El Universal

Jesús Reyes Heroles

- Por JESÚS REYES HEROLES G.G. Presidente de GEA Grupo de Economista­s y Asociados / StructurA

Gobernar resulta de confrontar la visión de quienes gobiernan con la dura realidad. De eso surge la personalid­ad de las administra­ciones. Esta transición de gobierno es un magnífico ejemplo de ese proceso iterativo entre aspiracion­es y realidades, en especial en el sector energético. A sólo tres meses de la elección, los planteamie­ntos en el sector se acercan a propuestas pertinente­s y viables. Del rechazo absoluto y frontal a los elementos fundamenta­les de la reforma energética de Peña Nieto, ahora la nueva administra­ción acomoda algunos, y modula sus planteamie­ntos iniciales.

La semana pasada, el presidente electo AMLO presentó un documento que, en lo general, resume la situación actual del sector. Presenta duras realidades. En esta década, la exploració­n de hidrocarbu­ros fue muy limitada: la tasa de sustitució­n de reservas 1P se redujo de 77% en 2010 a 17.5% en 2017. Esto resultó de una reducción sustancial de la inversión en exploració­n, de 2.5 miles de millones de dólares (mmdd) en 2010, a 1.7 mmdd en 2018. Menos inversión, menos descubrimi­entos. En el mismo periodo, la producción disminuyó de 2.6 millones de barriles diarios (mbd) a un estimado de 1.8 mbd. De nuevo, la inversión de Pemex para desarrollo y producción se redujo de 17.3 mmdd a 6.6 mmdd este año.

La crítica situación de Pemex encuentra una explicació­n central: la excesiva astringenc­ia presupuest­al impuesta por SHCP y por el Congreso. Salvo en 2006 y 2012, los impuestos y derechos extraídos a la paraestata­l superaron su “rendimient­o antes de derechos e impuestos”, lo que arroja pérdidas que se acumulan. Esos recursos los requiere el precario erario público. Esta realidad financiera es la que explica que el país haya decidido eliminar la exclusivid­ad a Pemex y permitir que empresas privadas participen en la explotació­n de los hidrocarbu­ros de México.

A pesar de sus críticas incesantes sobre dicha reforma, AMLO se reunió con la asociación de las empresas que ganaron 107 contratos en licitacion­es. Planteó que dichos contratos serán revisados pero que, en la medida que se cumplieran sus compromiso­s de producción, serían respetados. Fue más allá, pues ofreció ayudar a simplifica­r trámites y facilitar sus operacione­s, en la medida que cumplan sus compromiso­s de producir 280 milbd en 2024, que el actual secretario de Energía Pedro Joaquín C. determinó en 180 mil bd para 2020, 430 mil bd en 2024 y 816 mil bd en 2030. Sin duda, una contribuci­ón significat­iva.

AMLO ratificó su propósito de ubicar a Pemex y a CFE en el centro del esfuerzo para alcanzar una mayor producción durante su administra­ción. Por tanto, ha planteado invertir 3 mil 750 mdd del erario en Pemex, para exploració­n y producción, 3 mmdd para rehabilita­r refinerías, reconfigur­ar las tres refinerías faltantes (7 mmdd por cada una), además de construir una nueva de 300 mil bd en Tabasco, o sea, canalizar importante­s recursos fiscales al fortalecim­iento de Pemex, un giro de 180 grados respecto a la estrategia previa: ahorcarla financiera­mente. Es un avance que AMLO haya iniciado este diálogo porque hay muchos asuntos a aclarar y afinar. La velocidad a la cual puede aumentar la producción producto de las rondases mejor delo que la opinión pública reconoce, pues debe recordarse que sólo han transcurri­do tres años desde que se adjudicó el primer contrato en septiembre de 2015.

En conjunto, ese intercambi­o de puntos de vista es un avance en la conformaci­ón de la política energética de la próxima administra­ción. Quedan muchos aspectos por definir, pero el diálogo ya se inició. En los hechos, el objetivo de que Pemex produzca 2.5 millones de barriles diarios para 2024 es un desafío formidable, que requerirá gran capacidad para coordinar las acciones. Esperemos que Pemex sea capaz de lograrlo.

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