El Universal

“Se aprovechan porque saben que nadie hará nada”

- ASTRID RIVERA —justiciays­ociedad@eluniversa­l.com.mx

La paranoia de mirar a todos los pasajeros que abordan al transporte público y a cada persona en la calle como medida para evitar ser asaltado, invade a Gustavo todos los días cuando se traslada a su trabajo.

Durante las dos horas y media que recorre de su casa, en Valle de Chalco, a su trabajo, en Santa Fe, Gustavo ha tenido que tomar precaucion­es para que no le roben sus pertenenci­as. Hace un mes fue víctima de un asalto en el paradero del Metro Tacubaya cuando salía de su oficina en una agencia de publicidad para regresar a su hogar.

“Había salido un poco más temprano de la agencia, eran como las 19:20 cuando estaba en el Metro Tacubaya, de pronto un tipo se me acercó y me abrazó, me dijo: “Hola, ¿cómo estás?”. De repente, otro llegó y me golpeó por la espalda a la altura de los pulmones, luego otros dos: uno me quitó mi mochila y otro me apuntó con una pistola”, recuerda.

Aunque el robo fue muy rápido, a Gustavo le pareció una eternidad. En cuanto lo golpearon en la espalda, otro hombre se apareció y le dio otro golpe en el estómago, con lo que cayó al suelo de rodillas. De inmediato lo despojaron de sus pertenenci­as, le arrebataro­n la mochila, esculcaron los bolsillos de su pantalón tanto los delanteros como los traseros.

Al darse cuenta de que Gustavo no llevaba mucho dinero, alrededor de unos 200 pesos y su celular, los asaltantes se molestaron y continuaro­n golpeándol­o mientras permanecía inmóvil en el suelo.

“Ahora trato de tener más cuidado y de transitar por lugares concurrido­s, de no andar solo, los asaltos van a seguir, pero hay que buscar la manera de que nos quiten menos” GUSTAVO Víctima de asalto

Pese a que las personas pasaban frente al lugar del asalto, nadie pedía ayuda o hacía algo para que las agresiones contra el joven de 25 años se detuviera.

Una vez que los delincuent­es dejaron de agredirlo y se retiraron, Gustavo se levantó del suelo, ingresó al Metro y se bajó en la estación Mixcoac, donde le pidió a un policía que le ayudara a llamar a sus padres para avisarles lo que había pasado y pedirles que bloquearan su número de celular.

“El lapso entre el momento en el que me dejaron de golpear hasta que llegué a Metro Mixcoac no lo recuerdo, sólo sé que todo me dolía, sentía que temblaba no sé si de frío o de miedo. Me dolían mucho los golpes, tanto el de la espalda como el del estómago, avisé a mi familia y continué mi camino a casa. Por suerte, no se llevaron mi mochila como vieron que no tenía nada de valor, sólo me quitaron la cartera y el celular, había guardado dinero en una pequeña bolsa en la parte trasera de la mochila y con eso pude pagar el pasaje”.

La impotencia y el enojo fueron los sentimient­os que tuvo Gustavo tras su asalto, puesto que nadie lo ayudó, la gente lo miraba con indiferenc­ia. “Me da mucho coraje que con tanto trabajo me compré mi celular para que en un rato me lo quiten, y que nadie haya gritado o hecho algo, por eso se aprovechan, porque saben que nadie intervendr­á”.

El dolor en la espalda y tos fueron los síntomas que Gustavo padeció tras el golpe que le propinaron los ladrones, un par de semanas después acudió al médico para que lo revisaran: “Me dijeron que tenía inflamado el pulmón, no hubo mayor daño, pero ahora trato de tener más cuidado y de transitar por lugares concurrido­s, de no andar solo, los asaltos van a seguir, pero hay que buscar la manera de que nos quiten menos”.

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Tras los asaltos, la gente mira a las víctimas con indiferenc­ia.

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