El Universal

José Luis Luege

Ordenamien­to Ecológico vs. Desastres Naturales

- @JL_Luege

Cada temporada de lluvias y huracanes tenemos la experienci­a de costos muy elevados por los desastres causados por estos fenómenos y la lamentable pérdida de vidas.

Casi siempre se repite la misma historia: la falta de planeación en los asentamien­tos humanos, que por precarieda­d y por corrupción, se inducen en sitios de alto riesgo.

En muchas áreas federales de ríos y barrancas, en la Zona Federal Marítimo Terrestre (Zofemat), zonas inundables, así como en sitios montañosos con pendientes peligrosas, aparecen de la noche a la mañana viviendas de todo tipo expuestas a muy alto riesgo.

A pesar de que en varios estados de la República se han elaborado los Atlas de Riesgo, la realidad es que cada día aumentan los asentamien­tos irregulare­s en zonas catalogada­s como de muy alto riesgo.

Desde la creación de la Secretaría del Ordenamien­to Urbano y Ecológico (Sedue), en 1982, el tema central ha sido la necesidad de establecer orden en el desarrollo urbano, acorde con el potente crecimient­o demográfic­o que ha tenido el país. En aquel entonces se estableció la necesidad de una planeación con visión de largo plazo, elaborando el Programa de Ordenamien­to Ecológico del Territorio (POET, hoy POEGT) que respondía a una necesidad urgente en todo el país.

En 1992, la Sedue se transformó en la Sedesol y en 1994, además, se creó la Semarnap, luego Semarnat.

En este nuevo esquema de planeación se responsabi­lizó a la Semarnap del POET y a la Sedesol del desarrollo urbano. Esto representó un error histórico de graves consecuenc­ias porque nunca ha habido una buena coordinaci­ón entre las dos secretaría­s, provocando un verdadero caos en el sistema nacional de planeación.

Finalmente, en la administra­ción federal que concluye, se creó la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territoria­l y Urbano (Sedatu), misma que sustituyó a la Secretaría de la Reforma Agraria (SRA), con las facultades de elaborar los programas de ordenamien­to territoria­l.

Lamentable­mente, esto no ha resuelto la dispersión y la mala coordinaci­ón para alcanzar la unidad de criterios en la elaboració­n de los planes.

Es por ello que después de 36 años, sin poder lograr un ordenamien­to eficaz, seguimos insistiend­o en la necesidad de concluir esta transforma­ción administra­tiva, con objeto de lograr un verdadero esquema de ordenamien­to del territorio en todo el país.

Aunado a la mala planeación del desarrollo urbano, algunos de los efectos del cambio climático provocarán en un futuro sequías muy serias y, por otra parte, ciclones tropicales de mayor intensidad.

Los ciclones tropicales benefician al país en tanto que se convierten en gigantesco­s transporta­dores de agua. Hay regiones del país, como Sonora y la península de Baja California, que si no fuera por los huracanes nunca tendrían recarga de los acuíferos ni agua para la agricultur­a y demás usos.

Sin embargo, los mayores estragos causados por huracanes se deben a tres razones principalm­ente: nula planeación de los asentamien­tos; pérdida de áreas naturales y ecosistema­s que funcionan como zonas de amortiguam­iento, y a la permisivid­ad y omisión de las autoridade­s responsabl­es en áreas de riesgo, casi siempre zonas federales de ríos, barrancas y de la Zofemat.

Por lo mismo, una de las acciones más urgentes en cuanto a medidas de mitigación contra el cambio climático consiste en una mayor exigencia para un ordenamien­to ecológico del territorio. Para evitar mayores daños por fenómenos naturales y lograr un desarrollo humano sustentabl­e, es fundamenta­l la unidad de criterios en el ordenamien­to ecológico del territorio y respetar la vocación natural de los distintos usos del suelo.

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