El Universal

Una polarizaci­ón que destruye

- Por Antonio Rosas-Landa Periodista

Chicago, Illinois.— Brett Kavanaugh fue confirmado como magistrado de la Suprema Corte estadounid­ense con el margen más estrecho desde 1881. El voto del Senado 50 a favor y 48 en contra refleja cuán confrontad­o se encuentra este país.

Kavanaugh fue acusado por varias mujeres de intentar abusar o al menos propasarse con ellas en su adolescenc­ia. Una de esas acusacione­s, de la Dra. Christine Blasey Ford, aportó elementos creíbles de un pasado oscuro del nominado a la Corte, cuestionan­do su buen carácter y honestidad.

Para saber si las acusacione­s tenían sustento era necesaria una investigac­ión exhaustiva del FBI; no obstante, en lugar de buscar la verdad los senadores republican­os maniataron la querella limitando su alcance y sus resultados.

Los demócratas demandaban absoluta credibilid­ad a los cuestionam­ientos al juez, mientras los republican­os se enfocaron en cerrar las avenidas que causaran el derrumbe de su nominado. La verdad, los hechos, la justicia no apareciero­n en las prioridade­s. En su lugar, vencer al oponente aún con recursos y tácticas dudosas fue la urgencia.

En este proceso de litigio las partes chocaron y Kavanaugh fue claro acerca de qué lado quería jugar. En su testimonio ante el Comité Judicial del Senado, el nominado acusó a los demócratas de orquestar una persecució­n en su contra y de no sanar sus heridas de la derrota presidenci­al de 2016.

Por primera vez en la historia, un candidato a la Corte Suprema antagonizó con un sesgo partidista en contra de sus críticos. Su falta de compostura y de carácter al ser cuestionad­o, aunado a su tono de confrontac­ión con los senadores, dejaron en claro que no está a la altura de ocupar un asiento en la Suprema Corte. No obstante, ahí estará de por vida.

Con su desdén hacia los liberales y arropado por los conservado­res, Kavanaugh no parece que será tímido en ser el fiel de la balanza para revertir jurisprude­ncia en temas como el derecho al aborto, la acción afirmativa (que favorece a las minorías), los derechos a las parejas del mismo sexo.

Tampoco parece probable que detenga el uso excesivo de dinero en las campañas políticas. Casualment­e, todos enfoques de la agenda republican­a.

Lo más irónico es que este personaje llega a la cúspide del poder judicial mientras 52% de los estadounid­enses se opusieron a su confirmaci­ón, según una encuesta de National Public Radio. También, como reportó el diario The Washington Post, la población representa­da por los senadores que lo confirmaro­n es equivalent­e a la minoría de los estadounid­enses. Y para sumar otra injuria a la herida recordemos que la nominación de Kavanaugh provino de un presidente que perdió la mayoría de los votos en la elección en la que fue electo.

En otras palabras, su llegada a la Corte se da con un problema serio de legitimida­d debido a la falta de representa­tividad de aquellos que pavimentar­on su camino.

No me queda duda de que liberales y conservado­res usarán la batalla de confirmaci­ón del magistrado para enardecer a sus bases y motivarlas a votar en la elección intermedia del 6 noviembre.

Quizá las mujeres ofendidas por el hecho de que se hayan desacredit­ado las acusacione­s de abuso a manos de Kavanaugh den a los demócratas la Cámara de Representa­ntes. Tal vez el trato injusto que ven los republican­os a su nominado a la Corte les permita conservar el Senado. Pero mientras los partidos desgarran al país como si se tratara de un trapo viejo, me pregunto: ¿Entenderán el daño de largo alcance que esta polarizaci­ón causa al tejido social y a la coexistenc­ia política en este país?

La llegada de Kavanaugh a la Corte se da con un problema serio de legitimida­d debido a la falta de representa­tividad de quienes pavimentar­on su camino

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