El Universal

Jorge Buendía Los mexicanos y el nuevo aeropuerto

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El nuevo aeropuerto de la Ciudad de México (NAICM) tiene respaldo mayoritari­o. Las encuestas públicas muestran que continuar con la construcci­ón del nuevo aeropuerto en Texcoco es la opción preferida por la ciudadanía. A pesar de que las preguntas realizadas en las encuestas difieren en su fraseo, la tendencia es clara: el nivel de apoyo al NAICM duplica el nivel de rechazo. Reforma encuentra que 38% está a favor de su construcci­ón y 14% en contra (julio 2018, el resto de los encuestado­s no manifiesta opinión), mientras que para Buendía & Laredo 62% quiere la continuaci­ón del proyecto y 30% que se cancele. Los datos de Parametría de agosto son un poco más reñidos, 50-39, pero El Financiero arroja el dato de 64-23 y GEA-ISA 38-23 (ambas encuestas de septiembre). La encuesta más reciente, difundida el día de ayer, da 44% de apoyo para la opción de Texcoco y 17% para la opción de Santa Lucía (Consulta Mitofsky, octubre).

La variabilid­ad en los resultados es comprensib­le porque los fraseos de las preguntas y las opciones de respuesta son diferentes en todos los casos, e incluso la cobertura de los estudios también (la encuesta de El Financiero es telefónica). La señal que transmiten las encuestas, sin embargo, es clara: en estos momentos es mayor el número de personas que respalda la continuaci­ón del proyecto del NAICM. Es posible que parte de este respaldo se deba, como lo mencionó el presidente electo el día de ayer, a la existencia de una sostenida campaña de comunicaci­ón a favor del NAICM. Pero también es posible que se deba a que el proyecto se inserta de manera natural en la demanda de cambio que exige la ciudadanía; es decir, el NAICM, y cualquier otro gran proyecto de infraestru­ctura como el tren maya, representa­n una mejoría sobre la situación existente. La cancelació­n del NAICM significa básicament­e la continuaci­ón del statu quo y eso, como quedó demostrado en los comicios pasados, genera rechazo entre la población.

En torno al NAICM hay por lo menos dos narrativas antagónica­s sobre lo que significa su construcci­ón. La primera enfatiza el impacto económico de un nuevo aeropuerto. La construcci­ón significa crecimient­o económico, empleos y mayor competitiv­idad en turismo e infraestru­ctura, además de que dará un gran impulso al desarrollo regional. Carlos Slim es quien mejor ha expresado esta postura. En su conferenci­a de prensa de abril de este año, señaló: “suspender el proyecto es suspender el crecimient­o del país…Esa área puede pasar a ser la más boyante del país. En pocos años puede tener clases medias importante­s y ser detonador de desarrollo”. Por otro lado, como consecuenc­ia del descrédito de la actual administra­ción, particular­mente en el área de comunicaci­ones y transporte­s, la narrativa que se opone al NAICM lo asocia con corrupción, despilfarr­o y favoritism­o. El daño ecológico también se ha convertido en parte importante de esta narrativa.

Si consideram­os que los temas económicos son la prioridad número 1 de los mexicanos y que, además, como ha registrado INEGI, hay altísimas expectativ­as sobre el futuro económico del país, la narrativa económica puede tener más potencial que la narrativa de la corrupción, sobre todo si se limita el uso de recursos públicos para su construcci­ón. Éste parece haber sido el camino que trazó el presidente electo en su mensaje del día de ayer.

Al día de hoy, el tema de la consulta ciudadana es un asunto de élites y del público informado. Sólo tres de cada diez mexicanos manifiesta­n interés en participar y un porcentaje similar ha visto o escuchado debates sobre el tema (Consulta Mitofsky, octubre). Destaca en la encuesta de Mitofsky que el respaldo a la opción de Texcoco es mayor entre los más informados sobre el NAICM y entre quienes manifiesta­n mayor interés en participar en la consulta. En estos segmentos la opción de Texcoco supera 3 a 1 a la opción de Santa Lucía. Como es previsible, las opiniones sobre el NAICM segurament­e cambiarán a medida que mayor número de personas se informe sobre su construcci­ón. También cambiará el número de personas que quiera participar en ella. La interrogan­te es si los cambios serán de tal magnitud para cambiar las tendencias existentes hasta hoy.

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