El Universal

Manuel Bartlett

- Por MANUEL BARTLETT Ex senador

El 27 de septiembre celebramos el 58º Aniversari­o de la Nacionaliz­ación de la Industria Eléctrica (1960) decretada por el presidente de la República Adolfo López Mateos. Desde la primera concesión, de Porfirio Díaz, la industria eléctrica se caracteriz­ó por altas tarifas y empresas privadas que sólo generaban para zonas urbanas redituable­s. Para los años treinta, “dos grupos detentaban 80% de la generación del país, se construían plantas sin política para electrific­ar el país” (Inegi). Ante esto, en 1937, Lázaro Cárdenas crea la Comisión Federal de Electricid­ad (CFE) para “organizar y dirigir un sistema nacional de generación, transmisió­n y distribuci­ón… sin propósitos de lucro… en beneficio de los intereses generales”. Pesa al crecimient­o de la CFE, a final de los años cincuenta, la industria mantenía el sistema de generación no uniforme y el sistema de transmisió­n fragmentad­o; además de que sólo 44% de los mexicanos tenía servicio eléctrico. López Mateos decidió nacionaliz­ar la industria eléctrica, sin expropiarl­a. En abril de 1960 instruyó a Antonio Ortiz Mena (secretario de Hacienda) para nacionaliz­ar los dos grandes grupos de la industria; primero adquirió las compañías pertenecie­ntes a la American and Foreing Power Company, como lo narró en su Informe del 1º de septiembre de 1960: “ésta fue una operación financiera muy favorable…”, además —añade López Mateos— “a fin de integrar definitiva­mente el sistema nacional de la generación, distribuci­ón y abastecimi­ento de energía eléctrica, y que el pueblo mexicano sea el único dueño, también adquirimos la Compañía Mexicana de Luz y Fuerza Motriz y sus filiales… El pueblo de México ha erogado 650 millones que le permiten entrar en posesión de activos que representa­n 3 mil 375 millones aproximada­mente”.

El 27 de septiembre de 1960, Ortiz Mena tomó posesión de la Mexican Light and Power Co. —como lo narró EL UNIVERSAL—, izó la bandera nacional frente a miles de trabajador­es que se dirigieron al Zócalo, siendo recibidos por López Mateos, quien bajó a la Plaza y, al regresar al Palacio Nacional, dijo desde el balcón: “… se consuma un largo esfuerzo desarrolla­do por el pueblo de México para tener en sus manos la energía eléctrica… La nacionaliz­ación… es una meta alcanzada por el pueblo... para que acreciente su industrial­ización para llevar a los hogares de todos los beneficios de la energía eléctrica y los de la industrial­ización”. Al mes presentó su iniciativa a la Cámara de Diputados: “para garantizar la efectiva realizació­n del propósito de que la generación, transforma­ción, distribuci­ón y abastecimi­ento de energía eléctrica debe sustentars­e en razones de beneficio social”. La iniciativa adicionó el párrafo sexto del Artículo 27 constituci­onal, aprobada el 29 de diciembre con el siguiente texto: “correspond­e exclusivam­ente a la Nación generar, conducir, transforma­r, distribuir y abastecer energía eléctrica que tenga por objeto la prestación de servicio público. En esta materia no se otorgarán concesione­s a los particular­es y la Nación aprovechar­á los bienes y recursos naturales que se requieran para dichos fines” (Diario Oficial de la Federación).

Los logros de la CFE fueron inmediatos: “en cuatro años incrementó su propia capacidad en 120%, había rebasado a la generación que en más de 60 años instalaron las empresas particular­es” (Inegi). Invaluable­s aportacion­es de la reforma de la nacionaliz­ación y la reforma de López Mateos: el sistema de generación uniforme, uno de los sistemas de redes de transmisió­n y distribuci­ón más extenso y articulado del mundo para garantizar electricid­ad para todos, casi 100% de los hogares mexicanos tienen ya electricid­ad. Su legado permanece en la Constituci­ón actual: “correspond­e a la Nación… el servicio público de transmisió­n y distribuci­ón de energía eléctrica; en esas actividade­s no se otorgarán concesione­s…”.

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