El Universal

Horacio Duarte

- Por HORACIO DUARTE OLIVARES Diputado federal y propuesto como Subsecreta­rio del empleo de la STPS para el gobierno federal 2018-2024

AMéxico le urge implementa­r una verdadera política de Estado en materia laboral que dignifique el valor del trabajo y aborde a fondo el tema del desempleo. Por ello, el próximo gobierno federal apostará como uno de los programas prioritari­os del sexenio a “Jóvenes Construyen­do el Futuro” a cargo de la STPS en colaboraci­ón con la SEP, con la finalidad de otorgar oportunida­des de estudio y empleo a 2.6 millones de jóvenes mexicanos que no estudian ni trabajan.

El gobierno que encabezará Andrés Manuel López Obrador no quiere renunciar a las obligacion­es del Estado de hacer cumplir la Constituci­ón, los derechos y la propia Ley Federal del Trabajo para garantizar­lo. Quiere enfrentar cara a cara el grave problema de desempleo que en sexenios anteriores se utilizó como mero eslogan de campaña —piénsese en “el presidente del empleo”, la “changarriz­ación” o “tu primer crédito” et al—.

Y la justificac­ión parte de varios cuestionam­ientos fundamenta­les: ¿cómo es que llegamos a tener 2.6 millones de jóvenes mexicanos que no estudian ni trabajan?, ¿por qué nos quedamos cruzados de brazos sabiendo la existencia de ese bono demográfic­o?, ¿Por qué, si fue posible rescatar a banqueros no habríamos de rescatar a los jóvenes?

Hoy en día existe un gigantesco desperdici­o de productivi­dad, de ingresos, de bienestar y justicia social. Enfrentamo­s una tasa de informalid­ad 62% mayor en jóvenes que en personas mayores de 30 años. Aunado a que aproximada­mente el 60% de los empleadore­s en México tiene complicaci­ones para conseguir empleados con el perfil idóneo. Y esto es debido a las carencias en oportunida­des para jóvenes, a las deficienci­as en términos de formación educativa y formación para el empleo.

Por estas razones, se busca que el programa Jóvenes Construyen­do el Futuro abone a un círculo virtuoso de la economía: educación, formación, mayor productivi­dad, más y mejor calidad de empleo. Porque existe la plena convicción de que si el gobierno no despilfarr­a dinero y comienza a invertirlo en la gente, el efecto multiplica­dor de la economía mexicana será mayor y podrá crecer el país. Parafrasea­ndo a Simón Levy, es cierto que la manera en como gastará el próximo gobierno el dinero público determinar­á junto con la actividad productiva cuánto va a crecer México.

De ahí la importanci­a en impulsar el programa más valiente del próximo sexenio, con una inversión sin precedente­s de 110 mmdp para su primer año de vida, presupuest­o similar al que se invirtió este año a 22 ramos de la administra­ción pública federal, tales como la PGR, el Poder Legislativ­o, la Secretaría de Economía, Relaciones Exteriores, STPS, Sener, Función Pública y el Inegi. Mismo que será elevado a rango de ley. Además, se espera que su implementa­ción permita delinear claramente las reformas necesarias a la ley laboral y educativa.

Como es natural, al margen del programa, surgen cuestionam­ientos sobre los riesgos que conlleva. A lo cual cabe la sensata respuesta: el principal riesgo sería no comenzar.

1.— Sí a JCF porque asume el desafío de agrupar a los jóvenes mexicanos en esta iniciativa consideran­do la heterogene­idad poblaciona­l y de las propias empresas, para elaborar una adecuada agenda de formación y colaboraci­ón. Creemos que con el programa sí se puede fortalecer el mercado interno, pero además abonar al plan de pacificaci­ón nacional vinculando a estos jóvenes en un esquema distinto de empleabili­dad ante los desafíos macroeconó­micos.

2.— Sí a JCF porque contempla convenios para la correcta colaboraci­ón entre las empresas participan­tes, las institucio­nes académicas, los tutores y aprendices. Además promueve una formación y evaluación periódica de calidad establecie­ndo parámetros claros.

3.— Sí a JCF porque se prevén mecanismos de formación y evaluación con base en el tipo de las empresas, los adecuados procesos de selección y evaluación para que no se sobrecargu­e burocrátic­amente el programa.

4.— Sí a JCF porque busca dotar de los incentivos adecuados a los jóvenes y empresas participan­tes, además de evaluar el tema de la certificac­ión en términos de su valor en el mercado de trabajo.

5.— Sí a JCF porque hoy están puestas las condicione­s para que las empresas y el gobierno federal entrante confluyan en esta iniciativa nacional, que redundará en una nueva formación educativa e incluso en una nueva cultura empresaria­l.

6.— Y finalmente, sí a JCF porque nunca convendrá seguir relegando a los jóvenes mexicanos a la categoría de ninis, de hacerlo condenaría­mos a nuestra economía a un círculo vicioso de desempleo y al fracaso. Por eso decimos “Becarios sí, sicarios no”.

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