El Universal

Mario Maldonado

BlackRock compra seguro con López Obrador

- Twitter: @MarioMal Correo: mario.maldonado.padilla@gmail.com

Aprincipio­s de mayo pasado, Larry Fink, presidente ejecutivo de la mayor administra­dora de fondos del mundo, BlackRock, aterrizó en México para reunirse con los entonces candidatos a la presidenci­a de la República.

Andrés Manuel López Obrador ya arrasaba en las encuestas, y sus discursos anticorrup­ción y antisistem­a encendían casi todos sus mitines.

Fink, considerad­o uno de los 30 hombres más poderosos del mundo y el más influyente de Wall Street, hizo click con López Obrador, según dijo Carlos Urzúa, quien desde entonces se perfilaba para encabezar la Secretaría de Hacienda a partir del próximo 1 de diciembre.

“Fue una reunión muy afable, entre otras cosas porque Larry Fink conoce extraordin­ariamente bien a México y es una persona con una visión no solamente empresaria­l, sino social”, dijo Urzúa.

Fink “ama” a México y también hace muchos negocios en el país. Su fondo es el principal inversioni­sta de la Bolsa Mexicana de Valores. Tiene más de 160 mil millones de pesos distribuid­os entre empresas como América Móvil, de Carlos Slim; Cemex, de Rogelio Zambrano; Coca-Cola FEMSA, de José Antonio Fernández, y Alfa, de Armando Garza Sada.

BlackRock también participa en energía e infraestru­ctura. En 2015 compró 45% de la segunda fase del gasoducto de Los Ramones por 900 millones de dólares. En octubre de ese año adquirió el fondo mexicano Infraestru­ctura Institucio­nal, con lo cual se metió en la licitación de proyectos petroleros de la Ronda Uno. Con Pemex invierte en proyectos como el del Golfo Centro y el Transoceán­ico para el transporte de gas natural, y hace unos días completó la adquisició­n de Impulsora de Negocios CitiBaname­x, con lo cual administra­rá activos por 31 mil millones de dólares.

En total, su fondo posee activos en el país que ascienden a más de 60 mil millones de dólares.

El problema para López Obrador es que este poderoso gestor de activos se consolidó en México —con proyectos muy cuestionab­les— durante el sexenio de Enrique Peña Nieto y en el ocaso del gobierno de

Felipe Calderón, a través de sus relaciones con ex funcionari­os y empresario­s.

Marco Antonio Slim Domit, hijo de

Carlos Slim, se unió a la junta de BlackRock en 2011. El ex subsecreta­rio de Hacienda Gerardo Rodríguez Regordosa fue nombrado director de Estrategia de Mercados Emergentes de la firma en 2013, mientras que su ex director en México, Isaac Volin, es actualment­e director de Pemex Comercio Internacio­nal.

Rocío Nahle, la futura secretaria de Energía, criticó en el pasado la relación entre BlackRock y Pemex, pero tras la reunión de mayo todo parece indicar que el poderoso gestor de fondos continuará su acelerada expansión en el país de la mano del nuevo gobierno.

“Tienen mucha informació­n, son los que manejan fondos financiero­s, son inteligent­es”, dijo López Obrador luego de reunirse con Fink. “Lo que hice fue reiterarle que vamos a ser respetuoso­s de la legalidad, que va a haber un auténtico Estado de derecho, que no lo vamos a estropear”.

La organizaci­ón estadounid­ense sin fines lucro Campaign for Accountabi­lity (CFA) tiene otra opinión. En un análisis reciente sobre la trayectori­a de la empresa, llamado BlackRock Transparen­cy Project, expone que “en México se produjeron repetidas instancias en las cuales la administra­ción de Peña Nieto hizo todo lo necesario para asegurar que los acuerdos de infraestru­ctura de BlackRock prosperara­n”.

“En un caso, la administra­ción de Peña Nieto incrementó en 18% los pagos realizados a un contratist­a de prisiones que había incumplido en reiteradas ocasiones con los plazos de construcci­ón, justo antes de que BlackRock comprara el proyecto”, señala.

“En otro caso, el presidente Peña Nieto firmó una orden ejecutiva que expropió 91 acres de terrenos para un proyecto de construcci­ón de carreteras de peaje, una iniciativa viciada por una serie de violentas protestas locales. La orden fue firmada menos de un mes después de la adquisició­n de la empresa dueña del proyecto por parte de BlackRock”, agrega.

CFA considera que si bien la trayectori­a de BlackRock en México es “preocupant­e”, su enfoque estratégic­o en las asociacion­es público-privadas plantea preocupaci­ones todavía mayores. “Cuando a los grandes gestores de activos se les permite operar y controlar los activos de infraestru­ctura pública financiado­s por los mismos contribuye­ntes, a veces durante décadas, la situación puede presionar a los gobiernos a tener que decidir entre dos resultados económicos, ambos malos: o utilizan los recursos de los contribuye­ntes para subsidiar proyectos antieconóm­icos u obligan a los pensionist­as a sufrir pérdidas”.

Andrés Manuel López Obrador se dejó “seducir”por Mr Fix-it (como apodan a Larry Fink) en aquella reunión en la que le prometió “respeto” a los negocios que su fondo ha hecho en México, a cambio de que le ayude a financiar sus proyectos.

Posdata. José Antonio Meade es un gran amigo de Larry Fink. Hace unas semanas, como dimos a conocer aquí, habló con él para intercambi­ar puntos de vista sobre México y sobre su futuro laboral.

Es probable que el ex candidato presidenci­al termine en las filas del poderoso grupo financiero. ¿Hablaron de eso en la reunión que tuvieron Meade y AMLO a principios de agosto?

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Larry Fink.
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