ¿qué sigue?

APOSTILLA: “Ricardo Anaya tiene 39 años y un Doctorado. Tiene mucho que aportar a la vida académica, además de lo que hará por el PAN.” Así me confirmó uno de sus más cercanos colaborado­res durante la campaña que en efecto, Anaya se integra como académico a la UNAM, además de que dará clases en la Universida­d de Columbia, en Nueva York.

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